Capítulo XIII: Perfume

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No se en que momento me quedé dormida pero cuando desperté estaba amaneciendo.
Me levanté decidida a buscar un trabajo, ya que de algo tenía que vivir.
Desayuné, busqué abrigo y salí en busca de un empleo.
Compré el periódico y marqué los avisos que me interesaban para luego dirigirme a cada lugar.
Pasaron dos, tres, cuatro y todos ya habían sido ocupados o yo no cumplía con los requisitos que exigían.
Al mediodía ya había visitado todos los lugares y en ninguno había conseguido trabajo.
Bastante desanimada fui a una pizzería a buscar mi almuerzo, cuando entré vi un letrero en el que decía que necesitaban meseros.
Sin pensarlo me presenté.
_Hola, vengo por el puesto de mesera.
Le dije al hombre mayor de pelo canoso y bigote que se encontraba allí. Me miró unos segundos y luego interrogó:
_¿Edad?
_Diecinueve
_Te espero mañana a las 7:45, será un día de prueba, si trabajas bien el empleo será tuyo.
Anota tu nombre y numero de teléfono. Dijo extendiendo un papel y un bolígrafo.
_Muchas gracias, aquí estaré.
Agregué y me fui.
Como olvidé mi almuerzo, al llegar a casa tuve que improvisar. La cocina nunca fue mi fuerte, por suerte mi empleo solo consistirá en entregar órdenes.
Estaba sirviendo los fideos y refunfuñando porque habían quedado pegados y con poca sal cuando mi teléfono comienza a sonar.
Observo la pantalla...
"Llamada entrante:
"Mamá"..."
Luego de debatir entre contestar y rechazar decidí atender.
_Alexia ¡Hasta que al fin atiendes!
_Mamá estoy bien, no se preocupen por mi.
_¿Que te sucede?¿Por qué te fuiste? ¿Dónde estás?_
Puse los ojos en blanco.
_Quiero estar sola, estoy bien, ya te lo dije.
_Quiero que vuelvas inmediatamente
_No lo haré y soy mayor de edad, no podés obligarme. Intenté hablar con ustedes y no quisieron. Ahora es tarde, soy yo la que se quiere alejar.
_Hija...
Corté la llamada y me largué a llorar, llevaba tanto tiempo siendo fuerte, estando tan sola...
Nunca me sentí querida por nadie, necesitaba más que nunca empezar de cero, reconstruir mi vida desde el principio.
Al día siguiente comencé ni trabajo, o mejor dicho, mi prueba.
Al principio fue un poco difícil, los clientes son un poco impacientes pero supe adaptarme.
Al mediodía el dueño del local me llamó para hablar.
Mis piernas temblaban.
_Estoy muy conforme con tu trabajo, el empleo es tuyo.
Dijo sonriente.
_Tu horario será de 7:45 a 15:45 y contarás con media hora de descanso, este será tu salario.
Dijo señalando una cifra escrita en un papel.
_Muchas gracias, esto significa mucho para mi.
Dije y me retiré para continuar trabajando.
Si bien era consciente de que dejar el estudio no era lo mejor que podía hacer necesitaba independizarme, tener un empleo estable y luego podría continuar estudiando.
Era una oportunidad que no podía desaprovechar, era el comienzo de una nueva vida.

Los días transcurrían con calma, mi vida consistía en levantarme temprano, trabajar y caminar por la playa.
El jueves transcurría normal, habían menos clientes para atender que de costumbre y ya me había acostumbrado perfectamente a mi trabajo.
Creí que ya no quedaba nadie por atender cuando vi a alguien en una mesa.
Me acerqué y sin sin despegar los ojos de la libreta, lista para anotar dije:
_Buenas tardes ¿Qué se le ofrece?
_Tomar un café contigo
Estaba lista para darle un sermón cuando vi de quien se trataba. Comencé a reír y tuve que taparme la cara con la libreta porque me había sonrojado.
_¡Mariano!
_No esperaba verte trabajando acá, creí que solo venías de vacaciones.
_Es una larga historia...
Miró su reloj
_Tengo tiempo...
_Pero debo trabajar
_Hasta que hora
_15:45
_Te espero_ dijo sonriendo_ traeme un café mientras tanto.
Le devolví la sonrisa y fui por su café, lo observé mientras estaba distraído, se tocaba el cuello y devolvía el cabello, parecía nervioso y me dio mucha ternura.
_El café que me pediste.
Mientras dejaba la taza sobre la mesa me tomó la mano, el contacto me erizó. Sus ojos azules chocaron con los mios.
_Gracias_ me susurró.
_Tómatelo que se enfría.

Al terminar mi turno fui a cambiarme y salí del lugar junto con Mariano.
_¿A dónde vamos?_ pregunté
_Es una sorpresa, ahora cuentame, porqué estás en este lugar.
_Problemas familiares, ganas de independizarme pero no quiero hablar de eso ahora, es una larga historia que no quiero recordar, tampoco quiero arruinar el momento.
_Está bien, cuando estés lista me lo contarás.
Dijo mientras pasaba su brazo por mis hombros.
Quedé recostada a su pecho, se sentía tan bien. Su perfume inundó mis pulmones y su calor me hizo sentir segura.
No me había sentido así en toda mi vida.

Martes 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora