Satisfecho con su vida ordinaria, Jinhwan es una especie de gusano. Sin embargo, su cómodo estilo de vida se desvía de repente cuando accidentalmente se sumerge en el mundo de las sirenas. Enredado en una maldición, Jinhwan aprenderá que el mundo pu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aquella tranquilidad dentro de la floristería y el clima que pintaba realmente bien en la ciudad de Busan me mantenían sereno y metido en mis pensamientos, y agradecía desde luego que la atmósfera luciese de aquella forma pues, a decir verdad, el calor me hace molestar con facilidad. También debía agradecer la soledad que era esparcida por toda la tienda dada por la ausencia de clientes a esa hora de la tarde, tan solo éramos yo, mis libretas regadas sobre el mostrador que tenían anotadas unas cuantas cosillas por ahí como las cosas por hacer y el inventario y, desde luego también nos acompañaba mi manía por deshacer y alborotar mi cabello que apenas había arreglado esa mañana, nada lo suficientemente entretenido pero vaya que me mantenía ocupado un rato.
—¿No te gusta el color? —preguntó una voz varonil que me parecía bastante familiar así que decidí alzar mi mirada para así encontrarme con aquel chico alto de cabellos negros, piel blanca y diminutos ojos en tonalidad marrón —. Me pareció que te quedaba bien.
—Jiwon —comenté sorprendido al ver su presencia frente a mí—. ¿Hace cuánto que llegaste?
—No hace mucho en realidad. Estabas lo suficientemente ocupado para haber notado mi llegada pero dime, ¿no te gusta el color? Se ve bien en ti.
—¿Eso crees? —pregunté dudoso comparando la tonalidad de mi piel con la del tinte castaño de mi cabello no quedando convencido a pesar de sus palabras—. Siento que no combina conmigo del todo.
—Bueno, ¿por qué no? Se ve bien en ti.
—Ah, ya me conoces. Me gustan las cosas claras y simples.
—Eso es verdad. Supongo que eso es lo mejor que tienes, Jinhwan —me elogió—. Tienes ese encanto natural.
El escuchar de aquellas palabras brotar de sus propios labios provocó en mí un enrojecimiento natural en mis mejillas. Vaya, Jiwon tiene ese talento y habilidad de hacerme intimidar con cualquier cosa insignificante y a decir verdad, entre nosotros dos, creo que él es quien tiene más encanto....tampoco es como si me quejara. De hecho, probablemente Jiwon es la razón de que esta floristería aún siga en pie.
—Estás sobrecargando los lirios, Jiwon —comenté al observar desde el mostrador la manera en la que regaba abundante aquellas florecillas.
—Oh, lo siento. Lo haré con más cuidado —agregó con una sonrisa apenada.
