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Narra Valen.

Alma se fue y nadie la vio, así que supuse que se había ido. Anda a saber adónde.

Yo me quedé con los demás, charlando y contando chismes. ¿Qué? Era curiosa y cuando sabía algo debía contarlo.

Contaba todo menos secretos, mios o de mis amigos. Claro según la seriedad de estos, porque por ejemplo les puedo contar anécdotas graciosas sobre la infancia de Alma pero no otras cosas. Seguro va a matarme si alguno se lo dice.

Estaba aburrida así que decidí hacer algunas bromas por aquí y allá.

La broma era bastante simple y se la hice a los Stoll, mis maestros. Mentira, yo nací siendo la reina de las bromas.

Cuando me aseguré de que dentro de la cabaña de Hermes no hubiera nadie más que los hermanos, puse una bolsa con estiércol.

Con cuidado de no quemar la cabaña, prendí fuego la bolsa y toqué la puerta para luego salir corriendo adónde no me vean.

Al salir Travis y Connor pisaron la bolsa para apagar el fuego. Una vez apagado se fijaron lo que había en la bolsa y ¡BOOM! Al abrirla la bolsa explotó, cubriéndolos de mierda.

Empecé a reírme al ver sus expresiones y creo que me escucharon.

Travis: Oh no.

Connor: De esta no saldrás viva.

Empecé a correr como si mi vida dependiera de ello, seguida de los Stoll.

Yo: Nunca me atraparan. -Grité a todo pulmón chocando con todos los campistas.

Llegué hasta el bosque y al lado del río vi a una persona cerca del arroyo que reconocí enseguida.

Yo: ¡LEO! -le llamé la atención y me puse detrás de él. - Protegeme.

Leo río dándose vuelta y rodeandome con sus brazos.

Los Stoll llegaron y se tiraron arriba nuestro, empujandonos hacia el arroyo.

Una vez en el agua comenzamos una guerra. Al final terminamos todos empapados de pies a cabeza y riéndonos como locos.

Travis: Espera nuestra broma, hermanita.

Connor: Porque de esta no te salvas.

Se fueron dejándonos a Leo y a mi solos.

Leo: ¿Que les hiciste?-preguntó riendo.

Yo: Solo una pequeña broma. -dije temblando, ya que el agua me había mojado y tenía demasiado frío- Por cierto, gracias por protegerme.

Leo: Siempre lo haré. -respondió él y me abrazo, brindándome calor.

Me beso la cabeza para luego cargarme como si fuera un koala y sacarme del agua.

Rodee su cuello con mis brazos y recoste mi cabeza en su pecho.

Cerré los ojos.

La respiración de Leo y los latidos de su corazón lograron hacerme dormir.

*Al día siguiente*

Desperté en una cama que no era la mía y con alguien a mi lado.

Leo: Hasta que despiertas. -dijo riendo.

Yo: Hacer la broma me cansó -reí con él y lo abracé. - Sabes algo de Alma?

Leo: No, solo se que se fue con el chico muerte a algún lado.

Yo: Uhh esos dos andan en algo.

Leo: ¿Y nosotros no? -preguntó mientras me acariciaba el pelo.

Yo: No si me sigues tocando el pelo -entrecerre mis ojos mirándolo mal. Él paro riendo.

Leo: Y puedo hacer esto? -preguntó para luego darme un corto beso en los labios.

Yo: Si eso si. -sonreí y se acerco de nuevo pero en el último segundo di vuelta mi cara y beso mi mejilla.

Leo: Ey -hizo un puchero y mordi su labio para luego levantarme.

Yo: acompañame a hacer un mensaje iris, quiero saber donde esta Alma.

Leo: Está bien pero luego me darás un beso.

Yo: Lo que digas.

Hicimos un mensaje iris y allá estaban los dos tórtolos, abrazados en un sillón de una casa antigua, durmiendo.

Leo: mira los tórtolitos -río logrando despertar a estos, que se sonrojaron.

Alma: mira quien habla -dijo levantando una ceja al ver que Leo me rodeaba por la cintura.

Yo: Ya, shh..

Alma: No me sushees

Yo: Te susheo todo lo que quiero porque soy tu mejor amiga. Y como la mejor amiga que soy te obligo a venir ya mismo para aquí si no quieres que te haga bromas. -dije rápido para luego tomar aire.

Alma: Está bien mamá -rodó los ojos.

Nico: Ya la llevo.

El mensaje iris se cortó y me di vuelta, sonrojandome al ver que Leo aun me sostenía.

Estábamos tan cerca que sentía su aliento chocaba con mi boca. Mire sus labios y luego sus ojos.

Nuestras bocas estaban separadas por milímetros.

Leo: Te quiero, Valentina Miller. -me quedé quieta al oír sus palabras y luego junte nuestros labios en un dulce beso.

Yo: Yo a ti, Leo Valdez. -Sonreí y seguí el beso hasta que un ruido nos separó.

Alma había sacado una foto.

Yo: Oh no, no, no. -empecé a correrla y una vez se la alcancé le pasó la cámara a Nico. -Leo, ayudame!

El susodicho se acercó a mi y me agarró.

Leo: Vayan, yo la tengo.

Alma y Nico se fueron riendo mientras yo intentaba soltarme del agarre de Leo.

Todos me la iban a pagar.

Dos Peligrosas Semidiosas En El Campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora