El despertar de un comienzo

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Me levanté un poco somnoliento en medio de un bosque. A mi alrededor se podían escuchar los sonidos de la naturaleza, el meneo tranquilo de las hojas, la melodía de los exóticos pájaros, el canto de un rio cercano, la ligera pulsación de los árboles... El viento bailaba excitado entre ellos mientras yo, asombrado, observaba aquella explosión de vida. Podía oler cada flor, cada planta, cada ser que se cruzaba conmigo. No pude alcanzar a ver ningún animal de gran tamaño, solo un pequeño jabalí que, rápidamente, se escondió detrás de unos arbustos y desapareció sin dejar rastro. Me dirigí hacia el sonido del agua, y al llegar al cabaloso rio me dejé envolver por aquella sensación de bienestar durante unos minutos, hasta que oí otra vez aquella espécie de pitido. Mi mente dejó de captar tantos sentidos para centrarse en aquél sonido constante. Mi corazón empezó a palpitar más rápido. Sabía que no podía permanecer más en aquél lugar tan sombrío y acojedor. Debía ir hacia las montañas. Allí se suponía que encontraría refugio. Rebusqué en mi pequeña mochila que siempre me acompañaba en mis excursiones cortas y redescubrí lo que obtenía: una piedra redonda de un color entre verdoso y marrón, con toques blancos, negros y azulados en ciertas zonas. Además de este extraño objeto, también llevaba conmigo un par de cuchillos, una cuerda y un poco de queso. <El último manjar elaborado por el hombre que comeré en un tiempo>, pensé, mientras mis ojos se situaban en la montaña más cercana, cruzando el rio a unos 50 kilómetros de distáncia. Estuve un tiempo distraído, y lo pagué caro. En mi cabeza saltó otro "piiiip" más fuerte del que había oído hacía poco, y de reojo vi unos árboles cercanos que vibraban, cosa que me dio muy mala espina. Eché a correr sin mirar atrás, cabizbajo, centrándome principalmente en cómo cruzar el rio, que me impedía el paso claramente hacia el otro lado. Lo seguí hacia abajo, dónde supuestamente desenbocaba. Me pareció oir un extraño zumbido cerca de mi cabeza. Decidí no girarme hasta estar seguro de estar a salvo. Oí el ruido de una cascada y me dirigí hacia allí. No me dí cuenta de que la extraña piedra que llevaba conmigo empezó a emitir un cierto resplandor color lima, porqué, después de llegar a la cascada y envolverme de aquella nube de agua fresca, me lanzé, decididamente hacia dónde el agua impactaba con el lago, justo debajo de la grandiosa cascada.

El ojo del bosque (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora