Capítulo 2- Mi tutor.

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Me levanto de la cama con pocas ganas, ya había pasado un milenio desde aquel día, pero aún lo recuerdo como si fuera ayer. Cuando me llevaron al instituto Custody Sky, me pasé 500 años en la enfermería durmiendo para recuperarme del susto y de la falta de aire.Cuando me levanté, me enseñaron el instituto...Pero mi entrenamiento no empezaba de verdad hasta después de 500 años, osea, hoy.

Camino por mi cuarto. Las paredes están pintadas de negro con puntos dorados y la cama tiene una colcha plateada.Al lado, hay una mesa con libros acumulados. Voy hacia el armario empotrado y saco unos shorts rojos, una camiseta de tirantes azul y unas convers también rojas; me lo pongo y cierro el armario desganada. Salgo al pasillo y ando hacia el gimnasio algo nerviosa, ya que es la primera vez después de 1000 años que veo a Jacob. "Se me hará raro", pienso.

Entro con seguridad y miro a mi alrededor por si lo veo. Hay unas gradas y un recinto con armas y más objetos que sirven para entrenar. Miro a las gradas y veo algo negro, con unos mechones rubios... Jacob.

Me acerco lo más sigilosamente posible que puedo y me paro a la suficiente distancia para poder ver sus ojos.

- Casi no te oigo Lucy, casi.

Me mira, como si fuera un amigo, no como mi tutor, me sonríe y se levanta.

-Has de saber que vas a tener más compañeras, pero por lo que veo, son  impuntuales. Y bueno, tú vas siempre adelantada. En muchas cosas. Como por ejemplo... tu muerte.

Me estremezco ligeramente pero sonrío y digo lo más calmada posible

-Según recuerdo tú eras mi ángel custodio... ¿no?

-Sí, lo era. Pero como siempre, te diste prisa en morir y ahora te tengo que enseñar más rápido.


Se pasa la mano por sus cabellos rubios y me sonríe. Trago saliva y la imagen de mi hermana aparece de repente en mi mente. La aparto inmediatamente. No pasa ni un solo día que no me acuerde de ella, de su cabellos morenos rebotando entorno a su rostro cada vez que reía; en su mirada seria cuando me regañaba por no comer mucho; en las canciones que cantaba por la noche para animarme... Agito la cabeza para alejar esos pensamientos, no quiero que Jacob me vea llorar. Definitivamente no. Lo miro con cara de póquer y me siento.


-¿Y ahora que?

Me mira un momento y se pasa la mano por sus rubios cabellos.

-No lo sé, creo que podríamos ir empezando...


Me levanto y camino por todo el gimnasio, notando los ojos de Jacob en la espalda. No me giro. Siento un cosquilleo en mi estomago, frunzo el ceño, "no me gusta sentirme así", pienso. Jacob se acerca por la espalda y me toca el hombro, sintiendo de repente una corriente eléctrica.

-Lucy, te conozco más que a mi propia sombra, sé que te pasa algo.


Me muerdo el labio, "cuando me levanté, no me derrumbé y aguanté. Ahora voy a hacer lo mismo." repito una y otra vez en mi mente, dándome fuerzas.


-Simplemente estaba pensando en porqué tardan tanto, eso es todo.


Me mira no muy convencido pero lo deja pasar, él sabe que no tiene que presionarme. Intento distraerme pensando en otra cosa.


-¿Qué más sabes de mí?

Él me sonríe y se pasa la mano por su pelo, tal y como hago yo cuando estoy nerviosa.


-Pueees... ¡Ah sí! Tus colores favoritos, que son el negro, el azul, el rojo y el blanco- contesta muy seguro.


Frunzo los labios algo frustrada por aquel extraño que tanto me conoce.

-¿Qué más?- le digo secamente.


-Tu animal favorito... y  tu arma favorita.


Frunzo el ceño y aprieto los dientes.


-Y sin embargo, yo no se nada sobre ti...


Él me mira confuso, como si no entendiera mi molestia, y levanta una ceja. Le miro con odio.

-Tampoco me contaste sobre mi hermana...- sigo diciendo, inyectando veneno en las palabras- Sabiendo perfectamente que es lo único que me importa.

Él me mira pareciendo dolido. Inconscientemente, me acerco a donde están las dagas.


-Lucy, yo no... ella está...


Agarro una daga y se la lanzo directamente. Él la para con una mano y me mira, verdaderamente dolido. Guarda silencio.


-NI SIQUIERA TUVISTE LA DECENCIA DE DECÍRMELO, ¡TÚ NO ME CONOCES DE NADA!


De repente, se abre una puerta dejando a cuatro personas contemplar la escena, mirándonos con cara de asombro.

Angel custodioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora