Satisfecho con su vida ordinaria, Jinhwan es una especie de gusano. Sin embargo, su cómodo estilo de vida se desvía de repente cuando accidentalmente se sumerge en el mundo de las sirenas. Enredado en una maldición, Jinhwan aprenderá que el mundo pu...
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Era una tarde en la que nuestros cuerpos eran capaces de coger aquella calidez que podía sentirse a través de la corriente marítima que golpeteaba contra nuestras pieles que nadaban a la par de aquel pequeño grupo de peces azules que nos acompañaban en nuestra travesía por el océano. Por supuesto, yo me mantenía alerta acerca de cada movimiento que carnada de pez realizaba, pues aquel pequeño aún era un novato si de nadar en el fondo del mar hablábamos.
Aquel día algo lucía diferente en su rostro. Ya no era un rostro que no expedía emoción alguna, no; aquella cálida tarde su rostro emitía esperanza con aquel par de ojos brillantes y una enorme sonrisa que me hacía ser capaz de ver sus dientecillos blancos. Sin mencionar aquel destello amarillo que emitía su corazón y ese sonrojo carmesí presente en ambas de sus mejillas, aquellas que tan pronto se sonrojaron fueron cubiertas por las manos de aquel enano, sin deshacer esa sonrisa que adornaba su diminuto rostro.
Traté de ignorar aquel llamativo resplandor pero ¡demonios! su corazón estaba brillando como un maldito faro. A ese paso, él definitivamente atraería a otras sirenas. En ese entonces suponía que era seguro asumir que su corazón amarillo tenía algo que ver con el sentimiento del ''amor'', lo que era totalmente opuesto al azul de los corazones rotos. Sin embargo, a las sirenas no les resultaban útiles corazones que no estuviesen rotos...así que, ¿por qué el de Jinhwan era visible?
«En verdad espero que esta vez Chanwoo tenga algo de información útil. De cualquier forma, ¿a dónde diablos pudo haber ido?» me encontraba pensando aquello hasta que la penetrante mirada de aquel enano ser me interrumpió, haciéndome saltar levemente del asombro.
-No te veas tan malditamente feliz, carnada de pez -mencioné en medio de un gracioso gesto, enseñándole mi lengua.
-¿Eh? -cuestionó haciéndose el extrañado-. ¿D-de qué hablas?
-Parece que alguien ha quedado prendado, todo por un miserable abrazo, ¿verdad?
Él trató de evadir mi mirada.
-Y-yo no he quedado prendado.
-No engañas a nadie -añadí con un incrédulo gesto.
-Bueno...ha sido un tiempo desde que Bobby y yo tuvimos una plática de corazón a corazón como esa -añadió tímido-. Y ese abrazo significa mucho para mí, lo sabes, ¿no?
