Llegó el dia

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Era viernes y Jean Paul Donaire, el mejor amigo de Diègue, iba a celebrar su boda con Corinne Le Breton.

Todo mundo estaba invitado al gran acontecimiento incluso Emerauld y su familia. Diègue obviamente estaría presente pues era el padrino de Jean Paul. Aunque el que habia pagado los gastos habia sido el Duque, padre de Diègue.

Todos los presentes se habian esmerado en ir bien presentables. Diègue se veía tan guapo como el mismisimo novio. Estaban adelante de la catedral esperando a la novia que como era costumbre se hacia esperar.

Emerauld y su familia se habian atrasado un poco y llegaron unos minutos antes que la novia.

Ella llevaba puesto un vestido precioso, pero la tristeza de sus ojos no era ocultable para nadie. Se notaba a leguas que había estado llorando los últimos días. Tenía sus ojos levemente hinchados y había perdido un poco la hermosura de su rostro.

Entró y no pudo evitar mirar hacia el altar en donde su mirada se cruzó con la fría mirada de Diègue.

Ella no comprendía por qué Diègue la miraba asi, después de todo él era el responsable de la ruptura de su compromiso.

Emerauld elevó su barbilla en señal de desprecio y se apresuró a tomar su lugar ya que la novia habia llegado.

Fue una ceremonia como cualquier otra pero no estuvo excenta de miradas desafiantes entre Diègue y Emerauld. Ambos se seguían amando pero Claude se habia encargado de sembrar la discordia entre ellos.

La fiesta tomaría lugar en la enorme mansión del marqués.

Todos los invitados se encontraban en un bellos salón adornado para la ocación y repletó de buena comida y de los mejores licores.

Diègue y Emerauld continuaban mirandose como si de los peores enemigos se tratara. Diègue nunca había bebido en su vida, pero esa noche sintió unas ganas enormes de olvidarse del dolor que sentía a causa de Emerauld.

Ella lo vió tomarse la primera copa y no le gustó para nada lo que estaba viendo. Se disgustó tanto que decidió que no vería al hombre que amaba destruyéndose a si mismo. Rápidamente se puso de pie y sin mirar atrás se dirigió hasta una pequeña sala de reposo que estaba cerca del salón.

Diègue la vió alejarse y la siguió disimuladamente para que nadie se diera cuenta.

Emerauld estaba mirando por la ventana que daba una espléndida vista hacia los hermosos jardines de la mansión. Cuando sintió una voz que le hablaba llena de odio.

-Asi que madame Lacroix no se siente preparada para ser mi esposa- dijo Diègue lleno de ira.

Emerauld puso cara de desconcierto, no entendia a qué se refería Diègue.

- No te hagas la mosquita muerta- replicó Diègue.

- No se a qué se refiere monseur De la Fert. Pero creo no merecerme que me trate asi- dijo Emerauld y pretendía salir de la sala, pero al pasar por el lado de Diègue éste la detuvo y la tomó por la cintura acercandola sin delicadeza contra su pecho.

- No me toque- dijo Emerauld tratando que esos brazos fuertes la soltaran sin éxito alguno.

-Pero responde ¿ Es verdad que no te sientes capaz de ser mi esposa?- preguntó Diègue esperando ansioso la respuesta.

- ¿A qué te refieres?-

Diègue comenzaba a darse cuenta que Emerauld no tenia ni la minima idea de lo que estaba hablando.

- Tu hermano a roto nuestro compromiso argumentando que ud no se siente preparada para llevar la vida de matrimonio-

-¿Qué? eso no es cierto, él me a dicho que ud a roto nuestro compromiso porque habia encontrado a otra mujer mas digna que yo para ser su duquesa- contestó Emerauld indignada tratando de que Diègue la soltara. Solo de imaginarse a Diègue con otra mujer se le revolvia el estómago.

-Yo jamás hubiera roto mi compromiso con ud. Con todo el trabajo que me tomó que ud me aceptara. ¿Cómo iba a cometer semejante locura?-

Ambos comenzaban a darse cuenta que habian sido vilmente engañados por Claude, aunque no entendían por qué lo habia hecho.

Emerauld sonrió ante las palabras de Diègue que todavía la tenia presa contra su cuerpo.

Los dos estaban deseosos de besarse aunque sabian que cualquiera de los invitados los podría descubrir. Pero como resistirse si se amaban con locura. Estaban dispuestos a todo con tal de defender su amor. Se dieron un delicado beso y quedaron de acuerdo que el día domingo Diègue iría a exigirle alguna explicación a Claude y trataría de recuperar su compromiso.

Se separaron cautelosamente para no ser vistos. Y el resto de la noche continuaron comiendose con la mirada, ya no se desafiaban sino que con cada cruce de sus miradas hacian notar el amor que sentían el uno por el otro.

La fiesta habia sido todo un exito. Los invitados de habian retirado exhaustos de tanto bailar.

Era sábado y Claude debia cumplir con lo que habia prometido al Príncipe. Esa misma noche Emerauld tendría que estar compartiendo el lecho con Luis.

El día habia pasado tranquilo pero no para Claude. No sabía a lo que habia expuesto a su única hermana ni mucho menos sabia lo que esta iba a pensar de él cuando se enterara que la habia vendido como a un animal.

Ya eran las 10 de la noche cuando alguien golpeó la puerta. Eran los enviados del príncipe que venían por Emerauld.

Claude la mandó a llamar y le dijo que necesitaban su presencia inmediatamente en el palacio.

Emerauld se extraño mucho, ya era tarde y no se le ocurria ninguna razón para que la solicitaran en el palacio real.

Claude la obligó a ir para que no lr hiciera un desaire a la realeza.

Emerauld accedió a ir con los caballeros que la esperaban. Jamás se le habría pasado por la cabeza que ella era la desafortunada mujer que le tendría que hacer todo lo que el príncipe deseara.

Era un hombre bastante guapo para cualquier mujer pero era su odiable personalidad y el hecho de que era un hombre déspota y malvado lo que a Emerauld le causaba un rechazo inminente hacia el.

Amor a la FrancesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora