Lazos de Sangre - parte 3-

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El chico problemático de la escuela estaba sentado en una de las bancas fuera de la dirección, esperando la llegada de su padre. El mocoso se había puesto a pelear con un chico un año más grande y le había roto la nariz, era la cuarta vez que estaba en ese lugar en lo que iba del año y eso que apenas había entrado a segundo. Santiago tenía los 13 años y no salía de problemas... su padre ya estaba más que enojado de esas situación.

Efraím: que carajos te pasa, te gusta estar aquí todo los días.

Santiago: yo que, él fue el que empezó la pelea yo solo la termine.

Efraím: y porque siempre las tienes que terminar de esa forma, porque no llamas a un maestro.

Santiago: ¡para que! Y que se burles de mí, paso.

Efraím: y prefieres sacarme del trabajo y que te caliente el trasero cada vez que haces tus tonterías.

Santiago: yo no les pedí que llamaran, les dije que si me iban a expulsar que lo hicieran que te mandaran un recado y yo te lo daba y cuando tuvieras tiempo libre que tú pasabas.

Efraím: no te burles de mi... -contesto molesto-

Santiago: no me estoy burlando. –dijo tranquilo-

Efraím se llevó a su hijo al trabajo, estaría unos días suspendido por la pelea, no lo habían corrido porque en algo tenía razón, el nunca empezaba una pelea, pero si sabía terminarla. Efraím era administrador de una empresa, ya tenía tiempo trabajando con ellos y había demostrado ser el mejor en lo que hacía, tenía su propia oficina y era el encargado por lo que nadie le decía nada si iba o venia. Llego con su hijo y uno de los trabajadores más jóvenes no pudo evitar decir.

Sergio: qué, ganaste?

Santiago: claro, yo siempre gano.

Efraím le jalo de la oreja llevándoselo a su oficina y diciendo a la secretaria que estaría ocupado y que él le mandaría los papeles para que se los diera al dueño de la empresa.

Secretaria: muy bien señor.

Sergio: creo que el mocoso está en problemas.

Secretaria: y tú todavía le felicitas... no dejas de ser un crio.

Sergio: uuuy –dijo el mas joven retirándose haces sus labores-

Efraím entro a su oficina y cerrando esta por dentro empezó a quitarse el cinto, Santiago solo puso una mueca.

Santiago: yo no la empecé, el profesor te lo dijo. –dijo sin evitar llevar sus manos al trasero-

Efraím: igual no tenías que romperle la nariz a nadie –le tomo de la mano y girándolo le soltó uno de barias cintazos-

Zasss, zasss, zassss, Zasss, zasss, zassss –aauuu, me duele, suéltame, auuu-

Efraím: si no quieres terminar aquí todos los días deja de hacer tonterías.

Zasss, zasss, zassss Zasss, zasss, zassss Zasss, zasss, zassss –yaaa aiiii, auuu ya shiff-

Efraím se colocó el cinto y tomando a Santiago del brazo lo puso viendo a la pared sin importar las pataletas que su hijo hacia Santiago solo dejo su cabeza pegada a la pared llorando silenciosa mente, mientras que su padre se puso a terminar su trabajo.

Tres horas después Santiago se había quedado dormido en la silla de su padre en lo que este había salido a revisar unos papeles con los de contaduría, se había tardado y cuando llego no pudo evitar sonreír al ver a su hijo y una tirita de baba que mojaba su escritorio. Era tarde pero ya era hora de comer, movió lentamente a Santiago y lo despertó.

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