Capítulo 10

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Los días pasaron rápido, y antes de querer darme cuenta estaba recogiendo a Kaden en el aereopuerto.

– ¿Qué tal el viaje? –pregunté, aliviada porque ya no tenía que andarme con cuidado cada vez que salía a la calle. Él estaba en casa, y con mi mejor amigo no tenía nada que temer.

Él suspiró cuando entramos en taxi, y se desplomó en el asiento.

– Completamente agotador. Laura está fatal, su madre sigue ingresada en el hospital. Y su padre me obligó a marcharme a casa, porque no tenía más camas y yo tenía que dormir en el sofá. Le dije que me daba igual, pero él me respondió que había gente en casa que me necesitaba. Y, hablando de eso, ¿cómo te ha ido mientras estuve fuera? No, déjame que adivine, ¿estuviste sobreviviendo a base de leche agria y galletas rancias con tal de no salir?

Puse los ojos en blanco.

– Pues que sepas que el otro día bajé al supermercado.

Él sonrió.

– Porque se te había gastado el chocolate, ¿me equivoco?

Me quedé con la boca abierta, mirándolo con los ojos como platos.

– ¿Cómo lo has adivinado?

Él rió con ganas.

– Eres muy predecible, Vic. Y te he echado de menos.

Me abrazó, besando mi coronilla.

– Oh, que mono –dije riendo– ¿Qué quieres que haga, Kaden? Tú no regalas abrazos y besos así porque sí.

Puso cara de ofendido.

– Me subestimas, Victoria. No quiero nada.

Le lancé una mirada de recelo, pero sonreí.

– Voy a hacer como que me lo creo.

Su risa se me antojó como la de un niño, genuina y sincera.

– Es una alegría estar de nuevo en casa.




n/a: no sé si os habéis dado cuenta de que estoy renovando portadas... Pronto le toca a Mi Asesino...


Mi asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora