Nyotaimori

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Pov Adrien

Abrí lentamente los ojos y pude ver a Marinette dormida a mi costado. Es tan linda cuando duerme. Estaba de espaldas a mí y usaba mi brazo como almohada. Me solté de su agarre con cuidado de no despertarla, agarré mi celular y vi la hora, 8:00 AM, ya era hora de levantarnos.

-Mari, Mari, Marinette, despierta.

-Mmmm 5 minutos más-dijo a lo que yo reí un poco

-Vamos, levántate, ya es hora de trabajar.

-Está bien-ella se levantó y cuando me vio abrió mucho los ojos-Waaa.

-¿Qué pasa?

-M-me había olvida-dado d-d-de que t-tú...

-Jajaja, ya te lo dije no tienes que avergonzarte.

-Pero...

Desvió la mirada y pude apreciar como se sonrojó aun más. Instintivamente la besé, ella correspondió después de unos segundos.

-Será mejor que nos cambiemos.

-Sí.

Fui a mi habitación y mientras estaba cambiándome recordé algo. Después de que le hiciera la entrevista a Marinette me puse a buscar cosas eróticas para hacerle cuando fuera mi maid, y una de ellas era el nyotaimori. Ayer esa chica me excitó mucho, sera un buen castigo. Terminé de cambiarme y bajé.

-Nathalie, hoy quiero comer sushi en el almuerzo.

-Claro joven Agreste.

Subí y me topé con Marinette por el pasillo. Finalmente la vuelvo a ver en su traje de maid. Le di un par de órdenes y esperé hasta que fuera hora del almuerzo.

-Amo, su orden de sushi ya llegó.

-Oh, pasa Marinette-la azabache entró.

-Si me disculpa, me retiro.

-De hecho-dije antes de que pudiera dar un solo paso-Marinette. Tengo otra orden para ti.

-¿Cual es?

-Desvístete.

-¿Ah?

-Sácate la ropa.

La oji-azul obedeció y quedó en ropa interior. Me acerqué a ella  y yo mismo le saqué su sostén y sus bragas.

-Adrien-dijo sorprendida-¿Q-qué haces?

-Acuéstate.

Se acostó en el sofá y yo empecé a poner el sushi sobre su cuerpo.

-Amo, ¿qué va a hacer? ¡Ah! Eso hace cosquillas.

-Ya vas a ver.

Terminé de colocar el sushi y aprecié mi obra maestra Hora de degustar.

Empecé con los que había puesto en sus brazos. Iba subiendo lentamente hasta sus hombros donde deposité algunos besos.

-¿No se supone que deberías usar palillos?

-Se supone.

Después empecé con sus piernas. Comía sin tocar por completo su intimidad, podía escuchar sus sutiles gemidos. Subí a sus pechos. Comí el que estaba justo en su pezón y jugué un poco con su pequeño botón rosado. Continué con el resto de su pecho, luego el otro, la azabache no dejaba de suspirar y gemir mi nombre, hasta yo me estaba excitando con tan bello canto de placer. Bajé por su vientre y finalmente su zona íntima. Empecé a comer con desesperante lentitud. Finalmente terminé.

Soy la Maid de Adrien AgresteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora