Congeniando con el Diablo. Parte 1 (Completo). Saga "Intensos"

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Alex

Hudson ha llegado desde temprano para conversar sobre el tema del compromiso, escuché sus objeciones y sobre las malas decisiones de su hija, pero no tengo ganas de seguir con una relación falsa, simplemente me cansé.

—Es lo mejor Alexander, mi hija no entiendo que es tener conexiones profundas

—La decisión fue tomada, si tienes algún problema lo conversas con los dos, ya que a ella no le va a agradar que su padre está planeando sobre su relación, de nuevo

—Un padre busca lo mejor para sus hijos —defiende de una manera tan superficial que me causa más cansancio.

—Ahora tengo muchas citas, tú también debes estar ocupado. Cerremos el tema —con toda la paciencia que me queda termino la charla

—Tienes razón, pero sé que es bueno para ustedes, los adultos ya pasamos esto —comenta como si fuera un modelo a seguir

No puedo evitar pensar que mi padre debió ser igual con su doble vida, pero al menos él no escondió a su hija. 

Pasamos al pasillo, noto como su mirada va hacia Camill, ella no se ha percatado de su presencia, pero su sola existencia hace que su padre corra sin decir nada. Lo veo alejarse y tomar los ascensores sin mirar atrás

El panorama de la castaña es diferente, veo pétalos sobre el piso, sigo con la mirada el desastre hasta ver el pote de basura llena de un arreglo que ya había visto antes de llegar a la oficina. Me acerco a la castaña, sus ojos están perdidos, pero sus manos tienen pequeños rasguños.

Tomo sus manos, ese acto la logra traer de vuelta. Con la vista más clara puedo ver como todas sus palmas están con rasguños, lo más probable sea por las rosas en el tacho.

—¿Quieres protección? —ella parpadeo mientras sigue escuchando— sé mi pareja y puedo protegerte Camill

Parece cansada al escucharme, trata de retirar sus manos, pero evito que lo haga

—No voy a investigar sobre tu pasado, lo único que propongo es protegerte mientras estés a mi lado. Sabes que puedo hacerlo

Su mirada parece triste, tal vez pensó otra cosa para mi propuesta.

—Bien —suspira— , falta tres meses para dejar el trabajo, después me iré

Sé que la he aprovechado esta situación para tener esta respuesta. Sé que no tengo sentimientos amorosos o alguna obsesión con ella, lo único que deseo es protegerla del posible peligro que la he expuesto.

Todo el día nos concentramos en el trabajo, tomamos tiempos diferentes para almorzar, soy el último que lo toma, ya que estaba en una junta. Voy hacia la primera planta, está vez iré cerca, ya que no tengo ganas de conducir.

Observo que en recepción hay un repartidor, pero es curioso que vea de nuevo ese mismo arreglo.

Me acerco y tomo la tarjeta, no dice más cosa que buenos deseos para su recuperación, además de su nombre escrito en cursiva.

—No quiero ningún tipo de arreglo más para mí asistente —aviso a mi recepcionista. Ahora me fijo en el repartidor— ¿Quién las manda?

Parece tímido al tratar de hablar, mi hora se puede perder con solo esperar su respuesta.

—Sea quién sea, dale un mensaje: Ya no necesita preocuparse, ya que la cuidaré —el adolescente parece asustado ante mi actitud, pero no me sorprende, mi actitud tiende a intimidar a las personas— ¿Escuchaste?

—Sí señor, lo siento —con el arreglo en su mano sale, pero vuelve a entrar— ¿Qué hago con esto?

—Lo que quieras, pero no la quiero en mi empresa