Capítulo Catorce

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   Mi mamá y yo estamos sentados en su auto en el borde del estacionamiento escolar, observando autobuses llegando y descargando, derramando estudiantes en la acera para que corran por las puertas. Todo el proceso es como algo de una planta industrial—una fábrica de embotellamiento en reversa.

   Le conté lo que Gideon dijo y le pedí ayuda para la mezcla de hierbas, la cual dijo que haría. Noto que luce un poco débil. Hay oscuros, círculos rosados-purpuras bajo sus ojos, y su cabello está apagado. Usualmente brilla como una olla de cobre.

   —¿Estás bien, mamá?

   Sonríe y mira sobre mí. —Claro, chico. Solo estoy preocupada por ti, como siempre. Y Tybalt. Me despertó anoche, saltando hacia la trampa del ático.

   —Demonios, Lo siento—digo. —Olvide subir y poner las trampas.

   —Está bien. Oí algo moviéndose arriba la semana pasada, y sonaba mucho más grande que una rata. ¿Pueden los mapaches meterse en los áticos?

   —Tal vez sea solo un grupo de ratas— sugiero, y se encoge de hombros. —Será mejor que consigas a alguien para que lo revise.

   Suspira y golpetea en el volante. —Tal vez.— Se encoge de hombros.

   Parece triste, y se me ocurre que no sé cómo le está yendo aquí. No la he ayudado mucho con la mudanza—no en la casa, no con nada. Apenas he estado ahí. Mirando el asiento trasero, veo una caja llena de velas encantadas de varios colores, listas para ser vendidas en una librería local. Normalmente las habría cargado por ella y enlazado las etiquetas adecuadas a lo largo con cordones de colores.

   —Gideon dijo que has hecho algunos amigos— dice, observando la multitud escolar como si fuera capaz de escogerlos. Debía haber sabido que Gideon hablaría. Es como un padre sustituto. No como un padrastro, exactamente-más como un padrino, o un caballo de mar que quiere meterme en su bolsa.

   —Sólo Scott y Lydia— digo. —Los que conociste antes.

   —Lydia es una chica muy bonita— dice con ilusión.

   — Scott parece pensar eso.

   Suspira, después sonríe.—Bien. Le podría servir un toque femenino.

   —Mamá— gruño. —Asqueroso.

   —No esa clase de toque— se ríe. —Quiero decir que necesita alguien que lo limpie. Que lo haga pararse derecho. Ese chico es todo arrugas. Y huele como la pipa de un anciano.

   Se revuelve en el asiento trasero por un segundo, y su mano vuelve llena de sobres.

   —Me estaba preguntando que le paso a mi correo— digo, ojeando entre ellos. Ya están abiertos. No me importa. Solo son pistas de fantasmas, nada personal. En el medio de la pila hay una larga carta de Bernon Boyd.

   —Boyd escribió— digo. —¿La leíste?

   —Solo quería saber cómo te estaba yendo. Y contarte todo lo que le ha pasado en el último mes. Quiere que vayas a Nueva Orleans por algún espíritu de una bruja que anda merodeando alrededor de la base de un árbol. Supuestamente ella solía usar la cosa para sacrificios. No me gusto la forma en que hablo de ella.

   Sonrío satisfecho. —No todas las brujas son buenas, Mamá.

   —Lo sé. Siento haber leído tu correo. Estabas demasiado concentrado para notarlo, de todas maneras; muchos de ellos solo reposaban en el escritorio. Quería entregártelo. Asegurarme de que no te estabas perdiendo nada importante.

El Chico Vestido De Sangre - Sterek (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora