❁ Capítulo #8

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-Haremos lo siguiente -le comentó Andrés a Shirley cuando llegaron de vuelta a California-. Mañana cuando lleguemos de la universidad iremos a la casa de la bruja.

-La vecina -corrigió Shirley. La bruja no era realmente una bruja -que ellos supieran-. Era solamente la vecina que le había dado los cangrejos a Aquata, la que los había invitado a la casa, la mamá de Katie y Chris.

-Si, eso, la vecina.

-¿Qué haremos allí?

-Tengo un plan, -confesó. Shirley se llevó una mano a la cabeza y negó. No es que Andrés fuera una mala persona, pero no siempre tenía los mejores planes. Como la vez que intentó hacerle una broma a su entrenador de fútbol, en hora de clases, y terminó en detención por una semana. No siempre planeaba las cosas bien.

-Veamos si tu nueva mente de tritón te sirve de algo. -El le dirigió una desafiante mirada.

-Tu irás a donde Katie y le dirás que necesitas copiar los apuntes que han dado en clase para que Aquata esté al día cuando regrese. Yo iré a buscar a su hermano, el cual siempre está en su cuarto.

-¿Para qué quieres a su hermano? ¡Oh mi Dios! ¿Eres gay?

-¡¿Pero qué dices?! ¡No! ¿Por qué piensas eso?

-Vas a ir a buscar a su hermano mientras yo hablo con Katie.

-No, tu la vas a distraer mientras yo subo a su cuarto, y veo que hay de raro en el. Su hermano no sabrá que estamos en la casa ya que siempre tiene la música alta, y tu la tendrás muy distraída para saber que no estoy con el.

-Andrés Hamilton, por primera vez en tu vida tienes una buena idea, -le felicitó la rubia. El se sintió alagado y sonrió. No con esa sonrisa que hacía cuando estaba contento, ni con esa que hacía cuando se sentía bien consigo mismo. Era esa que decía claramente. . . no tengo que decir que pasó luego.

-¡Andrés! -el grito de Elizabeth hizo que la casa temblara-. ¿Qué haces? Si Aquata se llega a enterar de esto estará muy molesta.

-Perdón, nosotros no tuvimos la intención de hacerlo, perdón. No le digas nada, por favor -suplicó Shirley sintiéndose culpable. El cuarto parecía un manicomio. Había ropa por todo el suelo, la cama estaba toda deshecha, y habían libros esparcidos por el suelo.

-No le digas nada -demandó Andrés.

-Lo pensaré, ahora recojan todo esto y váyanse de su cuarto. Si lo hacen de nuevo, no en su cuarto. -Y si, antes de que me preguntes lo había olvidado. Andaban en el cuarto de Aquata creando el plan.

Dos días más tarde Andrés y Shirley llegaron a la casa de la universidad con la misión en mente. Luego de estudiar por varias horas, y de que el sol comenzara a ocultarse ambos tomaron sus cosas y salieron por la puerta.

-¡Iremos a estudiar! -le habían avisado a sus padres. La familia se había acoplado bastante a convivir todos juntos en un mismo sitio. Se trataban muy bien, y pasaban como familia numerosa fácilmente.

El aire frío azotaba en sus caras, y el cielo estaba despejado de nubes y repleto de estrellas. La luna comenzaba a ascender en el cielo, y junto con el atardecer y la llegada de la noche, todos en aquel vecindario despertaban.

Shirley tocó a la puerta de la casa de Katie dos veces, sin respuesta. Andrés se asomó por las ventanas y vio todo apagado. Los autos estaban pero parecía no haber nadie.

-Parece que no están -susurró Shirley.

-Quizás, pero están los autos.

-Puede que estén durmiendo. . .

Aquarius - Una saga de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora