Satisfecho con su vida ordinaria, Jinhwan es una especie de gusano. Sin embargo, su cómodo estilo de vida se desvía de repente cuando accidentalmente se sumerge en el mundo de las sirenas. Enredado en una maldición, Jinhwan aprenderá que el mundo pu...
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El tacto de la brisa sobre mi piel fue capaz de despertarme de aquel trance en el cual había entrado. Me mantuve contemplando el cielo despejado de estrellas con el desparpajo de mis ojos antes de ponerme de pie y encontrarme sobre la húmeda arena de la costa, no tenía idea del cómo ni cuando llegué ahí...tan solo podía recordar aquellos ojos grisáceos que me miraban fijamente al momento de caer sobre las olas del mar, aquel par de luceros me daban una sensación única y particular, como si ellos pudieran ver a través de mí. Vacíos y con un aspecto cristalino, como si contuviesen una tristeza inmensa, pero de alguna manera sentí como si pudiese haber resonado con ellos.
—¿Cómo...cómo llegué aquí? —me pregunté a mi mismo tratando de recordar el inicio de los sucesos—. Oh, ya recuerdo, me caí del muelle al momento de inclinarme hacia el mar. —murmuré—. Debí de haber sido arrastrado a esta pequeña playa...el muelle principal tampoco se ve muy lejos de aquí así que es un alivio...
Me quedé un instantes ahí, examinando cada parte de mi cuerpo en búsqueda de algún daño que pude haberme provocado al momento de caer del muelle pero afortunadamente parecía que no había indicios de alguna rotura o alguna herida pero mi preocupación en ese momento era sobrada por lo que pensé en ir al hospital para estar completamente tranquilo. Sin embargo, estaba rodeado del mar y la única manera de salir de ahí era escalando una gran roca.
—Ahora hay que buscar una manera de...
—Cof...cof...
Me vi interrumpido ante el sonido de un par de estornudos a mi derecha que llamó mi atención haciéndome girar la mirada hacia aquella dirección siendo capaz de encontrarme con un hombre desnudo y de piel clara que estaba recostado sobre la arena de la playa.
—¿U-una persona? —me cuestioné preocupado acercándome hacia el tratando de auxiliarlo—. Esto...disculpe, señor...¿Hola? ¿Está usted bien?
Lo moví un par de veces sin obtener respuesta alguna por parte de él, lo cual me había hecho preocupar en demasía llegando al extremo de pensar que no se mantenía con vida. «Él no se está despertando...por favor no mueras. Por favor, no estés muerto» pensé.
