13. Cena en casa de los Roronoa

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Pvo Zoro

Un suspiro se escapó de mi boca indicando mi preocupación ante la situación a la que Nami había tenido que hacer frente.

Mire el rostro de mi pelirroja. Ahora expresaba calma y tranquilidad a diferencia de hace unas pocas horas. Nami no ha dormido bien y eso lo confirma su aspecto.

Los signos de que había llorado era muy evidentes en su cara. La zona de alrededor de los ojos había adoptado un tono rojizo, al igual que su nariz, y todas las lágrimas que no se había secado esa noche anterior habían sido absorbidas por la piel dejando una capa áspera y transparente pero visibles de cerca.

Tuvo que afectarle mucho que su padre no aceptase a nuestro hijo como a su nieto.

La noche anterior Nami no se durmió hasta caer agotada en mis brazos. Yo la acompañé todo el tiempo a su lado velando por su dolor, ese dolor que había estado conteniendo toda la noche y que en numerosas ocasiones había amenazado con salir afuera y manifestarse en forma de lágrimas.

Pero no, Nami cargó con todo ello sola sin permitir que nadie reparase en como se sentía. A excepción mía. A mi no me puede engañar. Es como un libro abierto para mis ojos. Sé como se siente, sé cuando está feliz, triste, asustada...lo sé todo acerca de ella. Sus gestos y expresiones lo dicen todo.

Desde lo del embarazo de Yuki me prometí no volver a verla triste. No quiero volver a verla sufrir por algo de lo que no tiene la culpa. Sea como sea, no quiero ser testigo de nuevo de esa expresión de agonía que mostraba anoche.

Los llantos de Yuki me sacaron del trance. Tenía que ir con él en seguida o de lo contrario despertaría a Nami.

Con cuidado de no mover demasiado la cama me levanté, saqué a Yuki del cuarto y cerré la puerta dejando a Nami descansar.

Bajé las escaleras y me fui al sitio más alejado del dormitorio logrando, poco tiempo después, que Yuki dejará de llorar.

-Vamos a dejar descansar a mamá. ¿De acuerdo?

Yuki se encogió sobre si mismo dejando sus pequeñas manos muy próximas a su cara para después estirarse emitiendo pequeños sonidos.

-Me tomaré eso como un si.

Dejé a Yuki acostado en la hamaca y mientras me tomaba el café miraba la televisión con el volumen apagado y los subtítulos puestos.

Yuki se despertó alrededor de una hora después. Hice todo lo que estaba en mi mano para dejar que llorase, pero quería comer.

-Súbelo Zoro. Estoy despierta.-oigo decir a Nami.

Subí a nuestro dormitorio. Nami estaba tumbada boca arriba mirando al techo. Ladeó la cabeza y mostró una pequeña sonrisa al vernos.

-Hola. ¿Has dormido bien?-le pregunto mientras le tiendo a Yuki para que le dé de comer.

-Si, no mucho pero bien.-sonríe.-Deja de preocuparte Zoro. Mi padre nunca me quiso como a una hija. Nunca quiso una segunda hija. Yo fui una sorpresa.

-Me es indiferente Nami. Es su nieto. Y tú eres su hija. No tiene derecho a tratarte de esa forma.

-Zoro, por favor, déjalo estar. Ahora solo quiero que te tumbes y estés con nosotros.

-Creo que eso lo podré cumplir.-sonrió y me tumbo.-Este niño siempre está prendado a ti cada vez que os veo juntos. Vais a conseguir que me ponga celoso.

-Jajaja. Oh vamos. Este niño del que hablas es tu hijo y tiene que comer cada tres horas hasta que cumpla los tres meses.

Después de que Yuki se durmiese, los tres bajamos al salón. Nami dejó a Yuki en la hamaca arropándolo con su característica manta de la que no se separaba. Luffy tuvo muy buen gusto al elegirla.

Our life togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora