Tana La Diosa de Luna

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Capítulo XII

Tana La Diosa de Luna

La siguiente historia, que apareció originalmente en las Leyendas de
Florencia, relatada a mí por la gente, no pertenece propiamente al
Evangelio de las Brujas, aunque no es estrictamente conforme a ello; no
podía ser omitido ya que se trata del mismo sujeto. En la que Diana aparece
simplemente como la diosa lunar de la castidad, no como una bruja. Me lo
entregaron como Fana pero mi informador me dijo que bien podía ser
Tana; aunque no estaba seguro. Ya que Tana aparece en otra historia, y el
sujeto es ciertamente Diana, apenas puede haber una duda sobre esto.
Tana era una chica muy hermosa, pero extremadamente pobre, tan modesta
y pura como hermosa y humilde. Ella fue de un lado a otro, trabajando y
cultivando la tierra en la granja y llevando una vida honesta.
Había un campesino joven, un muchacho muy feo, bestial, y bruto, que
estaba profundamente enamorado de ella, pero ella, no siendo el joven de
su agrado, rechazaba todas sus insinuaciones.
Pero una noche, cuando ella regresaba sola de la finca donde trabajaba a su
hogar, el joven que se había escondido en un matorral, saltó sobre ella
gritando, "No puedes escapar, ahora serás mía”
Al ver que nadie la podía ayudar, solo la luna llena contemplándola desde
el cielo, Tana desesperada se arrodilla y llorando dice:
"No tengo a nadie en la tierra quien me defienda,
solo tu me ves en este aprieto;
¡Por lo tanto te invoco a ti, OH! Luna
Con tu arte tan hermosa y brillante
Dirigiendo tu esplendor sobre toda la humanidad;
Te invoco para que ilumines la mente
de este pobre rufián, que hacerme el mal quiere aquí,
o aún algo peor. Lanza tu luz en su alma,
Que él me permita estar en paz, y pueda
regresar en tu luz a mi hogar"
Cuándo ella hubo pronunciado estas palabras, apareció ante ella una forma
brillante y oscura, que dijo:
"Alzate y regresa a tu casa
Eres merecedora de esta gracia;
Nadie te molestará más,
¡La más pura de toda la tierra!
Vete como la Diosa que eres,
La Diosa de la Luna,
La Reina de todas las brujas"
Así sucedió como Tana se convirtió en la Diosa de la Luna.
Aunque la esencia sea tratada de un modo diferente, es un poema de pura
melodía, y al igual que en el de Wordsworth "La beata oscura y el malvado
violador." En ambos Tana y la anciana dama son sorprendidas y
amenazadas; ambas invocan a un poder superior:
"Fría e impasible luna sobre su cabeza,
Así sobre sus rodillas reza la beata;
El joven salteador oyó lo que ella había dicho,
Y su helado frío se dirige a lo lejos."
El centro dramático es el mismo en ambos. La versión inglesa transforma
con sobriedad un abeto incurable de fiebres palúdicas infligidas a un avaro
y joven campesino; la poetisa-bruja italiana, en un sentido más suave, o con
más compasión por la heroína, deja al bruto de lado sin la más mínima
mención, y diviniza a la doncella, identificándola con la Luna. El antiguo
es más práctico y probable, éste es más poético.
Vale la pena comentar, a pesar de la digresión, que hay una inmensa
mayoría de gente que puede percibir, sentir y valorar la poesía en meras
palabras o formas – es decir, objetivamente - y apenas darse cuenta cuando
se presenta subjetivamente como un pensamiento, pero no cuando se
presenta como una clase de verso o forma regular. Un experimento curioso
que merece ser estudiado es tomar cualquier pasaje de algún poeta famoso;
escribirlo en pura i sencilla prosa, prestando atención a su verdadero
significado, y si aún así le emociona como la poesía, es de primera clase.
Pero si ha perdido absolutamente su encanto, es de segunda clase o inferior;
el mejor no puede ser compuesto por meras palabras tintadas de
asociaciones, debe ser con imaginación y sentimiento.
No es tal la diferencia con el sujeto como se podría imaginar. Leyendo su
significado subjetivamente, me sorprendo a menudo por el hecho de que en
estas tradiciones Brujas que he reunido hay una imaginativa y maravillosa
poesía, que sobresale de los distantes esfuerzos de muchos poetas
modernos, y que sólo requiere la ayuda de alguien hábil en palabras para asumir el más alto grado. Una prueba de lo que he afirmado puede ser
encontrada en el hecho de que, en tales poemas famosos como el de el
Encuentro de la Lira, por James Russell Lowell, y sobre la invención de la
Flauta de Pan, por la Sra. Browning, lo que formó la parte más exquisita y
refinada de los mitos originales es omitido por ambos autores, simplemente
porque lo perdieron o no lo percibieron. Ya que en el antiguo nadie nos
dice que esto era la respiración del dios Aire (que era el alma inspiradora
de la música antigua, y la Bellaria de la mitología moderna de las brujas)
sobre un filamento seco de tortuga, que sugirió a Hermes la fabricación de
un instrumento con el que hizo la música de las esferas e indicó el curso de
los planetas. En cuanto a la Sra. Browning, ella abandona totalmente a
Syrinx, es decir, la voz de la ninfa que permanece tranquila en el tubo que
había sido su cuerpo. Ahora en mi mente, la antigua narrativa de la prosa
de estos mitos es mucho más profunda, poética y ágil, y mucho mas
inspirada en la belleza y romance, que son las versiones rimadas y bien
moderadas pero muy imperfectas dadas por nuestros poetas. Y de hecho, tal
necesidad de la inteligencia o la percepción puede ser encontrada en todos
los poemas clásicos, no sólo de Keats, pero si en casi cada uno de los
poetas de la época que trataron con elementos griegos.
Esta magnífica inspiración le es permitida a pintores y poetas, pero cuando
toman un subjetivo, especialmente una profunda tradición, y no perciben su
estilo, simplemente nos dan algo muy bonito, pero carente del significado
aunque han hecho su trabajo de la mejor manera que han podido, o así debe
de haber sido. Este defecto no ocurre en el italiano ni en las versiones de
las brujas de Toscana de las fábulas antiguas; al contrario, ellos aprecian
agudamente, e incluso ensanchan, el espíritu antiguo. A menudo he tenido
la ocasión de observar que no era imposible que en algunos casos la
tradición popular, hasta esto ahora existe, ha sido preservada más completa
y exactamente que en los relatos que encontramos de cualquier escritor
latino.
A propósito de esto, recordaría a ciertos lectores que si encuentran muchos
defectos en la gramática, faltas de ortografía, y otras cosas peores en los
textos italianos en este libro, no hagan, como algún corrector distinguido ha
hecho de atribuirlos a la ignorancia de su autor si no también a la de la
persona que reunió y registro dichos artículos. Me acuerdo ahora de esto
porque he visto en una copia de mi Leyenda de Florencia que circulaba por
la biblioteca, que alguna alma cuidadosa se había esmerado en corregir con
un lápiz todos los arcaísmos. Quien fuere, el o ella, se parecían a un cierto
lector de En donde, él o ella estaban como un cierto lector de Boston, que
en un libro mío corrigió la ortografía de muchas citas de Chaucer, Spenser,
y otros en el más puro, o más impuro, Webster; dando así la impresión de que yo era un completo ignorante en ortografía. En cuanto a escritos o
libros de contenidos considerados como hirientes, que casi siempre
pertenecen en parte a la posteridad, es una vulgaridad así como también
una falta de moral, e indica qué la gente es más de lo que ellos sueñan.
"Sólo un canalla tan rastrero como un ladrón
Escribiría en un libro o arrancaría una de sus hojas,
incluso su robo, se conoce también,
Para usar libremente de lo que no es suyo propio."

Aradia- El Evangelio de las brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora