Capítulo 2

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Al llegar a casa, como siempre, no había nadie. Mi hermano al salir de clase antes y ser pequeño se quedaba en el comedor hasta que mi madre salía de trabajar y lo iba a buscar.

Fui a mi habitación a dejar las cosas y cambiarme. Nada mejor para estar comoda que una camiseta holgada y una coleta mal hecha.

Como no tenía ganas de cocinar, puse la música y empecé a preparar una ensalada césar. Creo que las ensaladas son mi comida favorita después de la pasta, simplemente por el hecho de que es lo único que sé preparar aparte de bocadillos y calentar sobras en el microondas. Dios, es bastante vergonzoso ahora que lo digo, tener 16 años y no saber cocinar.

Justo cuando terminé de comer, sonó el timbre. ¿Quién podría ser a aquellas horas? Mi madre llegaba sobre las 17:00 con mi hermano y mi padre casi solo pasa por casa para dormir, por lo que no me cuadraba que alguien viniese a casa a las 15:30.

-¡Dona! Abreme o tiro la puerta abajo.

Vale, con eso ya sabía quién era; Martha.

-¡Voy, voy, tranquila!

Cuando abrí la puerta me encontré a M con las manos llenas de bolsas. Por lo poco que pude ver, unas con comida china y otras con ropa y maquillaje.

-Vamos, fijo que no has comido nada y tenemos mucho que hacer.

-Justo acababa de terminar mi ensala... - no me dejó tiempo a terminar, ya estaba gritándome.

-¿Una ensalada? ¡Eso no es comida alguna! A ver si ahora te me vas a volver anoréxica, madre del amor hermoso.- gritaba escandalizada.

- M, no digas tonterías y deja de montar un drama. ¿Quieres explicarme por qué estás aquí?

- Te lo iba a decir en clase pero como estabas en tus mundos no me hacías caso. Hoy dan una fiesta en una casa, por lo visto de un chico nuevo que ha llegado. Y digo casa, por no decir mansión o palacio. Vive en la casa del lago, esa con la que todos hemos soñado tener. Así que tenemos que ponernos en marcha ya, Lee pasa a buscarnos a las 10.

- Pero no tengo ningún vestido, y ni he avisado a mi madre. Además, ya sabes que los tuyos no me valen, no son ni de mi tipo ni talla, eres una retaca. -dije lo último entre risas. Martha no es que fuera bajita, pero yo le saco cabeza y media.

-Bueno, pues mejor me lo pones. Tenemos que ir de compras, así que termina ese cerdo agridulce rápido, señora SoyUnGiganteSinVestidos.

Terminamos de comer entre risas. Llamé a mi madre y me dijo que no había problema, así conseguiría olvidarme de todo un poco y dejar de pensar en exámenes. Como no tenía dinero, le pregunté que si podía usar la tarjeta de crédito para emergencias que me dieron en mi cumpleaños (todavía no la había utilizado, por muy raro que parezca), y me dijo que para eso la tenía.

Fuimos al centro comercial, entramos en Drop Dead, mi tienda favorita. Allí sabía que no encontraría vestidos, pero para una vez, un par de sudaderas y unos vaqueros no me venían mal. M me convenció para que me comprase ropa de marca ya que no iba a ser en una casa cualquiera. Entramos en Marc Jacobs, todo era tan bonito a la vez que caro que me hacía sentir rara.

Me probé unos cuantos vestidos, pero no iban conmigo. Hasta que me probé uno negro con escote corazón y transparencias de encaje a los lados de la cintura. Me llegaba por la mitad del muslo, o incluso menos, era lo más provocador que me había puesto por el momento.

Al salir del probador todo eran cumplidos por parte de Martha hasta que la pegué para que parase de una vez.

Cogí un bolso de mano plateado a juego con los tacones, pagué y nos fuimos. No quería que me afectara tanta pijoteria.

Al llegar a casa ya habían llegado mi madre y mi hermano, pero nosotras subimos a mi habitación para prepararnos.

M se encargó de todo: alisó mi pelo rosa palo que me llegaba hasta la cintura (y sí, es rosa palo), me maquilló y me ayudó a vestirme.

Las dos estábamos preciosas.

El conjunto quedaba genial con mi tez pálida, mi pelo y, sobretodo, mis ojos esmeralda sobresaltaban a la vista.

Bajamos a despedirnos de mi madre y todo eran alagos otra vez.

- Dona, no te olvides de que soy tu principito azul - me dijo mi hermano Sander. Tenía 5 años, y era la dulzura en persona.

- Nunca podría olvidarme de mi pequeño príncipe. - le contesté mientras nos abrazabamos.

Afuera nos esperaba Lee, el novio de Martha, para llevarnos en su coche.

Me pasé todo el trayecto pensando en lo felices que se les veía a los dos y en que ojalá tuviera yo una relación así, pero sabía que eso nunca pasaría.

Un Zero en mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora