- H...Hola, ¿e...estás bien?- Preguntó el chico con ojos color chocolate con su dulce voz un poco temblorosa acercándose a la cama.
-yo... estoy bien- se cubrió el rostro con la sábana blanca intentando escapar y ocultar el leve sonrojo de sus mejillas.
-oh lo siento no era mi intención molestarte- dio la vuelta dispuesto a marcharse, pero su mano fue capturada por otra de forma firme - No, no es eso- hizo una pequeña pausa para volver a sentarse sin soltar la mano de Yuuri.
- Es solo que, bueno, viste lo que pasó ¿no?- El otro solo asintió con un leve movimiento de su cabeza soltando una pequeña risa.
-Si, fue algo gracioso, aun que me asuste un poco cundo vi la sangre, me alegra que estés bien- dijo mientras que con el dedo índice de mano libre tocaba delicadamente la nariz del joven que aun se encontraba roja por el golpe, dándose cuenta de su acción, Yuuri avergonzado se alejo por lo menos cuatro pasos, provocando una leve risa al contrario.
-l...lo siento, yo... no me he presentado, soy Yuuri Katsuki de segundo año- se apresuro a decir mientras hacia una pequeña reverencia como se acostumbra en su país.
-Encantado yo soy Otabek Altin e igual que tu estoy en segundo año- respondió con una sonrisa mientras lentamente se levantaba de la cama acercándose peligrosamente al rostro de Yuuri para dejar un beso en su mejilla.
La breve presentación se vio interrumpida por la llegada de Chris y la enfermera, Yuuri abandonó el lugar de forma silenciosa para después cuestionarse por el impulso que lo había llevado a ir casi corriendo para asegurarse de que Otabek estuviera bien y se sonrojo al recordar el beso que había recibido.
Esa noche el pelinegro no conseguía dormir, pues los recuerdos de lo ocurrido por la tarde rondaban en su mente, recordaba claramente esa voz tan profunda, el tacto de sus manos y sus suaves labios en su mejilla, cerró los ojos dejándose envolver por ese sentir tan cálido, pero la imagen de alguien vino a su memoria y en un susurro se pudo escuchar -Viktor- mientras una lagrima escapaba lentamente.
Yuuri no podía negar que Otabek le parecía agradable y tenía muchas ganas de conocerlo, pues esos ojos llenos de misterio le parecían realmente atractivos como si lo invitaran a un mundo desconocido, pero debía de admitir que aún seguía sintiendo algo por Viktor.
Por otra parte el joven Nikiforov trataba desesperadamente de hablar con el japonés para aclarar las cosas siendo interrumpido constantemente por Plisetsky y cuando no era así, el pelinegro se negaba a hablar con él.
Al día siguiente en el gimnasio
Víctima de sus caprichos un pelinegro se encontraba hablando con el capitán del equipo de baloncesto para pedir que lo dejara unirse a sus prácticas recibiendo una respuesta afirmativa.
El más sorprendido fue cierto kazajo que no perdió oportunidad para acercarse a hablar con él y ayudarlo con los ejercicios, no tardo mucho en darse cuenta de la gran resistencia y flexibilidad de su ahora compañero. Las conversaciones que mantuvieron a partir de ese momento fueron tranquilas y ambos se sentían relajados y cada vez había mayor interés por saber cada detalle de la vida del otro. Poco a poco los días iban pasando entre risas y bromas, lo cual fue una gran sorpresa para Yuuri, pues en un primer momento había pensando en el kazajo como un chico serio que podía causar un poco de miedo pero no tardo en descubrir que era muy dulce, tierno y maduro para su edad.
Otabek también se llevo una gran sorpresa al darse cuenta que Yuuri no solo era ese chico inteligente y tímido de mejillas sonrojadas y de apariencia angelical, sino que también algunas veces podía comportarse de una manera fría y calculadora siendo sarcástico y un pequeño caprichoso.
Una tarde después de las clases y el entrenamiento los dos se reunieron en uno de los jardines del ala sur de instituto ese jardín era viejo y estaba muy alejado de los otros edificios por lo tanto nadie iba a ese lugar, al llegar podías observar un encantador camino de piedra que llevaba a un quiosco rodeado por bellos girasoles.
Una vez sentados el kazajo dio un enorme suspiro, tomo ambas manos del pelinegro y las enlazo con las suyas sin perder contacto visual y comenzó a hablar.
-Desde la primera vez que nuestros ojos se encontraron no puede evitar hacerme adicto al dulce chocolate de tu mirada, tu sonrisa ilumina mis días tanto como el sol y el sonrojo de tus mejillas derrite mi corazón. Yuuri ¿quieres ser mi pareja?- preguntó un poco tímido y un con un leve sonrojo.
-Yo...- Yuuri en ese momento tenía una batalla interna, por una parte quería corresponder a los sentimientos de Otabek pero sabía que aun no lograba olvidarse de Viktor por completo- Yo lo siento, aun no sé qué es lo que siento por ti y me duele admitirlo pero aun pienso en Viktor e iniciar una relación así no sería justo para ti - respondió mientras separaba sus manos y bajaba la mirada, sintiendo una opresión en su pecho sin saber porque.
-Mírame Yuuri - susurro mientras rompía la distancias que los separaba, colocando una mano en la mejilla del japonés obligándolo a verlo perdido en un solo pensamiento amo la mirada en tus ojos, la amo desde la primara vez que la vi hace siete años. -No busco justicia, solo dame una oportunidad- dijo finalmente mientras abrazaba a Yuuri, abrazo que no tardo en ser correspondido.
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Sabor a chocolate
Fiksi PenggemarYuuri está atrapado en un amor unilateral ya que se enamoró de Viktor Nikiforov su mejor amigo ahora debe luchar cada día por ocultar sus sentimientos y pensar que hacer después de escuchar la dulce confesión de un chico malo -Desde que vi tus ojos...