Capítulo 40

90 13 1
                                    

Tocan la puerta sin cesar y mi mejor amiga hace un puño con su mano. - No le abras, Ana... -me mira con sus ojos vidriosos. Tuerzo el gesto y me levanto.
- Sabes que tienes que hablar con él... Tienen que hablar. -digo antes de caminar hacia la puerta y abrirla, dejando a Lucas con su mano arriba antes de volver a golpear la puerta. Él me agradece en silencio y yo camino a la sala nuevamente. Ahí está Nick inexpresivo jugando videojuegos. Me acerco y despeino su cabello.

- Oye tú... -Nick da un último disparo y me mira. - Creo que deberíamos... -me quedo muda un momento mientras escucho un grito/gruñido de mi mejor amiga. - ¿Darles privacidad? O espacio -sugiero y Nick se ríe antes de asentir. Salimos del apartamento y caminamos hasta el ascensor, después de que el portero me guiñe un ojo, Nick pasa su brazo por mi cintura y me atrae a él.

- ¿Vamos en el coche o caminamos...? -rompe Nick el silencio cuando estamos justo frente a los demás apartamentos. Las estrellas inundan el cielo y me detengo unos segundos a observarlo. - Creo que sería mejor caminar...-opino y él asiente. Despeina mi cabello y yo resoplo mientras él se ríe.

Hemos caminado al menos unas diez calles, hasta que Nick tapó mis ojos con sus manos, impidiéndome ver, cualquier cosa. - Nick, ¿que haces?-me quejo y oigo como sisea.

- ¿Confías en mí? -su voz llega a mi oído y envía una corriente eléctrica a las demás partes de mi cuerpo.

- S-sí, pero, ¿qué...? -ahora una de sus manos cubre mi boca.

- Cierra los ojos sí confías en mí. -hice lo que me pedía. - ahora... -sentí como colocaba una venda sobre mis ojos y anudaba detrás de mi cabeza, mis ojos aún seguían cerrados. - ahora, sí confías en mí, ¿vas a seguir todos los pasos que te dicte? -tragué saliva.

Me encontraba entusiasmada con saber que será lo que Nick está tramando, aunque también siento algo de temor, nunca se sabe que puede pasar. Sus manos aterrizaron en mis caderas y se cerraron con fuerza. Acercó sus labios a mi oreja y su voz gruesa y rasposa llegó a mi oído. - Camina cinco pasos... -comencé a caminar y él aún no quitaba sus manos de mis caderas, lo que me hacía estar cada vez más nerviosa. Siguió guiándome hasta que una puerta se abrió, y la brisa fría abrazó mis brazos. Se escuchó el sonido de una campanilla, seguido de los murmullos de las personas, y el de una canción que me cuesta identificar. - Nick, ¿En dónde estamos? -su mano volvió a cubrir mi boca, estuve tentada a lamer su palma y tomar venganza de aquel día, pero estaba tan ansiosa que ya ni podía pensar con claridad.

- Shh, calma, espera aquí, y por nada del mundo te quites la venda, ¿okay? -rodé mis ojos aunque él no pudiera verme. Lo sentí alejarse y me abracé yo misma.

- Hola... -escuché una voz junto a mí.

Estaba debatiendo entre responderle o no la nueva voz misteriosa que me acompañaba. - ¿No hablas, dulzura? -

- Yo, eh... -siento como una mano fuerte me sostiene en mi lugar, cubre mis labios y no me permite moverme.
Otra vez el sonido de la campanilla, lo que me indica que estamos saliendo de dónde sea que estuviéramos. Siento como mis piernas involuntariamente comienzan a temblar y me doy un zape mental por ser tan miedosa. El sujeto suelta de mala gana la venda que cubría mis ojos, pero su asquerosa mano sigue sobre mis labios. Lo miro y no reconozco nada en él, lo único que supongo es que su edad radica entre los treinta, quizá más, o quizás menos.

- Veamos, preciosa -repugnaba con toda mi alma ése bendito apodo, ¿porqué todos lo usaban conmigo? - ésta es la cuestión. Mi jefe me envió a darte un comunicado, el cuál debes cumplir a la pata de la letra. -continuó mirándome fijamente a los ojos. Podía sentir como los míos con rapidez comenzaban a nublarse. - Sí mañana asistirá a la fiesta de la señorita Katherine Colleti, deberá ser con el debido disfraz que le enviamos, sí no es así... -soltó mis labios y puso sus dos grandes manos sobre mis caderas y sostenía con fuerza, luego se fue deslizando hasta que llegó a mi pantalón y tiró fuerte de él, dejando parte de mis piernas expuestas. Luego hizo lo mismo con mi blusa, mi flacucho abdomen quedó a la vista y una fuerte brisa fría me invadió. Quise quejarme, pero sabía que sí lo hacía sería peor. - Está advertida, Srita Clayton -con eso, me golpeó el pomulo de la mejilla, se dio la vuelta y se marchó. Me apoyé de la pared que se encontraba detrás de mí. Las lágrimas se hicieron presentes y no sentí pena alguna en estar tirada en el suelo, con la ropa rasgada y soportando las miradas fisgonas de las personas a mi alrededor.

FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora