VII - Perdón

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Ahí me di cuenta de lo mucho que necesitaba ese reencuentro con mi gente por más que doliera, sólo abrazar a Mike hacía que se comenzaran a unir todas las piezas rotas que habían dentro de mí.

(...)

— No lo puedo creer —soltó un poco más calmado separándome de él para mirarme—. Lizzie —sostuvo mi rostro entre sus manos con una sonrisa y los ojos humedecidos, yo seguía llorando—. ¿Por qué te fuiste? —suspiró y volvió a abrazarme sin esperar respuesta, de todas formas, yo no podía hablar.

— No te imaginas todo lo que te extrañé —dije luego de un momento y me separé secando mis lágrimas—. Espero que me puedas perdonar —solté entrecortado e intenté calmar un poco mi llanto, él simplemente me sonrió secándose las lágrimas también.

— Ya habrá tiempo para hablar —acarició mi mejilla y besó mi frente para luego observar detrás de mí—. Son hermosas —susurró Mike y yo me volteé a ver a mis hijas también.

— ¡Sorpresa! —dijo Nick sonriendo con Allie en sus brazos y se saludaron—. No pensé que iba a ser un shock emocional tan fuerte —carcajeó intentando alivianar un poco la situación y Mike sacudió la cabeza riendo.

— Marie, él es el tío Mike —ella asintió un tanto tímida y se acercó tomando mi mano, él se agachó a su altura y Nick acercó a Allie—. ¿Se acuerdan de las fotos de él?

— Es amigo de papá —afirmó Marie y yo asentí acercándola a Mike, él las abrazó a ambas y fue uno de los momentos más lindos que vi, mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas, Nick lo notó y acarició mi brazo regalándome una sonrisa.

Cuando estuvimos más reconfortados fuimos hasta el estacionamiento, Nick y Mike se encargaron de las valijas mientras yo acomodaba los alzadores en el auto, era una experta. Una vez que nos acomodamos, Nick con las niñas atrás y yo con Mike adelante, salimos del aeropuerto. Mike tomó la ruta 114 hacia el oeste y en sólo veinticinco minutos estuvimos en la casa de la familia Jonas. Durante el trayecto el tema de conversación fue cómo nos encontramos con Nick y sobre su viaje a Londres, yo no hablé tanto como ellos, estaba demasiado nerviosa y se me entrecortaba la respiración. El camino se me hizo eterno, a pesar de que lo conocía de memoria, cada lugar era un flashback diferente de mi vida en Texas, todos los viajes desde Dallas a Westlake o de Westlake a Dallas, incluso cuando con Joe ya vivíamos en nuestra casa en Flower Mound, hacíamos ese recorrido sólo para visitar a sus padres. Se me hizo un nudo en la garganta y quise largarme a llorar de nuevo, pero me contuve, tenía que estar entera para lo que se venía. Entramos al barrio privado y sentí un escalofrío, todas las casas de Vaquero eran muy parecidas, Nick apoyó su mano en mi hombro y me aferré a ella, ahí estábamos, calle Wisteria número 1724, la casa donde había dejado parte de mi corazón.

— ¿Quieres entrar sola? —me preguntó Nick cuando el auto se detuvo y acarició mi hombro.

— ¿Estás loco? —intervino Mike antes de que hablara—. Se puede descompensar o algo —genial, seguramente me veía al borde de un ataque de nervios.

— No —interrumpí quitando la mano de Nick y suspiré—. Tengo que ir sola, voy a estar bien —asentí y Mike me observó con desconfianza—. No quiero exponerlas a lo que sea que pueda pasar —susurré, sentía que el encuentro con Mike había sido lo suficientemente intenso—. Quédense con ellas —dije antes de salir rápidamente del auto.

Caminé por la huella de adoquines y doblé en la esquina de la casa de huéspedes desapareciendo de la vista de los chicos, el jardín estaba mucho más frondoso que la última vez que estuve ahí y, como siempre en Navidad, muy bien decorado. Luego de cruzar la pequeña reja de la entrada, inhalé y exhalé profundo varias veces mientras caminaba hacia la puerta, sentía que las piernas me temblaban e incluso me mareé pensando que me desmayaría. Una vez que estuve en el porche mi corazón se aceleró, la imponente puerta de madera estaba frente a mí y podía escuchar voces familiares desde adentro, en especial la risa de Denise, sentí ganas de salir corriendo y esconderme en algún lugar para siempre, pero no podía hacerle eso a mi familia, no podía seguir haciendo más daño. Sin pensarlo más toqué el timbre, y como la puerta tenía cristal, me moví lo suficiente como para que no me reconocieran desde adentro. Los segundos se me hicieron eternos y no deben haber sido más de quince. La puerta se abrió y ahí estaba ella, una de las mujeres que más amaba en mi vida, la responsable de las cosas más lindas que me habían pasado, la que me trató como una hija más cuando me alejé de mi familia y siempre me ayudó e impulsó a ser una mejor mujer. Quería llorar hasta deshidratarme en sus brazos mientras ella me decía que iba a estar todo bien y me impregnaba con su dulzura. No podía hablar, mi cuerpo se había hecho un nudo, ella me miraba con duda sin decir una palabra, levanté mis anteojos oscuros revelando mis ojos hinchados por mal dormir y exceso de llanto, lo que la hizo confirmar sus sospechas.

White Christmas ➵ Nick Jonas/Joe JonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora