Capítulo 23

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No tardamos mucho en encontrar el cuartel general de las Sombras. O bien no estaba muy bien escondido, o teníamos un sentido de la orientación fantástico.

Entonces pensé que Ethan era, o había sido, uno de ellos, y que por tanto debía de saber con gran precisión donde se encontraba el refugio.

Bajamos por una escalera tallada burdamente en la piedra, que descendía hasta lo que parecía lo mas profundo de la tierra. El pasadizo olía a moho y humedad, y, por la absoluta oscuridad que nos envolvía, que no era un camino que se usara con frecuencia. De lo contrario, lo habrían provisto de luz.

En algún momento debimos de entrar en el territorio de las Sombras, porque comenzó a haber lámparas en el techo y el pasadizo estaba mucho mas cuidado. Quizás Ethan, aprovechándose de ser parte de aquella comunidad, había decidido usar un camino secundario que luego se uniera al principal. Estaba inquieta.

– Ethan, ¿no crees que deberíamos seguir por el otro pasadizo? Este es demasiado expuesto.

Él negó con la cabeza.

– No solemos salir de la red subterránea, con excepciones. No nos gusta pasearnos por ahí, ya sabes, por los Guardianes.

Asentí. Todavía me acordaba de aquella historia que me había contado.

– De acuerdo. Pero ten cuidado, por favor.

Él cabeceó. Estaba concentrado, lo veía por la forma en la que cerraba los puños, por como escrutaba cada rincón. Yo misma tenia todos los músculos en tensión, a la espera de que ocurriera algo. Cualquier cosa podía salir mal.

Había perdido la noción del tiempo, pero cuando llegamos a un gran portón de madera, que señalaba el fin de el trayecto, me pareció que habían pasado horas desde que habíamos accedido a aquel mundo subterráneo.

Me giré hacia Ethan, y vi que el observaba aquella puerta con temor en la mirada. Agarré su mano y le sonreí con afecto.

– Todo saldrá bien, ya lo verás.

El me devolvió la sonrisa con timidez y se colocó frente a la puerta, dándome la espalda, pero sin soltarme. Agradecí su reconfortante contacto.

Lo oi respirar hondo. Estuve a punto de echarme atrás, pero cuando oi el crujido del picaporte de aquella inmensa puerta, supe que no había salida. Había aceptado hacer aquello, y llevaría a cabo mi cometido, aunque muriera en el intento.

No me di cuenta de lo que ocurria hasta que Ethan tiro de mi mano, y comprendi que teníamos que seguir caminando.

Atravesamos un pasillo únicamente iluminado por la macabra luz de unas velas que colgaban en la pared. Al fondo del corredor había otra puerta, algo mas pequeña que la anterior, pero que de todas formas era el doble de grande que yo, como minimo.

La mano de Ethan temblaba cuando se disponía a abrir la puerta, y comprendi entonces que solo aquello nos separaba de nuestro destino. Fuera como fuese, tras atravesarla nada volveria a ser lo mismo.

Tire de la manga de su camisa para llamar su atención.

– Eh – dije, y el se giro hacia mi- No se como acabara todo esto, pero quiero agradecerte todo lo que has hecho por mi.

El sonrió.

– No me des las gracias, Vic. Es menos de lo que mereces. -titubeó un instante, y luego añadió- Te quiero.

– Y yo.

Fue apenas un susurro, pero ambos lo oímos. Por alguna razón, aquel "te quiero", tan normal en cualquier pareja, fue distinto a los demás, y estoy segura de que el también lo noto. Quizás se debiera a que probablemente fuera el ultimo.

Mi asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora