Sueños

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Cuando me di cuenta era demasiado tarde. Ya no sabía cómo volver y, aunque me había llevado la mochila conmigo, tenía una sensación de culpabilidad enorme. Quizás era por el queso, que lo había dejado ahí abandonado... No, eso seguro que no. Era por el echo de no saber guiarme por la naturaleza. De pequeño jugaba mucho al bosque cercano de la ciudad, y nunca me había perdido. Menos dos veces, en las que iba con un amigo, Vanyl, que con su carácter desafiador me había echo introducirme más en el bosque de lo normal. Muchos recuerdos empezaban a merodear en mi cabeza, cuando conocí a mis amigos, cuando iba a la escuela, cuando mi madre me acariciaba el pelo después de un dia fatigoso... Entendí que todo aquello había cambiado, que nunca volvería a ser lo que fue en un día. Fue entonces que me mareé, me acurruqué en el fuerte tronco de un árbol, y me dormí.

Me encontraba en medio de una ciudad medieval destruida y abandonada, solitaria en medio de la nada. Estaba rodeado de una especie de halo especial, y una neblina baja. Me movía muy lentamente. De lejos se oía el sonido constante de un tambor, que rebotaba en mi cuerpo y parecía afectar a todo mi campo visual. Parecía como si la tierra respirara. Me pasaba un buen rato andando por aquél sitio hasta que, de repente, una luz me envolvía fríamente y me llevaba a pensamientos oscuros dentro de mi cabeza. Ví el momento en que rompía definitivamente con Helena. De hecho, estaba allí mismo, contemplándolo como si fuera uno más en la escena. Me vi a mi mismo. Diciéndole adiós. Y los ojos se me volvieron llorosos. Pero antes de que me eché a llorar como hice ese día, la escena desapareció y desperté en otra sala, llena de animales en captiverio, miréndome con unos ojos grandes y vacios, que me agujereaban el alma. No podía moverme. Solo contemplarlos. No muy lejos de mi había un chico más o menos de mi edad, que hacía musculos con una máquina llena de pesas y una barra colgada en la pared. No podía ver claramente su cara, y lo que tenía claro era que no lo conocía y él no podía verme a mi. Lo estuve observando, hasta que la imagen se volvió borrosa. Pasmado, observé diversos acontecimientos de mi vida y la de la gente cercana a mi. O que había sido cercana a mi. Mientras pasaban delante de mis ojos, entendí que nunca volvería a ser lo que fue en otro tiempo, que ahora era libre, si, pero me enfrontaba solo a mi mayor desafío.

El ojo del bosque (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora