VIII

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Justo después de que Nick se despidiera y abordara el taxi junto con Judy, pensó en dónde era el lugar más conveniente para dejarla descansar. Quería llevarla al departamento de ella, pero el sitio estaba muy lejos, además, quería protegerla de las malas intenciones de los animales que vivían en el condominio. No quería exponerla a improperios innecesarios sabiendo que podía hacer algo para evitarlo.

Se le vino la idea que deberían de ir a un hotel muy lejos a descansar hasta que ella se mejorara, pero mejor no, podían caber malas interpretaciones, pero de verdad una parte de él quería llevarla. No podía. La última opción que le quedó fue decirle al taxista que los llevara hasta donde él vivía, no tan lejos, era un lugar calmado y vacío en donde la mayoría de los animales eran nocturnos, justo ese día, el domingo, la gran mayoría estaba en sus lugares de trabajos mientras que otros solo estaban encerrados en sus casa o en sus departamentos.

El edificio al que llegaron se ocultaba en la penumbra, o reverberado solo por unas cuantas bombillas que iluminaban el lugar; sereno y tranquilo, eran las palabras que el zorro siempre utilizaba para describirlo. De hecho, se escuchaba solo el zumbido de los insectos, así es, se escuchaban en una armoniosa canción molesta que a más de alguno no dejaba dormir. Judy estaba aún mareada, lo suficiente como para no poder caminar derecho. El zorro la sacó, se despidió del lobo que conducía el taxi y se la llevó hasta donde él vivía.

En el silencio de la noche los pasos sigilosos de Nick se escuchaban como fuertes estruendos en los oídos de la coneja. Esto hizo que preguntara dónde estaba en un balbuceo que era casi incomprensible.

—No te preocupes, Zanahorias, dejaremos la apuesta para después. —Le contestó su compañero. Ella volvió a perderse dejándose llevar por él, sentía algo cálido que la abrigaba y esa sensación era reconfortante.

Nick, por su parte, no se encontraba del todo bien, desde hacía un tiempo había estado teniendo pensamientos erráticos y acciones intempestivas que por poco lograba detener. A pesar de todo, pudo más su deseo de auxiliar a su compañera.

Pasaron los minutos hasta que llegaron. El departamento del zorro era pequeño, lo suficiente como para que alguien soltero viviera. Era cálido los días de invierno y en primavera predominaba un olor a humedad que ya no molestaba a Nick por la costumbre de vivir allí.

Los muebles eran simples y sencillos, no más tenía unas cuantas cosas como un par de sillas, una cama un armario y detalles decorativos como cuadros y adornos para las paredes. El baño estaba separado, tenía esa dicha. Eso sí, era mucho más grande que el de la coneja. También no tenía molestos vecinos y casi siempre predominaba el silencio en el lugar, y eso era lo que más le gustaba.

Tenía planes muy buenos para esa noche: una reservación en un buen hotel lejos del bullicio de la ciudad, que era el lugar en donde tenía pensado llevar a Judy, pero que después desecho esa idea, y al día siguiente mentir sobre algo tonto para faltar al trabajo y llevar a Beatriz Villamizar a algún sitio lindo después de despertar de la agitada noche. Aunque no se pudo conciliar, sí se sentía bien y a gusto, su conciencia le molestaría si hubiera dejado a Judy a merced de Larry Blizz, pero una pregunta le asaltó la mente justo cuando entraba, ¿acaso no estaba haciendo él lo mismo que trataba de hacer Larry?

Sacudió su cabeza y puso en blanco su mente.

Entró; en la oscuridad total buscó un lugar donde colocar a Judy y lo único que encontró fue una silla, la sentó y recostó su cabeza con cuidado en el respaldar. En ese momento ella dio un leve suspiro de sueño.

Nick no sabía qué hacer, la vio sentada y su corazón se agitó al verla tan cándida en esa silla. Su cuarto estaba desordenado, sintió la seria necesidad de encargarse de limpiarlo de forma rápida y de esconder el desorden en lugares inaccesibles para Judy. Pensaba muchas cosas y de entre las cosas que pensaba estaba la oportunidad de haberle ganado a Judy, todavía se sentía mal, pero juraba que las cosas hubieran estado a su favor si Judy no hubiera bebido tanto. Pensó que para la próxima vez tomaría en cuenta ese dato y haría que las cosas fueran a su favor.

Zootopia: PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora