Capítulo 10

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La autopsia había sido realizada ese mismo día, y el forense había dictaminado muerte por ahorcamiento, causado por persona o personas desconocidas. Aún no habían llegado a ninguna conclusión clara.

El cartel no había aparecido, pero el mensaje del whatsapp había puesto en alerta a la policía, quienes comenzaron a llevar a cabo una investigación para aclarar el asunto.

El entierro se realizó por la tarde. Los padres de Nick y su hermana Emily estaban con él, para acompañarle en la despedida de su amigo.

Nick había telefoneado a Lea, quien se apresuró a coger un vuelo para poder llegar a tiempo. Había entrado en la terminal de llegadas del aeropuerto, deshecha en lágrimas. Nunca pensó que el reencuentro con Nick se produjera tan pronto ni mucho menos en esas trágicas circunstancias.

Podía recordar la cara de Michael cuando le comunicó que tenían que dejar la relación. Ahora se arrepentía profundamente. Los padres de Lea también se habían reunido con ella, y junto con los de Michael, había tres familias enteras destrozadas por el dolor.

También había muchos compañeros de clase de Michael, sus amigos del equipo y todos los profesores del instituto y la universidad, al completo. No faltaba nadie.

Nick escuchaba como en trance las palabras del sacerdote, sin prestar verdadera atención a sus palabras. Había empezado a caer una lluvia fina, pero a nadie le importó. Alguien puso un paraguas sobre él, pero no se dio cuenta ni de quién había sido, ni del hecho en sí.

Le pareció ver una cara vagamente conocida entre la concurrencia.

Alguien que se asomaba de vez en cuando, para mirarle, y rápidamente se volvía a esconder. Creyó que era un rostro femenino, pero no estaba seguro. Sí sabía que lo había visto, pero no recordaba cuándo, dónde ni en qué circunstancias. Además, aparecía demasiado lejos y velado por la lluvia.

Cuando terminó el oficio, se dedicó a dar un paseo por el cementerio.

La lluvia había amainado, y el olor a tierra mojada le resultó agradable. Todo se veía más bonito y resplandeciente después, y pensó que por lo menos la despedida a su mejor amigo había resultado bonita. Un leve consuelo llenó su pecho, y siguió caminando por entre las tumbas.

Visitó las de William, Tania, Patrick y Mandy. Las dos chicas no habían significado mucho para él, ya que solamente las había conocido la noche que las asesinaron. Aún sí, había quedado profundamente impactado por sus muertes.

William y Patrick, en cambio, eran dos de los mejores chicos que había conocido, y William había sido colega de Michael por muchos años.

Solían salir juntos a menudo, y los momentos que habían compartido siempre estarían frescos en su memoria. Ahora Michael estaba con ellos. Esperó que por lo menos pudieran haber vuelto a encontrarse, allá donde estuvieran.

Sus pasos le llevaron sin darse cuenta a una tumba solitaria, que se hallaba en el otro extremo del camposanto.

Un poco elevada, bajo un ciprés, destacaba entre las demás. El nombre que aparecía en ella era Richard Turner. Nick ya la había visto con anterioridad en sus otros paseos, pero se fijó en un detalle que antes no estaba allí.

Siempre que veía la tumba, presentaba un aspecto descuidado y abandonado, ya que no había nadie que se preocupara de ella.

Esta vez, en cambio, había un ramo de flores frescas y de distintos colores debajo, en una jarra de plástico llena de agua.

Nick sintió que su corazón quería salírsele del pecho. Empezó a correr por los senderos hasta que encontró la verja del cementerio. Empezaba a comprender qué estaba pasando, y quién podía haber asesinado a su amigo y por qué.


……………………………………..



Megan estaba sentada en la entrada del patio de la guardería “Peces Mágicos.” Había llegado por fin la hora del recreo.

Habían estado leyendo cuentos y jugando con plastilina. Una niña muy dulce llamada Maggie le había regalado una figura que representaba un cerdito hecho con plastilina rosa. A Megan le encantaban esos detalles de sus niños, y sonreía pensando en el lugar de la estantería que mentalmente ya tenía reservado para el cerdito.

Mientras esperaba que la media hora transcurriese, vio a Nick que llegaba corriendo y saltaba la valla de la guardería. Se aproximó a ella con la respiración jadeante.

-Nick, siento mucho lo de Michael. No he ido al entierro porque no quería que me vieras estando tan reciente nuestra ruptura. ¿Se sabe quién ha sido el asesino?-

él se sentó a su lado y con la mirada distraída empezó a repasar a todos los niños. No era fácil, ya que había como mínimo unos veinte, y estaban todos mezclados en un espacio muy reducido..

-No te preocupes por eso. En realidad he venido para que me ayudes con eso, ya que la policía anda perdida, como siempre. No voy a pedirte nada excepto que me enseñes de nuevo el expediente del tal Thomas N. Harvey, necesito urgentemente comprobar algo.-

Megan no le pidió explicaciones, entró a la guardería y salió un minuto después con la carpeta bajo el brazo.

Nick entretanto vigilaba a los niños, y no perdía de vista a uno que jugaba en los columpios. No los compartía con nadie, y cada vez que otro niño intentaba subirse, los empujaba indignado.

Nick hojeó rápidamente todos los expedientes hasta llegar al que le interesaba. Cuando vio de nuevo la foto de Thomas, se dio cuenta que era el que estaba acaparando los columpios, el solitario.

Lo que le interesaba era la dirección. El niño vivía en los suburbios de la ciudad, en una zona en la que Nick sabía que había mucha pobreza y delincuencia.

Anotó la dirección y se despidió de Megan, dándole las gracias y diciéndole que le contaría todo lo que hubiera podido averiguar.

Megan lo vio alejarse abrazándose a sí misma.

Ya echaba a Nick muchísimo de menos.

EL JUEGO DEL ASESINO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora