– ¿Papá?
Me cogió el teléfono a los pocos segundos, lo cual era una buena señal. Tenía el asqueroso presentimiento de que Ethan, u otra persona, trataría de hacerle daño, y tenía que salir de dudas. No me importaba de que, de vez en cuando, divisaba una figura oscura por el rabillo del ojo; sabía que Ethan me seguía en mi camino por las calles, y no me importó.
– ¡Victoria, cielo, que sorpresa! ¿Qué tal, cariño?
Sonreí. La voz de mi padre, aunque cansada y rota, seguía denotando el mismo entusiasmo de siempre.
– Muy bien, papá. ¿Y tú? ¿Algún descubrimiento nuevo?
Se quedó unos instantes en silencio, y comencé a sospechar que le había dado al botón de colgar sin querer, pero entonces lo oí de nuevo... y podría haber jurado que sonaba unas octavas más alto que de costumbre, como si se hubiera puesto nervioso.
– Qué va. Ya sabes que estas cosas llevan su tiempo, nena, y aunque me he tirado la última semana trabajando a tope, apenas avanzo.
Sonreí.
– ¿Y en qué estabas trabajando últimamente? Parece que han pasado siglos desde que estuve por última vez en casa.
Lo oí contener la respiración.
– Bueno... Es que no sé si...
Comenzaba a volverme paranoica. Si él quería asegurarme de que no estaba tramando algo que me incluyera, y, por extensión, a Ethan, tendría que ser un poco más convincente. Porque su tono y su dibitativa actitud lo único que conseguían era hacer que me comiera la cabeza más todavía.
– Entiendo –dije, demasiado rápido–. Cosas del oficio, ¿no? Competencia y todo eso.
– Sí –dijo, visiblemente aliviado por encontrar una excusa. Pero a mí no me engañaba–. Oye, cielo, ha sido genial hablar contigo, pero tu madre me está llamando. Creo que tu hermana ha vuelto a caerse por las escaleras.
Reprimí una carcajada. Ella siempre había sido muy patosa.
– Salúdalas de mi parte, ¿vale? Saluda a Olivia de mi parte, y a mamá. Las llamaré cuando pueda.
– Por supuesto, cariño.
Vacilé antes de decir lo que llevaba teniendo en mi mente desde hace un buen rato. Finalmente, hice acopio de valor y pregunté:
– Papá, ¿todo va bien? Sé sincero, por favor. Tengo un mal presentimiento.
Lo oí suspirar imperceptiblemente.
– Claro que sí, Victoria. Todo va estupentamente.
– Vale. Bueno, adiós, papá. Te quiero.
– Y yo a ti, mi vida.
Ya está. Era toda la confirmación que necesitaba: estaba claro que algo iba mal. Mi padre había puesto ese insoportable tono que utilizaba cuando mentía para protegerme, y, dado que no iba a conseguir sonsacarle nada a él, tenía otro objetivo.
Guardé el móvil en el bolso y caminé con rapidez hacia el extremo opuesto del parque en el que me encontraba. De vez en cuando, miraba a mi alrededor, para ver una sombra que me observaba desde algún árbol.
Sabía que me estaba siguiendo.
Era hora de provocar un encuentro con Ethan.
ESTÁS LEYENDO
Mi asesino
Teen FictionVictoria es una chica de diecinueve años, una estudiante más de Medicina en la Complutense, Madrid. Puede presumir de haber leído muchas novelas de fantasía, y, quizás, tener demasiada imaginación (hasta el punto de ver cosas donde no las hay), per...