22.- La trampa de Rossie y sus secuaces

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Ayude a Harry a empacar sus cosas durante los siguientes días, su entrenamiento como Auror empezaría en una semana, no hablábamos mucho. Me sentía terrible. Sabía que tenía que hacer algo, pero no quería decirle lo que de verdad deseaba. Aunque fuera a distancia, podría seguir siendo su amigo. Si le decía y me rechazaba, ni siquiera eso tendría.

El sábado quedé de ayudarlo a llevar sus cosas a su nuevo departamento, afortunadamente para él, el dueño del edificio amaba a los perros, así que Hocicos podía irse con él. Otra cosa que agregar a mi creciente depresión. Ya no vería a mi querido pulgoso. Por más que intentaba pensar positivo, algo raro en mí, no podía imaginarme ya vivir sin la constante presencia de Harry en mi vida.

Había ido ganándose mi confianza desde el día que desperté del coma, y lentamente había empezado a quererlo, a verlo desde otra perspectiva. Ya no era aquel mocoso que me molestaba en clases, era mi amigo, y yo... me enamoré de él gracias a la convivencia, a pequeñas cosas que en su momento no pensé, fueran especiales. Y ahora... tendría que aprender a vivir sin él. Rossie tenía razón, una vez más, él era con quien tenía que estar, con quien yo quería estar, pero no me atrevía a dar ese paso.

Llegamos a su departamento, era, como había dicho, pequeño. Una sala con chimenea, en donde cabía solo sillón y una mesita, una pequeña cocina, una alcoba y un baño. Nada más. Desencogimos todas las cajas y le ayude a poner sus cosas y muebles en donde medianamente cupieron. Iba a abrir la puerta para irme y no pude.

—La puerta no abre Harry—.

—Espera, déjame ver Sev. ¡Alohomora! —.

—¡No funciona! —.

—No van a salir de ahí—Esa voz. ¿Rossie? ¿Rossie nos había encerrado?

—El hechizo de cerradura lo hizo Hermione, e hizo un hechizo anti-aparición y otro bloqueador, así que no saldrán así de fácil—¿Ron?

—¿Hermione? ¡DÉJANOS SALIR! —Empezó a gritarles Harry.

—No hasta que hablen—¿Ese era Draco?

—Ya nos tienen cansados con sus niñerías—¿Neville?

—¿Por qué no hablan? Saldrán más rápido—¿Luna? Todos ellos, nos habían encerrado.

—NO SE DE QUE ESTÁN HABLANDO, ¡DÉJENOS SALIR! —Siguió gritándoles un cada vez más enojado Harry.

—Harry, tranquilízate, no nos van a dejar salir—Le dije lo más calmado que pude.

—Así es Sev—Rossie, en cuanto saliera, le daría un par de Crucios.

—¿Dónde está Hocicos? No está con nosotros—Pregunté cuando vi que el perro no estaba.

—Lo tenemos aquí afuera. Podrán verlo cuando salgan—Dijo con voz cantarina Luna.

Oí como se retiraban todos. Y Harry, estaba histérico. ¿Tan mal lo ponía mi presencia?

—¡No pueden hacernos esto! —.

—Tranquilízate Harry, todo lo que tenemos que hacer es esperar, y cuando vengan fingir que nos volvemos a llevar bien y nos dejarán salir—.

—¿Que nos volvemos a llevar bien? ¿De que estás hablando? TU Y YO NOS LLEVAMOS BIEN, ¡SOMOS AMIGOS! ¿Y DE QUE QUIEREN QUE HABLEMOS? ¡NO TENEMOS NADA DE QUE HABLAR! —.

—Pues ellos no piensan eso—Conteste intentando no explotar en improperios.

Harry ya no dijo nada y estuvo la siguiente media hora, caminando por su sala, rumiando amenazas de muerte contra sus amigos. Por mi parte, me preparé un té y me senté en el sillón. Empezaba a marearme de solo ver a Harry caminar como poseso.

>> ¿Podrías parar? Me estas mareando—.

—Cállate Severus. De seguro esto es idea de tu noviecita—.

—No metas a Rossie en esto, ya me arreglaré yo con ella después y no es mi novia. En todo caso, pronto será la novia de tu jefe—.

—¿De qué hablas? —Ahora si me estaba poniendo atención.

—Rossie me pidió que le presentará a Shacklebolt. Cuando él vino a ver los resultados de tus EXTASIS, aproveche para llevarlo a las Tres Escobas y lo demás es cosa de Rossie—.

—¿Entonces no es tu novia? ¿Lo fue al menos? —Rodé los ojos, ¿Acaso los Gryffindors tienen el cráneo tan grueso?

—Aunque sé que soy irresistible, no. Rossie no era mi novia—.

—Pero se veían muy seguido. ¡Te beso! ¡Tú me lo dijiste! —.

—Si recuerdas, apostamos que yo le pediría una cita, y si ella aceptaba me ayudarías a integrar a Draco a tu grupo de amigos, Rossie oyó sobre la apuesta y decidió darte un escarmiento, supo que nos estabas siguiendo todo el tiempo. Eso fue todo. Nos llevamos bien, y se convirtió en mi amiga y confidente de cosas que no estaba listo para hablar. Ella sabe escuchar—.

—Pero pasaban mucho tiempo juntos, yo pensé que ustedes... tú sabes... —¿Harry se estaba sonrojando? —Soy un imbécil, si yo... si tú... esto está mal... —.

Empezó otra vez a caminar de un lado a otro. Era ahora o nunca, si me quería o no, yo ya no podía aguantar más. Tenía que hacer algo, aunque me costará mi alma. Me puse frente a él y lo tomé de los hombros. Harry bajó su mirada, no le dije nada, no quería hablar aún con él. Estaba llorando, ¡Llorando! Por Merlín, ya no más, necesitaba hacérselo saber. Lo acerqué a mí, y lo besé.

Puse mis labios sobre los suyos... suavemente. Quería transmitirle todo el amor que le tenía. Solo duró unos segundos y lo miré de frente. Harry estaba quieto. Ya está. Es todo. No me ama. Iba a separarme de él y me sujetó la mano. ¿Por qué no me soltaba? No me dejó voltear la mirada, en cuanto quise hacerlo, puso su mano en mi mejilla para que no dejara de mirarlo. Había dejado de llorar y me miraba de una forma que no supe interpretar.

Si esta era la última vez que lo vería, aprovecharía el tiempo que me quedaba. Tendría que imitar a los Gryffindors y hacer uso de todo el valor que tuviera. Volví a besarle, esta vez con más intensidad, Harry cerro sus ojos y lo imité, quería sentir sus labios sin distracciones, rozaba suavemente sus labios con mi lengua. Temeroso, quería probarlo, sentir su lengua jugar con la mía y al parecer, mis suplicas fueron escuchadas, abrió su boca y la fundió con la mía.

Sabía dulce, podía sentir un hormigueo por todo mi cuerpo, lo abrace más fuerte, no quería soltarlo nunca. Empecé a meter mis dedos entre su cabello, era tan suave. Harry tomo mi nuca y me acercaba más a él. Podía sentir su respiración mezclarse con la mía. Pasaba sus manos por mi nuca, por mi cuello, me derretía su desesperada caricia. Me sentía completo, vivo, feliz.

No supe en qué momento caímos encima del sillón, y Harry quedó encima mío. En ningún momento dejó de besarme, ni yo a él. Ahora recorría mi espalda mientras yo pasaba mis manos por su pecho. No sé cuánto duramos así, no me importo. Si no fuera por el inconveniente de que teníamos que respirar, no nos hubiéramos separado.

Cuando lo hicimos, Harry me miraba con una sonrisa y me daba pequeños besos mientras me acariciaba el cabello. Por mi parte, yo lo miraba mientras acariciaba su rostro, quería grabarlo con fuego en mi memoria. No quería decir nada, quería conservar este momento, fue Harry quien rompió ese silencio que se había instalado entre ambos.

—Te amo mi murciélago de las mazmorras—.

—Y yo a ti, mocoso arrogante—.

—Creo que si hay algo de lo que debíamos hablar—.

Otra OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora