Holanda, Utrech

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He llegado al hostal de Utrech bastante tarde pero aún había gente en los ordenadores. En concreto estaba Makuto y su novia, dos africanos de una pequeña aldea. Llevan unas telas rojas que les cubren de arriba abajo, muchísimos colgantes, cascabeles, pendientes, anillos y un largo etcétera. Son bastante simpáticos y me explican que ordenadores tienen Internet y cuales no. Miro el email un rato y me voy a dormir. De tanta lluvia, viento y frío estoy hecho polvo. A parte de que estoy completamente constipado y mi nariz más parece un cirio de mocos colgantes.

 A las siete de la mañana unos ruidos me despiertan. La novia de Makuto está haciendo la maleta y anda de un lado a otro de la habitación con sus cascabeles. Diez minutos después ya me estoy acordando de toda su tribu. Sin embargo Makuto, que duerme en la litera de mi lado, duerme placenteramente como si tal cosa.

A la media hora, tras escuchar el leve pitidito de su reloj, se levanta y empieza su particular orquesta, dándole golpes a su maleta y poniéndose los cascabeles por todo el cuerpo. No hay manera de dormir y en un intento de llamar su atención le pregunto a Makuto que qué hora es para ver si se da por aludido. Me dice la hora e inmediatamente me regala un estruendoso golpe a su litera.

 La maleta, llenade ropa hasta reventar, no parece cerrarse. A Makuto ya solo se le ocurre saltar encima de ella y despertar a toda la habitación.

A las nueve me levanto, Makuto y su novia ya han salido de la habitación y puedo cambiarme con tranquilidad.

 NOTA: Al salir del albergue de Amsterdam me olvidé la toalla. Volví al día siguiente y me dijeron que todas las toallas eran blancas y que no recordaban ninguna en la que pusiera Toledo en letras grandes como les expliqué, así que me dieron una de las suyas.

Me quito la ropa y al ponerme la toalla me doy cuenta de que me han dado una de manos y que se me queda medio culo fuera. Tengo el pelo de la cabeza muy aceitoso así que no me queda otra que ducharme. Salgo de la habitación y me dirijo a la ducha que hay en frente. Nadie me ve cruzar y me meto rápidamente para dentro. Al entrar observo que la luz no va.

Renuncio a ducharme a oscuras y decido buscar otro baño. Cruzo todo el pasillo del hostal con medio culo al aire.

Una alemana gordita sale de su habitación y al cruzarse conmigo, me sonríe con cara de pícara. Yo no me paro hasta llegar a las duchas. Una vez allí, entro en la primera. Sale un chorrito de agua rídiculo. Entro en la segunda ducha... sale un chorraco de agua helada bestial. Es invierno pero parece que el calentador no va. Cuando ya me he mojado todo el cuerpo me doy cuenta de que no tengo champú (me lo olvidé en el baño de Amsterdam, la ciudad donde o lo pierdes todo o te lo roban). Recorro las duchas en busca de jabón. No hay más que botes vacíos. Al final encuentro un champú al que le quedan un par de chorros. Vuelvo a la ducha. El chorraco me cae en la cabeza super fuerte, duele sobremanera. Salgo de la ducha al borde de la hipotermia, me visto y voy a desayunar. En la cocina Makuto y su novia estan deborando salchichas alemanas. Los dos se han puesto un platazo con 5 salchicas y una tortilla. O me espabilo o se terminan toda la comida.

Me voy a la oficina donde esta el jefe del hostal viendo la tele. Es un tipo holandés calvo y aparentemente majo. Le digo que las duchas no van. Sin quitar la vista de la pantalla me dice que sí, que lo mirará. Parece muy ocupado viendo Southpark.

!Gracias por leerme chicos! Si te quedaste con ganas de más te recomiendo que empieces a leer El juego de Ganda, un cuento que acabaré de publicar este fin de semana. Que tengas buen día, allí donde estés.

Diario de un español en el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora