El regreso de Javier

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 >> Fue al relajarme cuando todo volvió, la pesadilla, de nuevo, ahí. No…, no puedo saber muy bien el motivo, pero él siempre vuelve. Estoy segura. ¡Siempre! Tengo la certeza, y no sé de dónde viene, pero es tan real como usted y como yo, de que lleva cientos de años en este mundo, esa cosa oscura, primitiva. Ha nacido y muerto una y otra vez, sembrando el dolor y el caos allá por donde ha pasado. Siempre tomando la forma de un bebé, aprovechándose de la inocencia, alimentándose del amor de los padres que aman a sus hijos. Seguramente hubo más como yo, que se diesen cuenta de lo monstruoso que era su bebé, y seguramente también hubo otros que no lo hicieron, y lograron vivir, por no hacerle frente. Pero yo, yo se lo hice, y él lo supo desde el momento en el que me miró a los ojos nada más nacer. Fue cuando él decidió acabar conmigo para continuar con su existencia. Yo creí que si lo mataba… (Sollozos), nunca más volvería, pero no es así. ¡SIEMPRE VUELVE! (Más sollozos). Yo elegí. Pude elegir no hacerle frente y vivir, pero no lo quise, no podía vivir sabiendo que gracias a mí había vuelto a venir al mundo.

 >> La normalidad había vuelto a mi vida, la policía dejó de investigar y me dejó en libertad. Dormía como nunca había dormido, doctor. La verdad es que no sé cuánto tiempo de sueño tenía atrasado. Me sentí fuerte y renovada, y regresé al trabajo con unas fuerzas enormes, porque una de las condiciones policiales era tener un trabajo. Ahora ya no tengo ni trabajo, me entristece, pero no consigo mantener uno durante más de una semana. Él me acecha por todas partes, noto su presencia a cada momento y me aterra.

 >> Volvió el día en el que hubiese cumplido un año. Si hubiese sido un bebé normal yo habría ido al cementerio a llorar por su muerte, sin embargo, lo que hice ese día fue comprarme un gran pedazo de tarta de chocolate para celebrar su desaparición. Lo recuerdo como si fuese ahora mismo, a pesar de que han pasado casi dos años. Eran las cuatro de la tarde y yo volvía de mi trabajo. Antes de ponerme a comer la tarta decidí ir a buscar un libro para leerlo mientras disfrutaba de ella. La lectura y el chocolate son mis dos pasiones. Cuando regresé a la cocina…, casi me muero del susto. (Respiración acelerada) La tarta estaba a medio comer, pero como si se la hubiese comido alguien con las manos, y con el chocolate derretido alguien había escrito la palabra “mami” en la encimera. Di tales gritos que la vecina de enfrente se sobresaltó y vino a llamar a la puerta para comprobar si estaba bien. Mentí y dije que tan sólo había visto un ratón. ¿Cómo iba a creerme, doctor?

 >> A partir de entonces mi vida se convirtió en una pesadilla. Él había regresado, no sé de dónde ni cómo, y no iba a parar hasta que acabase conmigo. A veces, su presencia era totalmente continua, otras, se pasaba unas semanas e incluso meses sin aparecer. Son tantas cosas las que ha hecho para aterrorizarme. Al principio eran sólo sustos, bromas macabras que en el fondo a mí no me hacían ninguna gracia, aunque a él, allá donde estuviese, seguro que le hacía mucha. Después, fue acercándose a mí, me toca, me daña. Es horrible, doctor, horrible. Le contaré sólo algunas de las cosas que me ha hecho.

 >> Como le dije, al principio sólo eran sustos: el llanto de un bebé a medianoche, una llamada al timbre en la madrugada y al mirar por la mirilla descubrir un carrito abandonado, encontrar juguetes suyos tirados por el salón, encenderse la televisión en un canal de dibujos animados, un chupete en la cómoda de mi habitación o el olor de los polvos de talco al entrar en casa. Intentaba llevarlo con normalidad, se lo juro. Cuando veía algo así giraba la cabeza hasta que se pasaba, o simplemente dejaba de mirar por la mirilla para no encontrar más carritos, pero todos tenemos un límite, y yo he llegado a él. Ahora me hace daño, doctor. Las marcas de mi vientre lo demuestran, no puede negarlo. ¿Por qué marcas en el vientre y no en cualquier otra parte del cuerpo, doctor? Pues porque es él, porque él estuvo durante nueve meses ahí dentro, porque le encantaría coger mi aparato reproductor y destrozármelo. Por las noches noto como si lo tuviese otra vez en mi interior, sus patadas, sus movimientos, pero me duele, no es agradable. A veces siento como si fuese a desgarrar mi vientre y salir de nuevo por él.

El bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora