Capítulo 5

110 7 1
                                    


Cuando llegué por fin a mi apartamento, me derumbé sobre el sofá, sin molestarme en saludar a Kaden, o ni siquiera avisarlo de mi llegada.

Cerré los ojos, agotada. Las palabras de Ethan resonaban en mi mente, haciendo que estuviera más confundida a cada segundo.

"Pero tengo sentimientos, pese a todo, y cuando tú estás cerca, resurgen con más fuerza"

Odiaba admitirlo, pero tenía sentido.

"¿Sabes a qué me refiero?"

Diablos, claro que podía. Había una palabra en concreto que rondaba por mi mente como una mosca pesada, y trataba de evitarla, pero no duraría mucho.

– ¿Victoria?

Gruñí y tiré de la manta para taparme de nuevo la cara, pero tan sólo duró dos segundos, el tiempo que Kaden tardó en destaparme.

– Eh, Vic, escucha. En dos minutos puedes volver a dormir, pero tengo que contarte una cosa.

Me volví hacia él, y cubriéndome los ojos con la mano para protegerme de la luz, dije:

– ¿Qué quieres?

Tenía la voz pastosa y rota, pero él pareció entenderme, puesto que se sentó en el sofá a mi lado y comenzó a hablar.

– Pues, verás... a la madre de Laura le ha dado un infarto, y pues, ya sabes... está muy afectada. Va a viajar hoy mismo a casa, y me ofrecí a acompañarla. Estaría fuera sólo durante una semana, pero me da cosa dejarte sola, sobre todo con el tema del chico ese. ¿Crees que estarás bien?

Me incorporé como un resorte en el sofá, y todo rastro de sueño desapareció por arte de magia de mi cuerpo.

– ¿Estás loco? ¡Tienes que ir!

Él frunció el ceño.

– ¿Segura, Victoria? No quiero que el tío ese te haga nada.

Asentí con la cabeza efusivamente.

– Venga ya. Laura te necesita, y sé que ella es importante para ti, así que ya puedes ir haciendo las maletas y saliendo de la casa, porque sino te sacaré yo de una patada.

Kaden esbozó una enorme sonrisa, y me abrazó con ganas.

– Gracias, Vic –susurró–. Sabía que lo entenderías.

Disfruté de ese abrazo, tan cálido y auténtico.

– De nada, Kaden –dije, en el mismo tono– Sabes que estoy aquí para ti. Y ahora, levanta ese culo y ponte a hacer la maleta. Tenemos mucho que hacer.

Cuando vi su mirada agradecida, lo sentí.

"Este es mi sitio", pensé. "Y nada, ni nadie, puede hacer nada en contra de eso"


Mi asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora