Una decisión

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Diègue entró a la habitación al percatarse de la salida de Claude, pero no encontró a Emerauld allí.

Sin dudarlo supo que Emerauld estaría en su cuarto y fue hasta ahí para buscarla. Él llegó y Emerauld estaba encerrada. Diègue golpeó la puerta a la vez que decía - Emerauld, ¿estás bien? ¿ qué quería Claude?- Y Emerauld al escuchar su voz secó sus lágrimas rápidamente y se dispuso fingir una alegría que no sentía. Caminó hacia la puerta y con una sonrisa en su rostro la abrió. - El solo vino a disculparse conmigo Diègue, solo queria que las cosas se arreglaran- dijo Emerauld sintiendose muy mal por mentirle al hombre que en pocas horas sería su esposo. Ambos mantuvieron una platica muy breve y Diègue se retiró a descansar.

El día de la boda habia llegado. Emerauld no sabia que hacer, ese era tal vez el dia mas feliz de su vida y también el mas triste, solo tenia un dia para presentarse con el príncipe o su madre sufriría las consecuencias. Tenía una lucha interna, amaba a su madre, pero no queria ceder ante los deseos inescrupulosos del principe, mucho menos quería entregarse a un hombre que no fuera su amado Diègue.

Como se había acordado la boda sería en las horas de la noche, para que no fuera interrumpida por nadie. La siempre feliz Susie, entró en la habitación de Emerauld para prepararla. El vestido escogido por Emerauld representaba todo lo que ella era. Poseía un escote recatado en cuello V, las mangas del vestido llegaban hasta sus manos terminando en punta y la tela de las mangas era georgette, el corsé del vestido estaba bordado finamente con hilos de plata. La cola de su vestido media aproximadamente 2.5mts., y el velo que llevaba puesto cubría por completo su rostro llegando a la altura de su pecho y el largo cubria juntamente la cola del vestido. Llevaba puestas una joyas bastante sencillas y su peinado era un recogido dejando ver uno que otro rizo de su negro cabello.

Mientras tanto en la otra habitación Diègue se preparaba con la mayor alegría que puede sentir un hombre enamorado que está a un paso de casarse con la mujer que ama. Su traje era de color azul de Prusia. La chaqueta tenía un bello bordado por los bordes y la camisa se dejaba ver por fuera de la manga de la chaqueta, pues era de mangas anchas. Y llevaba en su mano guantes blancos y un bello bastón negro. 

Todo estaba listo. Ambos novios salieron por separado, Diègue fue el primero en ir rumbo a la capilla y tuvieron que subir escondidos a cada carruaje para no llamar la atención, en especial Emerauld.

Diègue llegó y en la capilla estaban las personas con las que él hubiera deseado estar, pero mayor fue su sorpresa cuando vió sentado en la primera banca a su padre. Hasta el último minuto se sabía que el duque no estaría presente en la boda de su hijo, pero el duque hizo el mayor de sus esfuerzos para estar. Cuando Diègue lo vió fue hacia el, se agacho y se abrazó a sus piernas y le dijo lo feliz que estaba de su presencia en su matrimonio.

Cuando el carruaje de Emerauld se aproximaba a la capilla, esta lo hizo parar. Y continuó su camino sola montando un bello corcel blanco de mechón negro adornado con hermosas flores blancas. Cuando Emerauld iba en dirección a la capilla no pudo evitar pensar en la suerte que correría su madre si ella no intervenía. Frenó su caballo y comenzó a pensar cual sería la decisión correcta, casarse con el hombre que amaba o entregarse al príncipe para salvar la vida de su madre.

Amor a la FrancesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora