18.- De vuelta al inicio

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No pude volver a dormir, tenía que hacerme cargo de lo que el mocoso había provocado antes de dormirse en mi cama. ¡Por Merlín! ¡Siquiera hubiera terminado antes de caerse dormido! Tuve que arreglar yo mismo el "problema". Eso no era lo que me comía por dentro.

Tenía tiempo sin sentir esa necesidad, era lógico que al ver la oportunidad mi cuerpo reaccionara, era algo más. Potter, sí; el Niño-Que-Vivió-Y-Venció-Al-Señor-Tenebroso, acaba de confesarme que me amaba, y yo... no sabía qué pensar de todo esto. Desde hace tiempo yo mismo miraba a Harry de forma diferente, pero pensé que era por el trato que tuvimos durante mi recuperación y luego la convivencia como compañeros de casa, lo que me había orillado a verlo desde otro ángulo. Pero sabía que solo eran excusas que yo mismo me daba. Y sobre él, no sabía que de cierto había en su confesión.

Pensé en la atención que me daba, no era la misma que le daba a cualquiera de sus amigos. Analizándolo bien, le gustaba molestarme más de la cuenta que a sus otros "amigos". Bromeaba con Ron y Neville, pero no los molestaba propiamente, con Draco era una extraña relación de compañerismo y rivalidad a la par, ambos eran muy parecidos y chocaban por eso. Con sus amigas, evidentemente el trato era diferente, no les haría bromas y las incordiaría solo para ver sus expresiones ni esperaría "represalias" de ellas.

Pero conmigo, todo era distinto. Le gustaba molestarme, llevarme al límite de mi paciencia, hacer bromas cada vez más subidas de tono. Habíamos llegado a un punto en que la siguiente broma quizás fuera demasiado "lejos". Por eso me sentía frustrado y aterrado.

Si todo lo que paso antes de que cayera en la inconsciencia era una broma, había sido lo peor ya que estaba jugando con fuego y se lo haría pagar caro. Pero si no era una broma, no sabía qué hacer, no sabría cómo reaccionar a lo que Harry podría sentir por mí.

Y lo más aterrador en ambos casos, es que yo estaba completamente jodido. Cualquier respuesta que tuviera esa incógnita, yo ya estaba más que jodido. Estaba enamorándome de Harry Potter. Lo sospeche después de su "broma" en el lago, la sospecha se hizo más fuerte en navidad, y lo confirme en año nuevo, cuando sentí demasiado alivio al saber que ya no tendría novia.

Si había sido una broma, tendría que pensar en una respuesta que no tuviera nada que ver con mis sentimientos, y alejarme del chico lo suficiente para "sanar mi herida". Y si resulta que el sentía algo por mí, no sabía qué hacer.

Le llevaba 20 años, no es mucho cuando se trata de una amistad, pero para una relación, era mucha diferencia. Era su mentor, no estaba contra el reglamento que tuviéramos algo más que una amistad, pero podía considerarse un "conflicto de intereses". Y luego estaba el asunto de que yo no era la mejor persona para ser la pareja del "Gran Harry Potter, Salvador del mundo mágico". ¿Podrían sus amigos aceptarme como su pareja? ¿Y los Weasley? ¿Aún lo considerarían familia?

Pensando en todo esto, llegó el amanecer y hasta pasando las 10, Harry logró por fin abrir los ojos. Veía todo a su alrededor como si no pudiera sostener su cabeza. Si yo no estuviera tan asustado, podría haberlo considerado muy divertido. Al final logró enfocar un poco sus ojos y localizó sus lentes. Empezó a hablarme con la voz pastosa de quien ha bebido más de la cuenta.

—M-mi cabeza, ¿Dónde estoy? ¿Sev? —.

—En mi habitación—Dije tratando de sonar lo más calmado posible.

—¿Qué pasó? ¿No recuerdo n-nada? ¿Porque estoy en tu cama? ¿Y por qué no llevo camisa? —.

Su cara pasó del desconcierto al horror en menos de un segundo. ¿De verdad no recordaba nada? ¿Nada de nada? Decidí intentar entrar en su mente, y no pude, había un inmenso espacio en blanco en donde debían estar sus pensamientos. En su estado no podía haber usado Oclumancia, además de que Potter no era el mejor en eso. Por más que intente, no pude penetrar en su mente, era como si hubiera mandado todos sus pensamientos y recuerdos a una bóveda y solo él supiera de su paradero.

Decidí confiar en mi habilidad de descifrar el lenguaje corporal. Se veía genuinamente perturbado, disperso, no parecía poder hilar un solo pensamiento. En general, parecía sincero al decir que de verdad no recordaba nada de lo acontecido en la madrugada. Así que decidí jugarme una última carta que podría salvar esta situación sin perder su amistad. Quizás nunca podría atreverme a decirle lo que empezaba a sentir por él. Pero al menos lo tendría cerca.

—Primero, estabas borracho. Segundo, te traje hasta tu habitación con la intención de dejarte en tu propia cama, pero en tu estado no pudiste decirme la contraseña, así que decidí cederte mi cama. Y tercero, estas sin camisa porque se llenó de sudor, así que te la quite. Por último, te duele la cabeza, porque tienes resaca. Creo que tengo una poción que te servirá para eso último—.

Y me fui directo a mi laboratorio a buscar un frasco con una poción vigorizante, esa debería servirle para paliar los efectos del alcohol. Agradecí a todos los magos antiguos porque Harry de verdad no recordaba nada. Aún no estaba listo para tomar una decisión y arriesgarme a intentar algo. Ni siquiera el señor oscuro me había hecho sentir tan aterrado como la idea de tener que separarme completamente de Harry. Regresé a mi habitación con el frasco en mano y se lo di a Harry ya abierto.

>> Bébela toda, te sentirás mejor. Y te recomiendo que vayas a tu cuarto y pidas el desayuno a uno de los elfos. Te sugeriría también dormir un poco más. La poción te ayudará, pero no quitará toda la resaca—.

—Gracias Severus. Lamento que hayas tenido que dormir en tu sillón después de tu fiesta—.

—No importa, fue muy divertido escucharte balbucear, ¿Quién diría que el Niño Que Vivió no sabe cuándo parar de beber? —Le dije con suficiente sorna, de vuelta al inicio, para molestarnos mutuamente.

—Muy gracioso Severus, algún día te veré en mi situación y también me burlare en tu cara—Aparentemente, de verdad no recordaba nada.

—Bueno, ya que estas consciente, lárgate de mi cuarto mocoso—.

—¿Me das mi camisa? —.

Le hice un encantamiento de limpieza no verbal y se la devolví.

—Ten, ahora largo—.

Se fue maldiciendo en voz baja. Alcance a oír algo como "maldito murciélago", y "si no fuera mi amigo" antes de que cerrara la puerta tras de sí. Suspire, nunca me había sentido más aliviado.

Me recosté en la cama y pude aspirar su aroma entre mis sabanas, me quedé así un rato antes de dejar fluir las lágrimas, aún si él no recordaba lo que pasó, yo sí; y dolía, vaya que dolía. Estaba más allá de estar jodido. Estaba enamorado, muy enamorado. Y antes de dormirme, alcancé a murmurar para mí mismo.

—También te amo Harry—.

Otra OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora