Capítulo 4

20 4 0
                                    


Michael y Nick compartían unas botellas de cerveza tirados sobre la alfombra de la casa de Nick una vez que éste hubo ayudado a Michael a instalarse. La televisión retransmitía un partido de baloncesto al que no hacían mucho caso.

Había sido un día largo. Michael miraba la pantalla sin verla, y Nick esperaba que no estuviera en los inicios de una depresión.

Había tirado todo lo que le recordaba a Lea, por lo que sus pertenencias se reducían a unas cuantas mudas de ropa deportiva y unos vaqueros, los trofeos de su equipo de fútbol y los libros de texto.

Incluso había dejado que Lea se quedase con Leo, el setter que habían adoptado juntos cuando aún era un cachorro. Recordaba las risas que había provocado la elección del nombre, tan parecido al de su chica, y se habían revolcado en los cojines de la cama, abrazándose y estallando en jolgorio una vez que uno de los dos parecía haber parado de reír.

Pero no debía pensar en eso. Era mejor distraer la mente y no pensar. A partir de ahora se dedicaría a sus estudios, de vez en cuando a algunas borracheras, que había tenido que dejar porque a Lea no le gustaba que bebiera en exceso, e incluso podía convencer a Nick de que le acompañase a un club de strip tease. Necesitaba despejarse y estar con sus amigos de clase, bromear, hacer cosas de hombres. Maldita sea, Lea le había afeminado demasiado.

-Oye, Michael, ya sé que habíamos acordado no hablar más del tema, pero necesito preguntarte una cosa.- su amigo le miró desde el suelo, acariciando el cuello de la botella y retirando el flequillo de sus ojos. - Lea me ha dicho antes de despedirse de mi, que ha encontrado unas fotos de Mandy escondidas entre tu ropa. Que eso había sido el desencadenante principal para aceptar la beca y terminar con la relación. ¿Por qué las guardabas?-

Michael se levantó de un brinco.

-¿Qué estás diciendo?

-Precisamente lo que oyes, Michael.- éste se acercó a él y le sujetó por los hombros mirándole a la cara.

-Te aseguro que yo no conservaba fotos de Mandy. Ni una sola.

-¿Estás seguro? Quizá no recordabas que las tenías y al mudarte con Lea se te pasaron por alto.-

Michael negó, aún más seguro que antes.

-Nick, yo revisé muy bien todo lo que me llevé cuando me fui a vivir con Lea. Las fotos de Mandy se quedaron en casa de mis padres. Yo no las quería para nada. Sé que debí destruirlas o tirarlas, pero ni se me ocurrió porque yo ya no me acordaba de ella ni de todo lo que me hizo. Solamente estaba concentrado en Lea y en que nuestra convivencia juntos resultara bien.

-Entonces no me lo explico. Tus padres no se las han hecho llegar a Lea, eso seguro.- adujo Nick pensativo.

-Por descontado que no. Dios mío, Nick. Esas fotos estaban ahí por alguna razón, y tenemos que averiguar por qué.

-Quizá puedas aclararle este asunto antes de que sea demasiado tarde.- Nick fue a coger su móvil, pero la mano de Michael le agarró la muñeca. Miró a su amigo sorprendido de su brusquedad.

-NO. Te prohíbo que le cuentes nada a Lea. No nos creería. Pensaría que es una treta urdida entre los dos con la intención de recuperarla. Déjalo correr, Nick, por favor. Ya es demasiado tarde. Ya ha hecho sus maletas , se ha llevado al perro, y se ha despedido temporalmente de su familia. Está todo decidido. -

Nick le dijo que estaba bien, que se tranquilizara. Creyó a Michael y creyó en la expresión de su rostro cuando le dijo que no sabía nada sobre esas fotografías. ¿Por qué iba a mentir ahora?

Preparó una cena rápida de pasta, que sabía que a Michael le gustaba mucho, y cuando terminaron de comer agarró sus abrigos y le propuso ir a tomar algo a algún sitio chulo. Al día siguiente no tenían clase, y su amigo necesitaba distraer la mente, especialmente esa primera noche de soledad.

A Michael se le iluminaron los ojos.

-Te voy a llevar a un sitio que no olvidarás en la vida, chaval. -

EL JUEGO DEL ASESINO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora