—La ciencia y la anatomía de una persona va mucho más allá de lo que cualquier persona puede explicar. La evolución es ciertamente una manera de explicar de donde provenimos, y la creación es otra. ¿En qué creemos nosotros? La psicología es un tema serio. Trabajas con la mentalidad y los problemas de las personas. —Aquata anotaba en su libreta cada detalle que el profesor de Psicología 2 decía. El salón era grande, tipo estadio. No habían escritorios separados, eran todos butacas como de cine, y una pizarra delante del escritorio—. ¡Señorita! Ha llegado tarde —gritó el profesor mientras se giraba a los estudiantes. Una chica de cabellos rubios amarrados en una coleta, bajita y en jeans cortos caminó hasta donde Aquata.
—¿Puedo sentarme? —preguntó. Aquata asintió sin levantar la vista.
—Si vuelve a llegar tarde la nota de trabajo diario de todo el semestre será un 0.
—Creo que estoy en problemas —le susurró. Aquata levantó la vista de la libreta al reconocer la voz—. ¡Hola! ¿Nos conocemos? Quiero decir, esta mañana te he visto en la cafetería de mi madre y no me he presentado, soy Katie. —Aquata la ignoró y continuó escribiendo.
—Al uno preguntarle a la gente si es feliz, la mayoría de las veces recibimos un rotundo no. Por otro lado de seguro notamos que a veces nos ocurre algo que nos llama la atención, y es tan emocionante que se nos erizan hasta los vellos de la piel, y decimos, al menos disfrutamos un ratito. Precisamente ahí se encuentra la felicidad de la persona, en los pequeños momentos. No en los grandes, poco a poco se construye.
—¡Oye! ¿Ha dejado una nota mi madre bajo tu plato?
—¡Señorita, Gomez! ¿Cuando dejará de hablar? —gruñó el maestro.
—Lo siento, señor.
—Profesor, García —corrigió.
—Los detalles, cosas pequeñas que a simple vista no parecen tener importancia. ¡Equivocado estás sin piensas eso! —aseguró el profesor girándose a la pizarra—. Detalles son esas pequeñas cosas que nos cambian, que te cambian a ti, y a los que te rodean. Para hacer feliz a alguien tienes que comenzar siendo feliz, tu. Si no eres feliz jamás ayudarás personas.
Aquata siempre había sido la chica estrella de la escuela. Aunque nunca se había postulado para presidenta, ni había sido popular había ganado medallas en los concursos de geografía, el spelling bee, había estado en el comité de la escuela, el anuario, el club de francés, extracurriculares de arte, y extracurriculares de álgebra. Además tenía medallas por ser estudiante de asistencia perfecta, y medallas por promedio más alto. La universidad no sería nada del otro mundo.
—Lo tendré controlado —le había asegurado al representante universitario que había ido a recoger las solicitudes.
—El campus de Stanford contiene muchas cosas. La gente es muy mixta y depende como inviertas tu tiempo así será como sean tus notas.
—De eso no se preocupe, señor. Mis notas son excelentes, y no soy de muchos amigos. Nunca he usado drogas, ni soy de ir a fiestas. Seré una estudiante estrella.
—¡Excelente! —había dicho antes de marcharse. Unas semanas después había recibido la admisión y la beca.
El timbre sonó y el profesor dejó en la pizarra una lista de páginas para leer.
—¡Espera! —gritó la chica mientras Aquata salía al pasillo en busca de la biblioteca.
—¿Qué quieres? —gruñó molesta.
—Solo quiero hacer amistad contigo, soy. . .
—Katie —dijo Aquata—. Que ya me lo has dicho anteriormente en clase, y lo he leído en tu insignia en el uniforme.
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Aquarius - Una saga de sirenas
Fantasy{Libro #1} La vida puede ser buena para unos, y mala para otras. Nunca sabe proveer ambas cosas, pues no van de la mano. ¿Alguna vez te has puesto a pensar en criaturas mitológicas? ¿Te has imaginado viendo un unicornio o una sirena? Anabelle es u...