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Annette estaba muy entusiasmada por organizar la boda de Diègue. Aunque sabia que no podia tirar la casa por la ventana, se esmeraria porque fuera lo mas bella posible.
Estaba pensando en cada detalle y se le ocurrió que podría realizarse durante una noche. Harian coincidir la boda con cualquier otro baile social. Asi evitarian que todas las miradas estuvieran puestas en su ausencia.
Se habia pasado toda una tarde planeando la boda y rogando por que la salud de su esposo mejorara para que pudiera estar presente en la boda de su hijo.
Ultimamente el Duque habia mejorado bastante y lo relacionaban con que Ferdinand habia desaparecido desde aquella vez en la que Diègue habia perdido los estribos y no dudó en golpearlo por la manera en que se refirió a su padre.
Annette se encontraba en el cuarto matrimonial junto a su esposo y se sorprendió cuando el Duque le pidió su ayuda para ponerse de pie.
Annette no se atrevió a hacerlo sola y llamó a algunos criados para que la ayudasen. Ambos criados lo tomaron por sus brazos y comenzaron a levantarlo, pero el Duque no tenia las fuerzas suficientes para sostenerse en pie y en un intento por hacerlo le pidió a los criados que lo soltaran y al momento de hacerlo cayó al piso y lo inundó la frustración y rompió en llanto. Annette se acercó y al ver a su amado esposo asi, no pudo evitar que unas lágrimas corrieran por sus mejillas.
-¡Por qué! ¡Por qué!- gritó el Duque.
- Tranquilo esposo mio, solo te falta práctica. Recuerda que has pasado mucho tiempo acostado y tus piernas necesitan volver a acostumbrarse a tu ritmo de vida.
Emerauld habia pasado la noche en la mansió De la Fert y aún no tenía noticias del desgraciado de su hermano Claude, al que deseaba no volver a ver despues de lo que le habia hecho.
Claude estaba impaciente caminando de un lado a otro por la sala, no sabia cuando regresaria Emerauld y por sobre todo no sabia si podría soportar todo el desprecio de su hermana por culpa de su ambición.
Se dirigía nuevamente a la ventana cuando vió un carruaje de aspecto bastante lujoso, esto llamó mucho su atención.
El bello carruaje se detuvo frente a la casa Lacroix. El mayordomo abrió la puerta y al instante entraron varias mujeres esparciendo pétalos de rosas en el suelo para que su majestad no se ensuciara sus botas reales.
Claude lo recibió en la sala bastante nervioso pues no sabia lo que habia pasado entre él y su hermana Emerauld.
-Su majestad ¿A qué debo el honor de su visita en mi humilde hogar?-
-¡Basta de cinismos! Sabes de sobra por qué estoy aqui-
- Se lo juro su majestad que no lo se... ¿ y Emerauld? ¿ qué ha pasado con ella?-
-Tu hermanita Emerauld se defendió peor que una fiera. No me a permitido hacer nada y por eso la mande echar de mi palacio-
- ¿ Y dónde está ella? No llegó a casa anoche-
-Ese no es mi problema... Solo quiero que sepas que si tu adorada hermana no está este fin de semana en mi cuarto plena y dipuesta o quien lo pagará sera su amada madrecita. ¡¿Quedó claro?!-
- Si su majestad- respondió Claude aún incrédulo por lo que habia causado su maldita ambición. Ahora no solo habia puesto en peligro a su hermana Emerauld sino que también habia arrastrado a su madre por su estupidez.
El principe sin decir ninguna palabra mas se retiro indignado hasta asu palacio.
Se acercaba unos de los bailes mas esperados por la nobleza francesa. Era el baile de la familia Dominé, una familia bastante rica que no escatimaba en gastos a la hora de demostrar su superioridad al organizar sus bailes. Esta era la ocasión perfecta para que el matrimonio de Diègue y Emerauld se llevara a cabo.
Solo quedaba un dia y Annette lo habia planeado todo a la perfección, se casarían en una pequeña capilla en las afueras de París, ya habian puesto al tanto al clérigo que celebraría la ceremonia.
Diègue se encontraba en su cuarto feliz, se acercaba su boda con la mujer mas maravillosa que jamás habia conocido. Era tanta su alegria que se dispuso a cantar por la ventana cuando vió un carruaje se acercaa y paraba en su entrada. De inmediato supo de quien se trataba, era el maldito de su futuro cuñado.
Claude se bajó del carruaje y se dirigia hacia la entrada cuando Diègue bajó rápidamente las escaleras y se disponía a golpearlo por lo de Emerauld. Afortunadamente los criados de Diègue no se lo permitieron, pues encontraban que era innecesario que su amo se expusiera de esa manera.
Diègue comprendió he hizo que lo pasaran hacia la sala donde él lo estaría esperando. Sus criados así lo hicieron, pero apenas vió a Claude, Diègue se le lanzó encima a golpes.
-¡Esto es por tu hermana maldito desgraciado infeliz!-
- ¡ Basta! ¡Ya basta!- pedia Claude, aunque sabia que se merecía esos golpes.
Afortunadamente para Claude, en ese mismo instante entraron en la sala Annette, Àgnes y Emerauld.
-¡Hijo! ¡Ya es suficiente!- gritó Annette desesperada por la situación. - Uds. dos, separenlos- Le ordenó a unos criados.
-Lo lamento madre, es que perdí la cabeza- dijo Diègue.
-No te tienes que disculpar hijo, te entiendo perfectamente- y dirigiendose a Claude, Annette dijo - Y usted a que viene aqui. No le bastó con todo lo que ya hizo-
-Lo siento señora, pero he venido a hablar con mi hermana Emerauld- respondió Claude limpiandose la sangre de la cara con un pañuelo.
- No hablarás con ella. No después de lo que le hiciste- replicó Diègue.
- Esta bien- dijo Emerauld. -Yo también debo hablar con el. ¿Nos podrian dejar solos un momento?-
Diègue de muy malas ganas dejó a Emerauld a solas para que resolviera su asunto con su hermano.
Cuando quedaron solos Claude se sorprendió al ver el golpeado rostro de Emerauld e intentó acercarse a ella para tomarla del rostro y preguntarle que era lo que habia pasado, pero Emerauld al ver su intención, se alejó de él.
-¿Qué es lo que has hecho Claude?- dijo Emerauld al mismo tiempo que la ira se apoderaba de ella.
-Perdóname Emerauld. Te juro que no sabia lo que hacia-
-Hasta un niño de 10 años sabe lo que hace y ahora me dices que tú no sabias lo que el principe queria. Por favor Claude, esa es una escusa muy barata-
-Lo sé Emerauld. Pero ahora el principe me a pedido que estes con él este fin de semana o sino...- Claude permaneció en silencio hasta que oyó a Emerauld decir - ¡O sino que!-
- Nuestra madre lo pagará- respondió Claude.
Emerauld al escuchar esto arremetió contra Claude golpeándolo en el pecho y diciendo - ¡¿ Te das cuenta de lo que has hecho?! ¿ Cómo pudiste?-
Claude tomó las manos de Emerauld y le dijo - Perdóname hermana, pero es tu decisión- Y habiendo dicho esto se fue dejando a Emerauld llorando.
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Amor a la Francesa
RomansFrancia. A nadie parecia importarle que las uniones en aquella época fueran por amor, sino por cuantos francos venían con el novio o su familia. Pero Diègue no estaba dispuesto a ser uno más de la larga lista de los novios casados por conveniencia...