Capítulo tres: El secreto de la familia Everglot

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Tan liberada se sentía, que no le importo que cuando llegó a su hogar, se pusiera a dar vueltas, bailando torpemente alrededor de las mesas ante la atenta mirada de sus padres, que creían que se había vuelto completamente loca.       

- ¿Qué le pasa a Victoria?-preguntó la madre de Victoria a su prometido con un gesto de amargura.

- Creo que el corset lo tiene muy ajustada-dijo su padre después de una carcajada.

- Mamá... Papá...-dijo Victoria siendo interrumpida por Hildegard su sirvienta.

- Dejen le aflojo un poco el corset-dijo Hildegard acercándose a Victoria.

- ¡No! ¡No! ¡No! sabes que no me gusta que hable sin jadear-dijo la madre de Victoria evitando que Hildegard le aflojara el corset.

- No es estoy así por el corset-dijo Victoria después de una risita-Es solo que ya no tendré que casarme con Victor.

- ¿Pero qué tonterías dices?-preguntó el padre de Victoria un poco molesta.

- Tienes que hacerlo estamos en la ruina-dijo la madre de Victoria.

- No claro que no-dijo Victoria tomando las manos de Hildegard y dando un giro.

- Tranquila señorita Everglot, soy muy vieja-dijo la señorita Hildegard.

- Dinos porqué dices que ya no tendrás que casarte con Victor-dijo la madre de Victoria.

- Victor volvió con Emily a la tierra de los muertos-dijo Victoria.

- ¿Tierra de los muertos?-preguntó el padre de Victoria un poco confundido.

- ¿Quién es esa Emily?-preguntó la madre de Victoria desconcertada-de seguro que ella tiene más dinero que nosotros.

- No estoy muy segura-dijo Victoria-Emily es una mujer que vestía un traje de novia, su cabello es de color azul y la última vez que la vi desapareció transformándose en miles de mariposas azules.

Hildegard se acerca a un mesita y toma una fotografía, después se acerca a la señorita Everglot y le apunta hacia la fotografía.

- La señorita Emily-dijo Hildegard señalando la fotografía.

- Mi querida y tonta hermana Emily-dijo la señorita Everglot con un gesto de desagrado.

Victoria se acerca hacia su madre y le arrebata la fotografía a su madre.

- ¿Donde te enseñaron modales? ¿en una granja?-preguntó la madre de Victoria demasiado molesta.

- Lo siento madre-dijo Victoria demasiado apenada.

Todos se quedaron en completo silencio.

- Esta es la mujer-dijo Victoria demasiado asombrada-ella es, es Emily.

- ¿Qué estás diciendo que Victor se casara con mi hermana?-preguntó la madre de Victoria demasiado molesta-es culpa de ella que estemos en esta crisis, ella hace mucho tiempo se casó con un hombre, mis padres no aprobaron esa relación así que se dieron a la fuga junto con el dinero de la familia, yo jamás conocí a ese patán, ella es una tonta que quería dejarme si nada de mis pertenencias.

- Emily no parece ser así-dijo Victoria.

- Pues lo es-dijo confirmó la madre de Victoria.

Suenan gritos afuera de la mansión Everglot y se puede observar por la enorme ventana a todas las personas correr. Victoria preocupada corre hasta la enorme puerta y la abre, afuera hace demasiado frío el cielo está nublado, todo es un caos afuera.

- ¿Qué está pasando?-preguntó Victoria a Hildegard.

- No lo sé-respondió Hildegard-apenas me di cuenta de esto.

Un pequeño niño se quedó parado en medio de la calle, el niño estaba temblando de miedo y una enorme sombra se acerco a el y grito:

- Los vivos no pueden casar con los muertos.

Victoria corre hacia aquella sobra y abraza al niño, rápidamente esquiva unos obstáculos y entra de nuevo a la mansión.

Hildegard cierra las puertas lo más rápido que puede.

- Es una advertencia-dijo Victoria muy preocupada.

El niño temblaba de miedo.

- ¿Estás bien?-le preguntó Victoria al pequeño.

- Estoy bien, eso creo-respondió el niño.

- ¿Una advertencia de qué?-preguntó el padre de Victoria.

- Emily está muerta y Victor es un vivo-dijo Victoria-todo esto esta pasando porque están juntos de nuevo.

La sombra golpea la enorme puerta de la mansión y toma a Victoria de la cintura y se la lleva.

- Suerte que no me llevo a mi-dijo el señor Everglot muy despreocupado.

La señorita Everglot le dio un codazo a su esposo.

- ¡¡¡Victoria!!!-gritó la señorita Hildegard.

- ¡Tranquilos estaré bien!-exclamó Victoria-eso... Eso espero.

El cadáver de la noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora