Agnès era el centro de atención en aquella fiesta. Bailaba sin parar, pues su juventud le permitía bailar mucho más que al resto de los invitados.
La fiesta por fin había acabado y los presentes comenzaban a retirarse uno a uno hasta que Diègue y Emerauld quedaron solos en la casa de campo.
Ambos se separaron por un momento y se dirigieron hasta alcobas diferentes.
Emerauld tenía preparado su ropaje para su noche de bodas y comenzó a quitarse su vestido de novia para proceder a prepararse para estar hermosa para su esposo.
Al mismo tiempo Diègue se hallaba esperándola en otra habitación de la casa para juntos dirigirse a la alcoba matrimonial de la casa.
Diègue estaba impaciente y comenzó a sudar, se quitó su abrigo y se desabrochó la camisa dejando al descubierto parte de su pecho, se remangó las mangas de la camisa y se desordenó un poco el cabello a causa de el calor que sentía.
Emerauld ya estaba lista; muy nerviosa prosiguió a dirigirse a la alcoba matrimonial olvidándose de Diègue que la estaba esperando en la otra habitación.
Diègue escuchó el sonido de la puerta abriéndose y rápidamente se encontró en el pasillo con Emerauld que se veía preciosa con su corsé blanco y su cabello retomado, y que decir de sus bellos ojos verdes que al ver a Diègue comenzaron a brillar más.
Diègue quedó atónito ante la belleza de su mujer y con paso inseguro comenzó a acercarse hacia su esposa.
Emerauld de la misma manera no podía dejar de ver a Diègue, se veía tan sensual con su cabello desordenado y con su pecho al aire que simplemente los cuerpos de ambos habían comenzado a desearse solo con el sentido del mirar.
Cuando Diègue llegó al lado de Emerauld que aún estaba en el pasillo, seguían mirandose con mucho deseo y Diègue quitó del pelo de Emerauld el broche que mantenía su cabello perfectamente tomado dando lugar a una melena desordenada de rizos.
No soportaron más el deseo de uno por el otro y se sumergieron en un beso lleno de amor y ternura.
Diègue tomó las manos de Emerauld levantándolas en contra de la pared y luego de su boca pasó a besar su suave cuello que olía a aceite del más exquisita aroma de rosas.
Diègue tomó a Emerauld por la cintura y la levantó en sus brazos y se dirigió a la habitación.
Al entrar en la alcoba se dieron cuenta de lo que había estado haciendo Susie en el día.
El cuarto estaba rodeado de velas rojas aromáticas encendidas y el piso estaba cubierto por pétalos de rosas rojos y blancos, y en la cama estaba escrito con pétalos también "Je t'aime " que significa "te amo" en francés.
Ambos quedaron sorprendidos y al mirarse comenzaron a besarse nuevamente. Diègue comenzó a desabrochar el corsé de Emerauld lentamente.
Emerauld solo dejaba a Diègue hacer todo, ya que ella estaba un poco asustada por la experiencia que había tenido con el príncipe hace algunos días. Pero Diègue era completamente diferente, era delicado y por sobre todo se le notaba en la mirada que amaba a Emerauld por sobre todas las cosas.
Todo estaba saliendo de maravillas. Diègue y Emerauld se amaban. Diègue se quitó su camisa y terminó por sacar toda la ropa que cubría a Emerauld dejándola completamente desnuda. Se detuvo un momento para contemplar la belleza de su mujer y continuó besándola sin parar. Ya se había prolongado demasiado el momento en que se convertirían en marido y mujer. Diègue se quitó lo que aún le quedaba de ropa dejando al descubierto la excitación que sentía. Emerauld solo lo miraba. Le llamaba la atención cada centímetro del cuerpo de su amado.
Diègue se acercó separando las piernas de Emerauld y se posó encima de ella con mucho cuidado. Un quejido salió de la boca de Emerauld y esto hizó que Diègue la deseara aún mas.
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Amor a la Francesa
RomantizmFrancia. A nadie parecia importarle que las uniones en aquella época fueran por amor, sino por cuantos francos venían con el novio o su familia. Pero Diègue no estaba dispuesto a ser uno más de la larga lista de los novios casados por conveniencia...