Capítulo 5

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Cuando me desperté allí estaba, tapada con la colcha de su cama, pero no recordaba que en ningún momento me hubiese tapado.

Entre las sombras creí ver a alguien. Serían las 6 o las 7 de la mañana porque todavía no pasaba mucha luz a través de la cortina. Hasta que mis ojos se acostumbraron no vi que no había nadie en el pequeño sillón de la habitación.

Salí de la cama, cogí mis cosas y me fui. Como me esperaba, no había nadie a esas horas, pero me sorprendió lo limpio que estaba todo, como si nunca se hubiese hecho una fiesta allí. Saqué el móvil y vi que tenía 15 llamadas de M y otros 10 mensajes más suyos, debería de estar muy preocupada.

Llamé a un taxi para irme a casa y ya llamaría a Martha cuando llegase para explicarle todo.

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El fin se semana pasó volando. Solo salía de mi habitación lo justo y el resto me lo pasé estudiando. Desde que llamé a Martha y le expliqué todo, estaba empeñada en que la noche del viernes me acosté con el chico misterioso, pero no fue así.

Ojalá.

No, no puedo pensar así. ¡No lo conozco, ni sé si me gusta!

Es lunes, ya tengo que ir a la cárcel, más conocida como instituto. Me pego una ducha rápida, me visto y salgo corriendo mientras desayuno un trozo de bizcocho (si me llega a ver M así me mata) y repasando los apuntes de literatura ya que tengo el examen a primera hora.

Cuando llego entre empujones a clase, voy a mi sitio y me preparo mentalmente diciéndome que son como deberes y me va a salir genial, hasta que de repente lo veo entrando por la puerta. Se me había olvidado que era nuevo y por lo visto coincidimos en esta clase (y espero que en ninguna más). Por suerte, se sentaba una fila detrás de mí. Al pasar por mi lado me dedicó una rápida mirada. ¿De qué iba? Vale que me había ido de su casa corriendo, pero podía saludar o preguntar como me encontraba.

Te gusta.

Me volví a concentrar en mis apuntes hasta que el profesor entró. Por sorpresa, mandó salir a la tarima al chico nuevo para presentarlo. Todos siguieron estudiando, pero yo me quedé mirándolo embobada. Se podía ver que no tenía ganas de presentarse.

- Bien, soy Zero Kiryuu Herondale de Villiers. ¿Puedo volver a mi sitio?

Se volvió a sentar y el profesor repartió los exámenes. Empecé a leerlo y contestar.

1. ¿Qué es el romanticismo?

Cuando él me dejó su chaqueta.

¡Para! Mi subconsciente me estaba matando, así suspendería el examen. Y la verdad, estuve así hasta que conseguí terminarlo bien.

En cuanto lo entregué, recogí mis cosas y salí corriendo de clase. Martha y Finn seguirían en clase y Blair estaba mala, así que me tocaría estar sola un rato. Saqué mi iPod y me puse a escuchar música tumbada en el césped del jardín hasta la próxima clase. Hasta que, como siempre, apareció.

- ¿Voy a poder sentarme contigo o me vas a echar a patadas?

- Nadie te ha dicho que no puedas. -dije con el tono más cortante y seco que pude.

De su boca salió una pequeña sonrisa - Bueno, el otro día te fuiste sin decir nada y no me dio tiempo a presentarme. Soy Zero y ¿con quién tengo el placer de hablar?

Esa sonrisa era simplemente matadora.

- Belladona, Dona para los amigos. Y sí, me fui, no se me había perdido nada en tu casa.

- ¿No? ¿Estás segura? ¿Entonces esto no es tuyo?

Se sacó del bolsillo un pintalabios y lo sostuvo en el aire con actitud burlona. Y por mucho que me costase admitirlo, era mío.

- Oh, encima de acosador y mirón, también eres ladrón. No me lo esperaba para nada. -dije mientras intentaba recuperar mi pintalabios. Pero él se apartaba todo el rato hasta que al final me caí encima de él y nuestras caras estaban casi pegadas como nuestros cuerpos.

- Que me lo des, no es tuyo. -le dije mientras me apartaba. Había sido un momento muy incómodo.

- Bueno, pues dime tú a qué clases vas. -dijo con la mejor sonrisa del mundo. Parecía que disfrutaba con todo este numerito.

Se las dije todas y cada una y me devolvió el pintalabios.

- Eres insoportable. -dije.

- Bueno, pues vete preparandote. Estoy en todas tus clases.







Un Zero en mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora