Capítulo XI: ¿Casualidad?

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No podía dejar de pensar en lo que había sucedido el día anterior, esos pensamientos invadían mi mente y aunque me propuse ser responsable, ¿A quien engañaba? No podía concentrarme en resolver esa ecuación hasta que resolviera mis problemas personales.
Cuando levanté la vista me encontré con la mirada de desaprobación del profesor, hice mi mayor esfuerzo por retener a mi mente que se encontraba bastante reacia a centrarse el día de hoy.
Cuando por fin sonó el timbre salí rápidamente, pero no quería ir a mi casa. Pensé en visitar a Tania pero luego recordé que ya no vive en la ciudad.

Luego de recorrer las calles sin rumbo llegué a lugar tranquilo y bastante alejado, era un lugar con mucha vegetación; el paraíso en esta jungla de cemento.
Me senté en el suelo, recostada a un árbol. Necesitaba pensar, tomar decisiones, estaba enojada y me sentía sola.
Nadie, ni mi madre siquiera podía negar lo que vieron mis ojos.
Era mi mamá embarazada, era un bebé que no era yo. ¿Qué pasó con él? Mis padres son tan fríos conmigo, ¿Será que lo abandonaron? De no ser así no me lo habrían ocultado.

Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, estaba uniendo las piezas de la historia y la conclusión no me gustaba.

¿Por qué lo hicieron?
Es injusto, yo podría tener un hermano o hermana, no estaría tan sola.
De pronto en mi mente se representó la imagen de los padres de Tania, imaginé a mis padres de esa forma y sentí rabia, vergüenza e impotencia. Recordé la frase de mi padre el día anterior:
"Ella lo descubrirá todo"
Y el llanto de mi madre seguido de un: "Nos va a odiar".
¿Por qué los odiaría? ¿Que hicieron tan grave como para que yo los odie?
Esto coincidía aún más con mi hipótesis, era tan obvio; mi estómago se revolvió.

No podía volver a casa.

Tomé impulso para levantarme y comencé a vagar, buscando un lugar donde refugiarme.
Recordé que mi tía antes de irse a vivir al exterior me entregó las llaves de su casa de verano. No lo pensé dos veces y fui a mi casa a buscarlas, aprovechando que mis padres no estaban.

Tomé valor para entrar, busqué las llaves y preparé un bolso para mi viaje.
Tomé un ómnibus y me dirigí a la terminal.
Al llegar compré un boleto al balneario en el que se encontraba la casa, al subir al ómnibus coloqué mus auriculares y cerré los ojos intentando dormir.
_veo que cambiaste de auriculares_ yo conocía esa voz, al girar observé ese par de ojos azules que me miraban expectantes y una sonrisa enorme.
_¿Mariano?
_Alexia_ dijo sonriendo, esta vez de forma más tímida.
_No esperaba verte acá
_ni yo, pero parece que vamos hacia el mismo destino_ yo solo sonreí y desvíe mi atención a la ventanilla.

Abrí los ojos, ¿Me había dormido? ¿Cuanto tiempo había pasado? Y... ¡Dios! ¡Estaba recostada en su hombro!
_¡Perdón! Me quedé dormida y ... No me di cuenta, disculpame...
El sonrió de forma tierna y yo creo que me derretí ahí mismo.
_No pasa nada, parecías cansada_ dijo mientras me apartaba un mechón de cabello de la cara y lo colocó detrás de mi oreja. Como siempre que estaba con él, lo único que me salió fue sonreír.

Martes 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora