Fausto.
—Es que no entiendo, si ya le estás dando una pensión ¿Para que la mandas a operaciones?— Carlota se siguió quejando mientras terminaba de ponerse mi camiseta que debido a sus enormes pechos le quedaba ajustada.Con Carlota no había día que no me reclamara acerca de Nina Ríos (Un corto amorío mío hace más de diez años el cual parecía ser que Carlota nunca superaría).
Carlota se había autoproclamado mi prometida en cada reunión de la mafia desde que tenía memoria y mi padre le solía aplaudir siempre su lengua chismosa, porque Alejandro decía que este era el tipo de mujer que debía de tener a mi lado. "Una cabrona" había promovido orgulloso.
Aun con la bendición de Alejandro, Carlota no me mandaba nunca.
Lo que yo hiciera con Nina era solamente entre ella y yo. Y si el resto de mis aliados respetaba mi decisión no entendía porque Carlota no.
Apenas y le gruñí como contestación revisando mis celulares para mantenerme en los canales correctos.
Mis informantes y las cámaras me mantenían al tanto de cualquier cosa que sucediera en Cancún en mi ausencia.
No debía de estar usando a mis informantes para espiar a Indra. Vladimir se enojaría pero pues...
Revise el archivo de fotos con su nombre.
El estupido tipo de playeras sosas con el que estaba Indra en mi ausencia le sonreía a mi secretaria en cada foto. Ni siquiera me debería de importar pero de cierta forma lo hacía. ¿Prefería pasar tiempo con esa porquería humana que trabajaba en el partido político?
Yo era mil veces más guapo.
Carlota se peinó su larga cabellera rubia frente al enorme espejo con luces blancas integradas.
Después la autoproclamada fiesta que Ulises había decidido tirar cuando la cena terminó, me había acostado con Carlota solo para saciar las necesidades que aún tenía.
—Nina Ríos es una lacra en nuestro mundo, no me gusta que siga dando vueltas a tu lado. Ya obtuvo lo que quería Fausto ¿Por qué no se queda quieta?— dijo Carlota. A veces pensaba que los berrinches de Victoria provenían de la maestra del chantaje Carlota Cuervo.
Rodé los ojos. Todavía me costaba creer que esta era una de las mujeres mas poderosas de México.
Aun así prefería mil veces que Carlota sacara sus frustraciones sobre Nina y no contra Indra a la cual procuraba mantener muy lejos de su radar.
—Mejor evita rebajarte tu a su nivel Carlota— dije estirándome en la cama King size.
La mujer del narco y yo teníamos personalidades similares y una ambición desmesurada para llegar a nuestras metas. Así que odiaba chocar tanto con Carlota fuera de tener sexo.
Era mi aliada si, pero nunca sería mi mujer. Y por alguna razón que no entendía ella seguía obstinada por ser mi pareja oficial.
Carlota bufó en lo que terminaba de hacerse la coleta, su cabello rubio brillaba de una manera que atraía a cualquier hombre en busca de oro.
—¿Cómo va Quintana Roo?— dijo ahora Carlota cambiando de tema.
Lo primero que llego a mi mente fueron los labios de Indra hablándome. Carraspee alejando la imagen.
—Tengo pendientes que terminar pero siéntete libre de descansar— dije para finalizar su sutil interrogatorio, luego me pare rápido de la comodidad para alistarme en un nuevo día.
Carlota siempre odio mi poco tacto, pero yo no podía ser obligado a ser un hombre de rosas y mimos.
El corazón y el cerebro no van de la mano, menos en este trabajo, pero al parecer ya ni siquiera yo sentía que me estaba tomando mi regla completamente en serio.
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Prisioneros del poder ➀ #Romance
Romance"Detrás de su frialdad y crueldad, Indra no pudo evitar ver un destello de humanidad en Fausto de Villanueva." Si hubiese comprendido todo lo que implicaba amar a alguien como Fausto, el hombre más impenetrable y peligroso que jamás conoció, ¿Se hab...