El llanto de niños, adolescentes y adultos inundan las calles del pueblo de Crewel.
Las cabañas y puestecillos se encuentran en llamas mientras el caos se propaga entre las personas, quienes tratan de huir de su destino. Toda persona menor de 18 años se encuentra con los ojos firmemente vendados, es una lástima que el resto de los adultos ignore que los poderes mortales de la bruja y su mellizo afectan a todo el mundo.
Los mellizos aparecen en cuanto los lugareños se han quedado sin lugar alguno donde esconderse. El rostro de la bruja se encuentra desfigurado por la furia mientras que el de su mellizo denota su tristeza infinita. Tienen las manos entrelazadas, resguardando un par de ojos cristalinos como su mayor tesoro.
Las criaturas de la bruja de Crewel desatan su furia contra los habitantes. Los poderes de Curtis sobre la naturaleza impiden el paso a aquellos que tratan de huir. Esa noche ocurrirá una masacre, y nadie perteneciente al pueblo saldrá vivo de ahí.
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Permanece quieta mientras el dolor la embarga. Dolor por sus quemaduras, y por la traición.
Ella permanece recostada sobre lo que parece ser una cama hecha de paja mientras trata de adaptarse a su nueva ceguera, pues la bruja de Crewel ha conseguido lo que tanto ha anhelado después de todo: sus ojos.
Todavía recuerda el estridente dolor al que sucumbió cuando Keres adentró sus dedos por sus cuencas y arrancó firmemente sus preciosos ojos. Sus cuerdas vocales se encuentran bastante lastimadas tras sus alaridos de dolor.
La sangre que antes salía de sus cuencas a raudales ha amainado y secado alrededor de sus párpados y pómulos. Sus muñecas duelen ante la presión a la que Curtis las sometió al sostenerla mientras su hermana le arrancaba los globos oculares. Fue tal su traición que le lastima, la hiere en su confianza rota.
— ¿Te gustaría recuperar la vista?—Adelice se sobresalta y busca la proximidad de la mujer que ha hablado, no siente su presencia por ningún lado. —Oh, dulce niña traicionada, ¿no te gustaría vengarte? ¿Recuperar tu visión?
— ¿Podrías... devolvérmela?—Inquiere en un susurro ronco, una risita siniestra es su respuesta.
—Niña traicionada, yo solo puedo ser tu medio para el fin que deseas alcanzar. Solo tú puedes recuperar lo que se te ha arrebatado. ¿Te gustaría saber cómo?
—Por favor. —Susurra y se lleva una mano llena de ampollas al cuello, posándola con cuidado sobre su tráquea. Es un suplicio pronunciar cada palabra.
—Tendrás que traicionar a quienes quebrantaron tu confianza primero. —Comienza diciendo la mujer, su voz está cada vez más lejos del alcance de Adelice. —Y le arrancarás un ojo a Keres, por haber nacido primero, y después a Curtis, por haber nacido segundo.
— ¿Y qué haré después?—Susurra temerosa de la respuesta, la mujer suelta otra siniestra risita.
—Me parece que tienes una idea de lo que tendrás que hacer, dulce niña vengativa.
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Hay cuerpos esparcidos por las calles del pueblo.
Niños, jóvenes y adultos se encuentran en distintas posiciones según el motivo de su muerte. Hay algunos cadáveres que solo cuentan con el tronco de su cuerpo, pues sus extremidades se han visto perdidas en la brutalidad de la masacre a la que han sido sometidos.
Ojos de todos los colores posibles se hayan esparcidos por las calles como canicas de un niño que se ha divertido con sus amigos.
Curtis patea uno fuera de su camino, su melliza recoge un par aquí y allá y se los lanza a sus criaturas, las cuales no tienen reparos en comérselos. Son sus caramelos favoritos.
Ambos mellizos de carmesíes ojos hacen su camino de regreso hasta la cabaña donde Adelice fue encerrada y ofrecida como ofrenda. Saludan a su hermano mayor al pasar, quien se encuentra con el cabello castaño cubriendo sus facciones, y entran en la cabaña, es su madre quien los recibe.
—Bien hecho, niños míos. —Los felicita ella y les ofrece una sonrisa de lado, haciendo notar sus arrugas producto de la edad. —Ella los está esperando, recuerden que no deben pelear contra ella ni herirla.
—Sí, madre. —Dicen al unísono, dejan los ojos cristalinos de la rubia sobre una desvencijada mesa y entran en la habitación donde ella convalece. —Hola, Adelice.
Fingen que no lo ven venir cuando ella se abalanza contra ellos siguiendo el sonido de sus voces. Se separan y cada uno queda cerca de ella. Keres permite que Adelice la alcance, también le permite explorar su rostro con sus dedos llenos de ampollas y no lucha cuando la rubia introduce uno de sus dedos en su cuenca, tampoco grita. Solo permite que ella le arrebate la maldición, su maldición.
Empuja a la rubia lejos de ella, enviándola directa a los brazos de su hermano, y limpia el hilo de sangre oscura que corre desde su cuenca derecha. Observa con fascinación a la chica mientras le arranca el ojo correspondiente a su mellizo, yendo esta vez por el del lado izquierdo, y no aparta su mirada de ella hasta que se pone ambos globos oculares sangrientos y carmesíes en sus propias cuencas.
Curtis observa también a Adelice con mirada ausente, pues en su interior se desarrolla una batalla de sentimientos contradictorios. Está feliz de por fin haber acabado con su maldición, pero le entristece profundamente que ahora sea Adelice quien cargue con ella. Sin embargo, no hay vuelta atrás.
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La bruja de Crewel
TerrorEl pueblo de Crewel tiene tres reglas: 1. Nadie menor de 18 años puede estar fuera de su cabaña a las 6:45 pm, a esa hora comienza el toque de queda. 2. Los niños deben estar arropados y dormidos a las 7:00 pm en punto, ni un minuto más. 3. Mientras...