Lazos de Sangre - parte 11-

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Efraím

Las pequeñas vacaciones terminaron y Uriel fue a llevar a su sobrino a su casa, no se bajó del cache solo espero a que bajara el chico y espero a que entrara a su casa y fuera su hermano el que saliera y le dijera que esperara.

· Efraím: porque no bajan a tomar algo?

· Katy: no, muchas gracias pero los niños ya deben empezar alistarse para dormir.

· Uriel: será otro día hermano.

· Efraím: está bien, gracias.

· Uriel: nos vemos luego.

Uriel partió a su casa tenían que descansar del viaje para poder ir a trabajar al día siguiente.

Uriel se recostó en su cama pero después de una hora aún seguía con los ojos abiertos, pensando en que tal vez la próxima ves puedan ir todos a la playa, incluso pedirles a sus padres que fueran, quedarse en un hotel y disfrutar todos y no solo unos cuantos, no tenía remordimiento por solo llevar a Santiago, pues ya era mayor y siempre le fue más fácil que el niño le hiciera caso, quería a sus sobrinos pero los más pequeños de Efraím eran desentendidos y a veces sentía que su cuñada se lo comía vivo si él les reprendía, era una cosa por lo que igual prefería mantener una pequeña distancia entre ellos, no meterse donde no le quieren, era como ponía las cosas... si me los dejas y se portan mal les doy una reprimenda, una nalgada o una llamada de atención, pero no siempre eran bien tomadas por Beatriz ella pocas veces castigaba a los niños y era Efraím el que se encargaba de esa tarea, aunque a ella no le agradara la idea pues en su casa nunca fueron de ese tipo de castigos.

Su hermano ya había pasado por muchos problemas y eso que era más joven que él, pero aun así seguía equivocándose, él también lo hacía pero no a la escala en las metidas de pata de su hermano, aceptaba que Efraím había cambiado después de que sus padres le quitaran al niño, pero no por ello dejaba de haber algunos problemas o conflictos. Efraím quería a sus hijos, a todos los quería igual pero en Santiago ya se había formado una duda del amor y el cariño de su padre que a veces no podía ocultar y no era que Efraím no quisiera arreglar eso, simplemente que entre el trabajo, algunas cosas de casa, la esposa y cuatro hijos que discutían por el cariño y el tiempo de su padre a veces dejaba pasar las cosas, sabía que la relación entre el mayor de sus hijo no siempre era la mejor pero también se sentía lastimado, pues las preguntas de sus hijos más chicos y las protestas de su mujer lo hacían ponerse de lado de alguien aunque no quisiera hacerlo. Pues cosas como "porque mis abuelos quieren más a Santiago", porque a mi no me llevan, porque mi tío prefiere a mi hermano, porque a mi no me compro uno como ese, porque mi hermano se va a casa de mis abuelos y yo no, todas las preguntas llevaban al favoritismo a una sola persona y ese era Santiago y aunque conocía las respuesta a todas esas preguntas, también los otros niños eran sus hijos y el que hicieran menos a uno le dolía.

Efraím llego a un momento en el que freno a Santiago, frenos que le ponen a cualquier chico como "si no llevas a tu hermano, no vas", "si compras, compra algo para tus hermanos", pero no solo era un freno que quiso imponer a su hijo sino a su hermano y a sus padres, pues los reclamos de "porque a mi... y porque yo no..." ya le habían fastidiado, por lo que tiempo atrás paro todo para arreglar las cosas, según él, volviendo a caer en los mismos errores.

Recuerdo

Santiago tenía 13 años, en unos cuantos meses cumpliría los 14  para ellos faltaban 3 meses, su padre ya había empezado con su idea de si él tiene tú tienes, si él va ellos van. Santiago tenía todo el mes en el que no iba a casa de sus abuelos y no era porque no quisiera llevar a sus hermanos sino porque Beatriz no quería que los niños salieran todo el día, menos a casa de sus abuelos, no solo de los padres de Efraím sino tampoco a los de ella, pues esta de más saber que los abuelos eran consentidores y siempre les daban lo que pedian, le gustada mantener a los niños ocupados ya sea haciendo tareas escolares o deberes de la casa, cosas simples, o entretenerles jugando o viendo alguna película de cassette que aun tenían.

Al principio Santiago no le daba importancia a las cosas pero poco a poco las cosas se fueron tornando conocidas.

· Santiago: pero papá lo compre con mi dinero.

· Efraím: no me interesa, no quieres compartir entonces no hay para ninguno, yo te dije que si lo ibas a comprar, compraras también para tus hermanos.

Efraím guardo el paquete de dulces.

· Santiago: pero son mis cosas, no es justo papá.

· Efraím: ya basta de alegar, nada te costaba darles uno a tus hermanos así que ahora te quedaste sin nada.

Fue la última palabra de Efraím, al día siguiente una vez que los niños terminaron de hacer sus tares Beatriz les dio como recompensa unos dulces a cada uno, repartiendo la bolsa de golosinas en cuatro partes iguales, vio la bolsa de dulces medio escondida y pensó que Efraím los había comprado así que decidió dárselos a los niños para no tener que salir ella a comprar algo para darles ya que les prometido un dulce. Apenas Santiago vio que sus hermanos se comían aquellos dulces su molestia creció y creció más cuando Hugo le mostraba uno de los caramelos que tenía en la lengua.

· Santiago: porque se los están comiendo.

· Mateo: mamá nos los dio.

· Hugo: si mamá nos los dio.

· Santiago fue a donde estaba Beatriz: porque les distes los dulces.

· Beatriz: eea sin gritar, te deje unos en la mesa para cuando terminaras tu tarea.

· Santiago: porque se los distes a ellos.

· Beatriz: hijo, porque las cosas se tienes que compartir.

· Santiago: eran míos yo los compre con mi dinero no tenías por qué dárselos bruja estúpida.

· Beatriz: sin groserías, sino sabes compartir y solo sabes ser grosero mejor retírate a tu cuarto.

Santiago solo renegó pero se retiró molesto. En la noche que llego Efraím, Beatriz aun ofendida por los insultos le dijo a su marido lo que había pasado...

· Efraím: Santiago porque fuiste grosero con tu madre.

· Santiago: porque le dio mis dulces a los mocosos.

· Efraím: no seas grosero.

· Santiago: porque? vas a defender a la bruja... no, no déjame, déjeme.

Efraím enojado jalo a Santiago de la mano apoyándolo en uno de los muebles maniobrando en el camino el pantaloncillo y el calzoncillo que quedaron en los tobillos y dejando caer su mano pesada en el trasero del chico, dejando desde la primer palmada una huella bien marcada... pero no fue la única.

· PASSSS, PASSS, PASSSS –ya auuu- PASSS PASSSS, PASSS PASSSS, PASSS-dejame- PASSSS, PASSS PASSSS, PASSS –aauuu aiii-

· PASSSS, PASSS, PASSSS –buaag- PASSS PASSSS, PASSS PASSSS, PASSS-buaag aa- PASSSS, PASSS PASSSS, PASSS aaggrr-

· PASSSS, PASSS, PASSSS –aiii aagg- PASSS PASSSS, PASSS PASSSS, PASSS-aggg aauu- PASSSS, PASSS PASSSS, PASSS buaa-

En todo el proceso Efraím no dijo nada solo se dedicó a castiga y solo paro hasta ver unas nalgas lo bastante rojas.

· Efraím: no quiero que vuelvas hacer grosero entendiste, nunca más... y estas castigado.

Santiago solo se echó a llorar en la cama, le dolía en trasero pero también sentía un fuerte apretón en el pecho, lloro por muy buen rato tapándose solo la cara con una sábana y abrazando la almohada, al final quedando dormido sin cenar y cuando Efraím le fuera a llamar para que bajara le dio algo de pena verle dormir y dar un suspira triste entre sueños, le acaricio el cabello con suavidad a lo que el chico detuvo un poco el triste lamento que aun salía de esos suspiros y quedo dormido un poco más tranquilo.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora