Locuras en Blanco y Negro [Retos, Locuras y Otros]

Araña al Relato

Esta actividad creo que también fue hecha por el Club Viaggo Lettere. Nos pidieron hacer un relato con la araña arcoiris, debía aparecer el arácnido además de que fueran incluidos sus brillantes colores de alguna forma al relato de 600 palabras. Otra cosa era que la historia debía ser realizada en el mundo de uno de tus libros y que aparecieran sus personajes. Yo elegí a mi fanfic de Dragon Age, "Oscuro Destino" para responder al desafío.

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Todos los relatos de los habitantes de la villa coincidían en una cosa: dentro de la cueva al sureste del poblado vivían cientos de arañas gigantes cuyos cuerpos relucían con zafiros, esmeraldas y rubíes. Cada cazador o mercenario en los alrededores había tratado de matar a las criaturas para obtener las piedras preciosas, pero todos y cada uno terminaron huyendo despavoridos del lugar.

―¿De veras crees que existan esas arañas? ― preguntó Temarh temblando mientras se dirigían a la cueva.

Podía enfrentarse a Engendros Tenebrosos, Archidemonios, muertos vivientes y matones sin pestañear siquiera, pero le decían algo de luchar con arañas gigantes y se aterraba como una niña.

―¿Le temes a las arañas, Temarh? ― Alistair le preguntó con una sonrisa.

―Sólo a las gigantes ― respondió ella con las mejillas como dos tomates.

―Tienes suerte que Morrigan se quedó en el campamento porque si llegase a enterarse, nunca te dejaría vivir en paz.

―De seguro se transformaría en una sólo para disfrutar ponerme los pelos de punta ― susurró tratando de sacar esa imagen de su cabeza.

―No te preocupes, yo estoy aquí para protegerte ― dijo el rubio lanzándole un guiño―. Llegamos.

Exteriormente la cueva de los monstruos arcoiris, como la gente de la villa comenzó a llamarlos, no era nada fuera de lo común, pero cuando se adentraron en ella parecía que atravesaron un portal a otro mundo. Cristales de cuarzo, priorita y veridio se levantaban de las paredes, suelo y techo de la gruta. Era hermoso y fantasmal pues la luz intermitente que se filtraba tornaba los minerales en prismas que proyectaban los colores del arcoiris por todos lados.

―¡Es precioso! ― exclamó la elfa en un susurro de admiración.

―Tanto como tú.

Ella bajó la mirada, ruborizada ante aquel comentario tan inapropiado y tomó la delantera.

¿Cómo le permitía sus coqueteos cuando ella aún no superaba la pérdida de Tamlen? Porque te gustan sus piropos. ¿Era solamente por la atención o le agradaba algo más que los halagos?

Alistair la detuvo de repente cuando un celaje multicolor pasó frente a ellos.

―¿Son las arañas?

―Tranquila ― murmuró el rubio mientras se colocaba frente a ella―. No dejaré que se acerquen a tí.

―Gracias, Al.

Él le sonrió cálidamente haciendo que recobrara un poco de confianza y se mantuviera alerta a cualquier ataque.

Escucharon correteos por la caverna, golpes contra las estalagmitas y luego lo vieron.

Cientos de ojos negros los miraban desde la oscuridad. Parecían estar entre los cristales, esperando a que atacaran. Un horrible chillido de advertencia hizo eco por toda la cueva y luego todas aquellas arañas saltaron sobre ellos.

Temarh cerró los ojos, esperando oír a Alistair luchando con aquellas cosas, pero sólo lo escuchó echarse a reír.

―¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes?

Frente a ellos se hallaba una pequeña araña muy colorida que no podía ser más grande que la palma de una mano. Alzaba el abdomen hacia arriba, mostrando colores tan vivos como piedras preciosas. Líneas de azul se mezclaban con rojo, verde y amarillo para recrear un bellísimo mosaico sobre el cuerpo de aquel pequeño arácnido.

―¡Es una preciosura! ― exclamó la chica completamente hechizada por el animalito y de inmediato se acercó para tomarlo entre sus manos.

―No hay más, esta es la única ― Alistair explicó entre risas―. Debió esconderse tras los cristales todas las veces que vinieron por ella, creando la ilusión que eran gigantes y más de una.

―Y sus colores los hicieron creer que gemas crecían en su cuerpo ― le sonrió a la criatura mientras la tranquilizaba con sus habilidades―. Te llamaré Ari y de ahora en adelante viajarás con nosotros, pequeña.