Prólogo

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El extraño trayecto que me llevó hasta el final de Zootopia Primavera.


Fue una ardua, pero divertida aventura, al menos para mí, el hacer esta interesante obra. Comenzando desde el final hasta el inicio empecé a entretejerla poco a poco, aunque las situaciones no siempre fueran las propicias.

Recuerdo ese día tan peculiar, navegando un poco en la web y buscando algo interesante que leer, porque la búsqueda no es sencilla si uno de verdad desea leer algo de calidad, me di cuenta que en realidad no había nada bueno, algo que llenara mis expectativas en cierto sentido, me dije que eso no era posible, debe de haber algo. Seguí buscando y lo único que encontré fueron vagas historias que escritas por jóvenes, quizás algún adulto, dominados por las enfermedades febriles de sus temporadas propias de la flor de la juventud. Era lamentable ver que eran pésimas tanto en redacción y ortografía como en trama y coherencia. Me sorprendí por eso.

Fue entonces cuando un leve suspiro de inspiración me dio un final de una historia, pero el CPU estaba en mantenimiento, entonces, desesperado cogí un lapicero, el único que tenía en mi oficina, y empecé a escribirla, demoré algo de tiempo, alrededor de una hora, deseche tantas hojas que la sesta tuve que vaciarla dos veces en el contenedor que estaba a solo unos cuantos metros de mi cubículo estrecho, cosa muy rara sabiendo que el jefe era yo, pero me facilitaba las cosas. Era de noche, como a las dos de la mañana terminé, para ese momento uno de mis confidentes más leales estaba en línea, cosa extraña a mi parecer ya que vivimos en distintos países y los husos horarios debieron ser un impedimento para nuestras conversaciones, entonces lo contacté, le dije la idea que tenía en unos resumidos 5 mensajes. Al principio no comprendió, así que después le envié una obra mecanografiada de lo que tenía hasta ese momento temiendo que sus duras críticas me cohibieran para seguir adelante. Pensando lo peor recibí su mensaje después de unos quince minutos eternos de espera. Esperaba unos argumentos caóticos y correcciones necesarias, pero lo único que leí fue un "Me encanta".

Eso me animó, pero el soplo divino de inspiración terminó yéndose. Solo suspiré y continué mi jornada laboral esperando que esas ideas locas no me atormentaran en mis mañanas somnolientas.

Pasaron muchos días, y los cortos tiempos de ideas que tenía los aprovechaba escribiendo en todo trozo de papel que miraba, llegando a coleccionar cerca de 50 pedazos indescifrables para alguien que no fuera yo.

Un sentimiento me dijo que eso era suficiente, comencé a trascribirlo todo en un vejo ordenador y, en confusiones y enojos, logré culminar el primer capítulo. Le examiné a detalle y me di cuenta que faltaba algo importante: el título. No sabía que título ponerle, estaba inquieto y exasperado frente a la computadora, uno de mis hermanos se acercó, leyó un poco de lo que escribí, y me dijo que en un programa de televisión escuchó que la primavera era una época del año muy importante para la gran mayoría de los animales, me imagino que eso lo dijo porque leyó la palabra zorro en uno de los párrafos, supe que ese era el título de mi obra: Primavera. Lo escribí y lo publiqué no esperando que en tan poco tiempo tuviera una excelente aceptación.

Pero me detuve, las ideas se acabaron. No volvieron. Me dije que había sido un error publicarlo. Estuve a punto de borrarlo, pero algo dentro de mí me detuvo. Lo dejé allí, intacto, a la espera de esos instantes de inspiración. La espera se prolongó por mucho tiempo, meses para ser más específico, hasta que un día y sin previo aviso un chispazo me vino, pero no había donde escribir, no tenía el celular, tampoco un lápiz y algo en que anotar, no tuve más remedio que pedir prestado el Smartphone de mi hermano y empezar allí, el me miraba de reojo para ver que hacía, yo solo lo apartaba evitando eso ya que era muy entrometido. En un documento Word (bendita tecnología que nos embrutece) lo guardé y le coloque una contraseña, la primera que se me vino a la mente, para que nadie lo leyera.

Después, esos momentos empezaron a prolongarse hasta tal punto en que podía terminar los capitulos en poco tiempo. Conforme avanzaba, me di cuenta de una verdad irrefutable, ni siquiera yo sabía cómo iba a acabar (porque en ese momento se me había olvidado por completp que tenía un final que escribí emucho tiempo antes, que estaba perdido en alguna carpeta de mi computadora) eso me emocionó mucho, hasta yo quería leer el final. Hasta que éste llegó por si solo, como si las palabras dominaran mis dedos. Me di un respiro cuando llegué a las últimas palabras, sonreí y me dije que la espera había valido la pena.

Algún tiempo después que, como un comentario de mi extraño confidente, me acordé del final ya estaba escrito. Me reí. Entonces pensé que mi obra era especial, porque tenía dos finales muy distintos.

Debo admitir, también, que todos esos comentarios positivos me ayudaron dándome ánimos de seguir y además inspirándome para continuar.

Les agradezco a todos por su loable apoyo.

Zootopia: PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora