I

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La noche cayó cuando Nick y Judy salían de la estación de policías. Los faroles de la ciudad estaban encendidos atrayendo a una multitud de polillas que, enloquecidas e ilusionadas por las luces rodeaban las luminarias.

Desde que se conocieron, eran casi inseparables. Muchos los catalogaban como mejores amigos y excelentes policías pues daban lo mejor de sí cuando les asignaban algún trabajo sin dar larga a la importancia.

Siempre caminaban juntos pues Nick tenía la costumbre de dejar a Judy en una determinada calle, esa noche no era la excepción.

En su mayoría de las veces, las conversaciones giraban en torno a la vida laboral de ambos y muy poco sobre lo personal, aunque la confianza era tal que, sin ningún problema, pudieron haber desnudado por completo sus memorias y confesar hasta el pecado más airoso y extraño que pudieron cometer.

—Otro caso resuelto —dijo Judy. Siempre trataban de terminar todo en un día como mínimo, ese día también lograron su meta.

—¿No te cansas de ese positivismo? —preguntó. De nuevo el caso que le encomendaron no llenó sus expectativas, creía que la vida policiaca iba a ser un poco más divertida, pero no era así—. Porque a mí ya me cansó.

Judy lo miró, rio y luego le dijo:

—¿Acaso está aburrido el zorro tonto? —dijo de forma burlona, pero en sus adentros ella estaba también algo decepcionada.

—¡Oh! Ahora resulta que soy aburrido... estos últimos meses hemos estado resolviendo casos de menor categoría, y si no lo hacemos estamos en ¡parquímetros! Sabes que odio parquímetros... La verdad esperaba más.

—No te deprimas, zorro bobo, eso es una buena señal: significa que la ciudad está bien, por lo tanto podemos decir que estamos haciendo bien nuestro trabajo... aunque he estado un poco aburrida estos días.

Los dos caminaban en la penumbrosa noche del plenilunio, era hermosa, como todas esas noches en el corazón de la ciudad.

—No sé... creo que debemos hacer algo para evitar aburrirnos —Nick la vio—, o moriré del aburrimiento —dijo riendo mientras actuaba un para cardiaco.

—No sobreactúes, Nick. Verás que dentro de poco saldrá algo que nos animará.

Nick recuperó su compostura y puso una cara seria.

—Desearía creerte, coneja... pero tú y yo sabemos que no será así.

—Bueno... al parecer el zorro pesimista volvió.

Los dos llegaron a un determinado cruce de calles, Nick la miró y sonrió.

—Creo que aquí nos separamos pelusa —dijo. Se detuvo y medito un poco—, pero... ¡Mira! ¡Le están robando la cartera alguien! —Señaló hacia la oscuridad con asombro.

—¡¿Dónde?! —preguntó ella intentando divisar lo que Nick decía.

—¡Ahí! —dijo él, señalo de nuevo hacia la nada.

Judy intentaba ver, pero la oscuridad se lo dificultaba. Estaba distraída y eso fue aprovechado por el zorro, que con mucha cautela, se acercaba a su espalda.

—¡Sigue buscando! —repitió Nick.

—¡No miro nada! —dijo, pero en ese instante sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Nick le tomó el rabo con una pata, con la otra le hizo un suave agarre evitando que ella se moviera y dijo:

—Es una treta tesoro —Judy se quería zafar, pero no podía.

Zootopia: PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora