Durante el beso notó algo duro. La mochila se le cayó al suelo. Nunca la habían besado. Menos aun un desconocido del otro valle. Cundo se pudo separar de él no lo pegó. Algo en él se lo impedía. Pero no pudo evitar mirarlo fijamente a los ojos y rabiarse un poco.
- ¿Pero qué haces? - escupió ella, aunque él parecía no escucharla.
- Vámonos de aquí - dijo él. Tan solo fue un murmullo, pero a Serena le intimidó aquella voz tan grave y a la vez suave.
- ¿Quién eres?
- Llámame Aaron. Quien soy, descúbrelo por ti misma. -dijo con el mismo tono de voz.
Aaron cogió la mochila de Serena y bajó rápidamente pero sin correr las escaleras que llebavan al salón principal, dónde se encontraba la puerta, y Serena no tuvo más opción que ir tras él. Por un lado quería gritarle que aquello que hacía no era normal, que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, que ella no lo conocía de nada e iba a marcharse el dia siguiente hacia un lugar lejano, quizás una de aquellas grandes ciudades del norte. Pero algo en ella no quería llamar la atención, y por lo que se fijó en Aaron, él tampoco. Así que decidió seguirle como si nada y una vez afuera pedirle explicaciones. El tabernero los miró un poco somnoliento mientras limpiaba un par de mesas de algunos clientes que debían haberse quedado hasta tarde al comedor, y Aaron le sonrió mientras dejaba sobre la mesa un par de llaves. Serena supuso que serían la de su habitación y la del chico, aunque no se acordaba de que Aaron le hubiese cogido la llave. Se fijó en su sonrisa. No parecía forzada, aunque sin lugar a dudas debía de serlo, ya que después de la escena no creía que podía permitirse sonreir con tranquilidad. Aaron cogió a Serena por las manos, le guiñó un ojo, y la condujo hacia fuera del hostal.
- Cuando no haya nadie delante, te zurro - murmuró por lo bajo ella, en plan amenazador.
- No seas desagradable - le contestó bajito, y por fin salieron fuera.
Fuera hacía frio, aunque era soportable. Serena iba en tirantes, así que notaba la baja temperatura por todo el brazo. Aaron la dejó libre aunque no se alejó de ella.
- Ahora vas a tener que darme explicaciones...
- Siento la escena del beso, pero era necesario. Vete a saber si había alguien espiando. El caso es que debíamos simular ser pareja para salir ilesos del hostal.
- Pero... ¿quien iba a espiarnos y porqué? - Serena se empezaba a poner nerviosa
- Créeme, sé que te estan buscando. Y que creían haberte encontrado aquí. Pero como no saben mucho de tu fisico, y solo saben que andas por ahí sola y con mochila, sospecharon de ti, y creo que a no ser de mi intervención no te hubieran dejado salir. Ya sabes, si te ven conmigo... puede que dejen de seguirte, ya que veran que no vas sola.
- Vale vale vale, demasiada información en poco tiempo, ¿quien eres tu? ¿Por qué sabes todo eso y te importo tanto? ¿Porqué, si lo que has dicho es verdad, me buscan y tu quieres evitarlo?
- Pronto lo sabrás, te lo prometo. Ahora debemos irnos. No creo que con un solo beso dejen de observarte. Mejor que nos vayámos juntos hacia otro lugar. ¿Qué te parece Ande?
Serena no tenía miedo del chico e incluso le parecía simpático y amable dentro de las circunstáncias. Además, Ande era un lugar muy grande en medio de un valle donde una chica como ella no iba a llamar la atención. Algo de ella le decía que debía confiar en aquél chico, así que no dudó mucho en aceptar su propuesta.
ESTÁS LEYENDO
El ojo del bosque (PAUSADA)
Fantasi> EL OJO DEL BOSQUE es una novela de ficción, de miedo, de suspenso, romance, soledad, intriga, aventura... Por favor, comentar y opinar... :)