Visita inesperada

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No tardó mucho en llegar al hostal. Estaba constituido por una gran casa rural hecha de madera con un par de establos, uno a cada lado, y un campo vallado a su alrededor. A pocos metros del edificio ya se podían oír los relinchos de los caballos y mugidos de las vacas. En su interior, todo parecía ser simétrico, la misma cantidad de mesas en cada lado, las sillas todas bien colocadas e idénticas unas a las otras, una escalera en cada lado, que subían a un pasillo alzado que llebava a las habitaciones, y con un cuadro a cada pared. Serena entró sin fijarse en esto, aunque fue imposible que no acabara dándose cuenta. Algunos hombres que estaban sentados en una mesa cercana la miraron sin disimular con cara de desaprovación, mientras ella se acercaba decidida al hostalero. 

- Una habitación individual para una sola noche, porfavor - dijo ella mirándole a los ojos furtivamente y dejando entrever entre su mano izquierda un fajo de billetes. - ¿Cuanto es?

- Oye chica, ¿has venido sola? - apuntó el hombre, al que le sobraban unos cuantos quilos, mientras acariciaba con la mano a un gatito que había detrás de la barra. - ¿Qué edad tienes?

- Tengo dieciocho - mintió - suficiente para poder alojarme sola, ¿no?

El hostalero la fitó unos segundos y acabó dándose por satisfecho. Luego se dirigió pesadamente hacia la caja.

- Son 25 solo dormir, cariño. 

- Perfecto.

Y un segundo después de obtener las llaves, se dirigió a su habitación para descansar un poco y dejar su mochila en algun lugar seguro. Aun así, mientras subía las escaleras, no pudo evitar clavar la mirada en una mesa donde había dos chicos aparentemente jóvenes compartiendo una conversa. La estaban mirando, y uno parecía sonreir. Serena pasó de largo. Cerró con llave, sacó lo que había en su mochila y se acomodó en la única cama de la cambra.

Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que se había dormido. Miró por la ventana, y descubrió que era de noche. Se maldijo por dentro. No debería haber perdido tanto tiempo de esa forma. Se hizo nuevamente la mochila y abrió la puerta con la llave. Cuando ésta se abrió, no estaba sola. Un chico alto, moreno y aparentemente fuerte se apoyaba al otro lado del pasillo. Serena lo había visto antes, abajo, en la mesa. Se asustó, aunque decidió salir e ignorarle. Pero el chico no la ignoró. Se entrepuso entre ella y la salida y la empujó suavemente hacia la pared del pasillo. Ella izo un vistazo rápido por ahí, aunque no había nadie más. Solo ellos dos. Entonces se fijó en el chico. Era guapo, tenía unos ojos preciosos y no parecía ningun tipo malo. Algo en ella le decía que no estaban solos, el compañero del chico que había visto debía de estar por ahí cerca. Serena lo miró a los ojos intentando desafiarlo, aunque estaba asustada. ¿Tan temprano habían ido a por ella? El chico se acercó y ella le puso la mano en el pecho, apartándoselo.

- Se puede saber qué quieres?

No obtuvo respuesta. El chico la miraba sin rabia, como si le diera pena la situación.

- Lo siento. No hay alternativa - dijo el chico, la agarró por los brazos y la besó fuertemente, aunque sin pasión.

El ojo del bosque (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora