Capítulo 1

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Por fin habían dado las 3 de la tarde y eso solo podía significar una cosa. Era libre y podría ir al único lugar donde no se sentía tan miserable.

Rápidamente se puso unos pantalones negros rasgados, una remera del mismo color ajustada y sus botas de combate. Ni si quiera checó su cabello o maquillaje. No tenía tiempo y no le encontraba el punto. Sacó su infaltable block de dibujos y una de sus lapiceras y salió del local lo más rápido que sus adoloridas piernas le permitieron.

Corrió calle arriba viendo la hora en su celular cada 5 minutos. Sabía que no iba a llegar tarde pero le gustaba estar ahí un poco antes del tiempo debido para lograr relajarse y despejarse de lo ajetreado que todos sus días eran desde que tenía memoria.

Cuando dieron exactamente las 3:37 PM, llegó a su destino. Se sintió orgullosa por haber roto su récord. Ayer había llegado a las 3:39 PM. Guardó el celular en su bolsillo y como siempre lo hacía desde ya varios meses, le dio una mirada al imponente edifico frente a ella. Este tenía por lo menos unos 30 pisos y la entrada estaba atiborrada de gente que no paraba de entrar y salir a cada rato. Fue bajando su vista desde el último piso -viendo cómo las ventanas reflejaban el lindo sol y cielo que había esa tarde- hasta el primer nivel que quedaba frente a ella y en el cual se podían ver en grande el nombre de la empresa.

Cabello enterprise

Las letras eran de un dorado brillante llamativo e imponente que acaparaban toda la entrada. El mismo portero de siempre estaba recibiendo a las personas y la misma sensación de tranquilidad invadió a la muchacha al sentirse tan familiarizada con este entorno.

Rápidamente salió de sus pensamientos y se volteó hacia la banca que convenientemente casi siempre estaba desocupada y estaba justo en frente de la entrada del edifico, permitiéndole así ver a todas las personas que entraban y salían de este desde una distancia moderada.

Se sentó en esta y trajo sus rodillas hasta su pecho para así poder apoyar su block de dibujos sobre sus piernas y poder dibujar con mayor comodidad. Respiró hondo y se concentró en las puertas dobles de cristal del edifico mientras reafirmaba su agarre en su lápiz para comenzar a dibujar en cualquier momento.

Se concentró en todas las personas que iban y venía pero ninguna era la que ella tanto esperaba como todos los días desde hace ya varios meses. A penas veía unos tacos o una cabellera castaña, todos sus sentidos se ponían alerta. Pero ninguna era la mujer que ella quería observar. Ninguna era esa mujer. Los minutos pasaban y a cada momento la pelinegra se sentía más preocupada. No era normal que tardara tanto.

Cuando vio que nada sucedía, se rindió y observó su celular. Ya eran las 4:15 PM y no había señal de la castaña. Se sintió un poco decepcionada. Esta siempre salía justo a las 4:00 PM sin falta del edificio pero hoy parecía ser la excepción. Su ánimo decayó un poco pero sin embargo no se rindió. Siguió observando a las personas hasta que optó por dibujarla a memoria.

Comenzó a pensar en ella y de inmediato su mano comenzó a moverse, deslizando el lápiz sobre la hoja casi inconscientemente. Empezó por contornear su rostro -poniendo especial énfasis en su marcada mandíbula- para así de a poco comenzar a agregar los demás elementos. Como casi siempre, lo primero que agregó fueron sus ojos, porque estos eran los que más le gustaban de la muchacha y lo que más le traía paz al dibujar, después trazó su cabello que caía perfectamente en mechones rebeldes sobre su rostro, contorneándolo de manera casi divina. Luego fue el turno de su nariz, sus cejas y por último sus finos labios. Todo lo había hecho a memoria de todas las veces que la había visto salir del edifico y caminar calle arriba o de las fotos con las que a veces se topaba en internet de ella.

Perfect disaster - Camren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora