Marruecos Capítulo 2

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El taxista iba sorteando coches, motos y gente que cruzaba la calle. Pitaba a todo el mundo, dando pequeños pitidos para avisarles. Algo como "cuidado que ahí voy". Muchas personas andaban por el arcen con chilabas, la vestimenta típica de Marruecos.  Conforme fuimos llegando a la ciudad y fue anocheciendo me fueron pareciendo cada vez más siniestros. Cuando llegamos a Marrakecth entramos en la ciudad y el caos del tráfico se acrecentó. Había mucha gente que cruzaba la calle desde cualquier lugar y los ciclomotores rodeaban el coche por todas partes. A los diez minutos finalmente llegamos y el taxista nos dejó en frente del hotel. Era una calle, como casi todas, sin iluminación y nos miramos unos a los otros pensando: No puede ser aquí. 

Jesus salió por la puerta izquiera y casi lo atropella un ciclomotor. Jaime y yo salimos por la parte derecha y sacamos con ayuda del taxista los bultos del maletero. El taxista desapareció antes de que le pudieramos preguntar nada. Miramos a nuestro alrededor y no encontrabamos ningún nombre en la calle o número. De repente se nos acercaron dos vagabundos y les preguntamos donde estaba el hotel. Nos dijeron que lo teníamos delante. La puerta estaba completamente cerrada y las luces apagadas, por ese motivo no nos habíamos percatado. Llamamos a la puerta y a los pocos segundos un joven al que al parecer despertamos nos abrió con cara estar muriéndose de sueño. Los dos vagabundos se metieron tras nosotros y hasta que no les dimos una moneda no se fueron. El chico nos comentó que no habíamos cogido tres habitaciones si no una habitación con tres camas. Al parecer la reservó mi primo Jaime sin gafas y lo había puesto al reves.

El hotel tenía una fuente interior del tamaño de una piscina y estaba todo construido con pierda. Era muy fresco  y las plantas decoraban cada rincón. 

Subimos a nuestra habitación. Y el joven nos mostró una cama de matrimonio y una cama individual. Al parecer él tampoco había hecho bien la reserva. Sin embargo, tras sonreir desapareció en la oscuridad. Debido a lo que hablo, ronco y me muevo durante la noche decidimos que yo dormiría sólo. Jaime y jesús compartieron cama. Dormimos del tirón. 

Diario de un español en el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora