Capítulo 25. Final

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Al principio me negué en redondo. ¿Convertirme en Sombra? ¿Yo? Me había hecho a la idea de morir, de dejar a lo que quedaba de mi familia atrás, pero no de esta manera. Buscaba formas de conseguir una solución viable para todos, una forma elegante y sencilla de que todas las piezas encajaran en el puzzle.

Pero al final acabé por rendirme, no porque la idea me atrajera, sino porque no tenía otra opción.

No sólo me afectaba a mí, si no aceptaba, con mi egoísmo estaría bloqueándoles la salida a millones de Sombras ilusionadas que estaban ya esperando una fecha para volver a casa.

Y, aunque no me había parado a pensarlo hasta ahora, si me convertía en Sombra podría estar con Ethan para siempre. Probablemente, si me quedaba aquí, no me moriría. Lo acabaría olvidando. Se habría quedado grabado en mi corazón como el que "podría haber sido el amor de mi vida, pero no lo fue", y luego habría pasado página.

Pero, pese a todo, ya no había nada que me atara a los humanos. Volver a mi piso y a la universidad se me antojaba extraño sin Kaden, el que había sido mi mejor amigo.

Así que acabé aceptando.

Aquella mañana, me desperté temprano, movida por el extraño presentimiento de que aquel día pasarían cosas grandes. Para bien o para mal, no lo sabía; pero, desde luego, no me equivocaba con mi presagio.

Le eché una furtiva mirada a Rebecca, que dormía en una pequeña cama que habían instalado junto a la mía: no había querido separarse de mí. Sonreí, pensando en aquella amistad repentina que había surgido entre nosotras, cuando hasta hace nada la consideraba mi enemiga. Caminé de puntillas hasta el armario, abriéndolo lentamente para no despertarla. Observé que lo habían llenado exclusivamente con motivo de mi estancia.

No me calificaba de presumida, pero aquel día traté de estar lo más presentable posible. El asunto que deseaba tratar con el rey era de vital importancia.

Tal y como me esperaba, estaba ocupado. Se encontraba en medio del escenario en el que se había desarrollado la escena del juicio, pero que ya no lucía aquellos bancos de hierro, tan sólo los peculiares tronos en los que había visto sentados a Rebecca y a Lheo. Tras observar brevemente el que debía de pertenecer a Ethan, me ruboricé al percatarme de que habían añadido otro. No pude evitar pensar en que quizás sería para mí.

Me acerqué discretamente, esperando a que el rey y su interlocutora terminaran la conversación para poder intervenir. Para matar el tiempo, me quedé observando el hermoso decorado de las paredes del teatro; parecía que hubieran bordado poco a poco las paredes con hilo de oro. En uno de los tediosos lapsos de tiempo en los que mi mirada simplemente vagaba sin rumbo, me fijé por vez primera en la chica que hablaba con el rey. No era una criada o una doncella, si lo fuera, habría llevado el uniforme. Tampoco era una chica noble, de hecho, su ropa era bastante simple: llevaba unos vaqueros azules algo desgastados y una sencilla camiseta de algodón. Sin embargo, por lo que oía de la conversación, se dirigía hacia el rey con unos términos desconcertantemente familiares, de hecho se tuteaban.

Fruncí el ceño, intrigada por la misteriosa identidad de la joven. ¿Sería una amiga? ¿Algún familiar?

Fue entonces cuando la chica se volvió hacia mí. Lheo sonrió.

– Justo a ti quería buscarte, Victoria. Verás, esta es Anna, una vieja amiga de la familia.

Estreché la mano que me ofrecía, y entonces me volví hacia el rey.

– Si no le importa... Me gustaría hablar con vos a solas. Sólo serán unos segundos.

Él asintió, intrigado.

– Claro.

La chica se apartó para dejarnos conversar con intimidad.

– ¿De qué quieres hablarme, exactamente?

Respiré hondo. Una vez que hubiera tomado la decisión, no habría marcha atrás.

– Bueno, le estuve dando vueltas a tu oferta y, pues... bueno, he decidido aceptar. Me convertiré en Sombra. Cuanto antes, mejor. Y si puede ser a solas, mucho mejor.

Él esbozó una gran sonrisa.

– Maravilloso. Realmente maravilloso. Bueno, Victoria, ¿ves a esa chica, con la que estaba hablando antes?

– Sí.

– ¡Anna! –llamó.

Ella se acercó.

– ¿Qué ocurre?

Lheo posó una mano sobre su hombro, susurrándole algo al oído.

– Ya sabes lo que tienes que hacer. Yo espero fuera.

La chica asintió, decidida, y en cuanto el rey salió de la estancia ella tomó mis manos.

– Cierra los ojos –me recomendó.

Yo obedecí, aunque confundida.

– Pero... ¿qué es lo que vas a hacer?

Casi pude oírla sonreír.

– No te preocupes, Victoria. Tan sólo concéntrate en esta pequeña conexión que he establecido entre ambas, y todo saldrá bien.

Entonces lo entendí.

– ¿Y luego?

– Luego nacerás.

Cuando volví a abrir los ojos, lo supe.

Oficialmente, era una Sombra.



n/a: SE ACABÓ. FIN. LISTO.

Bueno, personalmente pensé en que debería de haberme explayado un poquito más... Pero llevaba varias semanas arrastrando el final y quería acabarlo cuanto antes. Sea como sea, espero que hayáis disfrutado este libro tanto como yo.

Nos vemos en el siguiente.

Amor para todos ♥



Mi asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora