Chester?

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  Chester Bennington. El nombre resonaba en su cabeza, Chester Bennington. Una y otra vez. 

Chester. Bennington. "Profesor Shinoda, ¿está bien?" preguntó el joven. Mike salió de su transe, "¿Qué?" dijo pestañeando repetidamente, "Sí, sí, perdón. Gracias" dijo y el chico le echó otra mirada extraña antes de seguir caminando. Mike tragó grueso, Chester estaba del otro lado de la pared. El hombre que había amado con toda el alma, que todavía amaba ahora estaba a una puerta de distancia. 10 años sin verlo y ahora en menos de 10 segundos  volveria a verlo, tenerlo frente a él de nuevo. Un sentimiento de felicidad le recorrió todo el cuerpo al pensar que no sólo estaba vivo, si no que estaba allí, en New York al igual que él. Chester estaba allí.

En ese momento no supo que hacer, por un lado quería saltar de alegría, ir a verlo, abrazarlo. Pero por otro lado no podía evitar pensar que tal vez Chester no quería verlo. Se estremeció al pensar que Chester tal vez no sólo había huido de la situación sino que también de él. De Mike. ¿Y si ya no quería verlo? ¿Si ya lo había olvidado? 'Vamos, Mike, estuviste esperando tanto tiempo por esto. No corras de nuevo, la última vez que corriste cuando se te presentó la oportunidad de hacer algo que esperaste durante años todo terminó en caos' se dijo a sí mismo. No podía correr de nuevo. Tenía que quedarse, tenía que hablar con Chester, tenía que verlo aunque sea.

Se secó la transpiración de las manos en el jean y con una mano temblorosa golpeó la puerta del aula. "Adelante" dijo una voz y Mike casi se desploma en el suelo. Era su voz. Era la voz de Chester, esa voz que tan sólo oía en sus sueños cuando soñaba con él. Definitivamente era Chester, definitivamente estaba allí y estaba a punto de verlo de nuevo. Su corazón golpeaba con fuerza su pecho, trató de tranquilizar su respiración y lentamente giró la perilla. "¿Chester?".

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(FLASHBACK)

Chester recorrió las calles de Los Angeles. No había vuelta atrás, se había ido y no iba a volver. No quería volver. Sabía que si aparecía en la casa de nuevo lo haría sólo para ver la cara de decepción de Mike, la tristeza de su madre al tener que enfrentar el hecho de que su hijo y su hijo adoptivo se atraían entre ellos. Era demasiado que cargar en sus hombros, no podía hacer eso.
No sabía a donde ir, no sabía dónde esconderse, dónde ocultarse. Por eso decidió ir a la casa de la única persona a la que probablemente no le importaba tener que esconderlo allí. Talinda Bentley. Se dirigió a la casa de ella, todo el tiempo pensando en Mike, en la cara de decepción que le había puesto, en el asco que le producía estar en su presencia después de lo que había hecho.

-Espero que ahora estés feliz.

Repetía la voz de Mike en su cabeza, una y otra vez. Las lágrimas no tardaron en formarse en sus ojos. Lo amaba tanto que no podía soportar saber que ahora lo odiaba. Simplemente no podía vivir con esa idea en su cabeza, era demasiado. Llegó a la puerta de la casa de Talinda y tocó el timbre. Minutos después ella apareció en la puerta.

"Chester" dijo ella sorprendida de verlo ahí, ya que tan sólo media hora antes había estado en su casa, "¿Qué haces aquí?". Chester se encogió de hombros, "Me fui de mi casa, ¿te molesto si me quedó aquí unos días hasta que sepa a dónde ir?" preguntó Chester. Ella asintió con la cabeza y se hizo a un lado para dejarlo pasar. "Gracias" dijo Chester cuando entró a la casa. Sabía que estaba siendo un cobarde al huir en lugar de enfrentar sus problemas como debería pero no iba a volver, la decisión ya estaba más que tomada.

Talinda le contó a Chester como Mike le había preguntado si sabía algo de él en el colegio pero ella había negado todo, diciendo que no sabía nada de Chester y que ella también lo estaba buscando. Mike no le había creído al 100% pero eventualmente aceptó su excusa y dejó de preguntarle. Lo mismo le había contado que había hecho con Rob. Chester jamás llamó a su amigo, Rob lo conocía mejor que a nadie en el mundo y sabía cómo persuadirlo de lo que sea y estaba seguro que si hablaba con Rob iba a convencerlo de volver y no quería hacerlo.
A los tres días de su desaparición llegó la policía a la casa de Talinda justo un día que Chester se había ido al colegio. Ninguna de las autoridades sabía allí todavía que él había desaparecido, por lo que entró en una hora en que estaban todos en clases y pidió el pase a otra escuela. Como sus calificaciones habían sido más que perfectas le otorgaron el pase y él se dispuso a conseguir otro lugar donde continuar sus estudios.

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